El 20 de enero de 1910, apenas cinco meses después de la muerte de Leoncio Blacker Martel, su hijo Juan Alejandro Blacker León, de 23 años, contrajo matrimonio en la iglesia de Belén con Estela Leontina Kemish Vaslin, de 26 años, una reconocida integrante de la alta sociedad limeña que solía participar activamente en los más selectos bailes y fiestas de la época.
Ella, quien era conocida socialmente como Ninón Kemish, había nacido en Lima el 9 de diciembre de 1883 y había sido bautizada en el Sagrario de la Catedral el 4 de octubre de 1886. Su padre fue el inglés Charles Kemish, natural de Birmingham, quien llegó al Perú como ingeniero hidráulico y plomero de la Compañía Duncan y que luego se convirtió en un empresario de marcado éxito en el sector de agua potable, siendo socio principal de la compañía Kemish & Melson. La madre de Ninón fue Carolina Vaslin, hija del comerciante francés Francisco Vaslin, quien poseía una famosa tienda de sombreros en la calle Mercaderes.
Charles Kemish ya había muerto cuando su hija Ninón contrajo matrimonio con Alejandro Blacker León en una ceremonia privada. Los padrinos de la pareja fueron Carlos Blacker, hermano del novio, y Carolina Vaslin de Kemish. Después de la boda, se realizó una discreta reunión en la casa de la familia Silva Rodríguez por el reciente duelo del novio. Posteriormente, la pareja viajó de luna de miel a Buenos Aires en el vapor "Polynesia".
El matrimonio duró muy poco tiempo y aparentemente culminó en los peores términos. Se sabe que Ninón Kemish se mudó a París tras su fracaso matrimonial, mientras que Alejandro Blacker formó rápidamente una familia con Aída Clara Gunner Kemish, prima hermana de su esposa. Aída había nacido en el Callao el 8 de marzo de 1891 y era hija del inglés John Gunner y la estadounidense Jane Kemish O´Brien.
No se conocen las repercusiones sociales que tuvo la sorpresiva unión de Alejandro con la prima hermana de Ninón, pero llama la atención que haya pocos rastros oficiales de la pareja en Lima, donde supuestamente nacieron sus dos hijas mayores: Lucy y Perla.
Hasta la fecha solo se ha encontrado la inscripción civil de Perla Blacker Gunner, quien fue registrada con el nombre de Pearl el 1 de mayo de 1916. Perla había nacido el 26 de abril de 1916 a las ocho de la mañana. En el documento Alejandro Blacker se identificó como Alex John Blacker, dijo tener 30 años, ser casado, comerciante y vivir en la Avenida Exposición número 475. Sobre su esposa, la identificó como Ayda Gunner, natural de Nueva York y de 25 años de edad. Sus testigos fueron Augusto Stagnaro y Rodolfo Crevani.
En tanto, en Estados Unidos se ha hallado una lista de pasajeros del barco a vapor "Tivives", que el 30 de septiembre de 1913 arribó a Nueva York teniendo entre sus ocupantes a Alejandro Blacker y Aída Gunner, quien se declaró su esposa. Asimismo, Alejandro señaló ser “agente” y consignó como su domicilio la calle del Tren, en Chorrillos, donde vivía la familia Blacker León.
Tras su retorno de Estados Unidos, Alejandro y Aída no permanecieron por mucho tiempo en el Perú. El era aparentemente agente de seguros de una compañía internacional y estaba obligado a viajar a distintos países, en los que pasaba largas temporadas. Por ejemplo, su tercer hijo, Alexandre, nació en Santiago de Chile; mientras que su última descendiente, Gladys, nació en Mendoza, Argentina. Sin embargo, los viajes constantes terminaron cuando Alejandro y Aída decidieron establecerse en Brasil, país al que ingresaron formalmente el 4 de noviembre de 1920.
Los motivos por los que eligieron Brasil como lugar de residencia no están claros, pero no fue una feliz elección. Tres o cuatro años después de su llegada, Alejandro Blacker León desapareció sin dejar rastro. Un día salió de su casa y se detuvo en un bar de la calle do Acre con Rua Sao Bento, en la región portuaria de Río de Janeiro. En el bar dejó algunas de sus pertenencias y nunca más se le volvió a ver. Su esposa lo buscó desesperadamente durante décadas sin ningún éxito.
Una hipótesis es que Alejandro Blacker fue tomado preso y luego asesinado. Esta idea se basa en el hecho de que él solía hablar de política con apasionamiento y se cree que en el bar tuvo una discusión. Era una época de una gran represión gubernamental en todo Brasil y, como Blacker era extranjero, no es extraño pensar que fue apresado y luego desaparecido.
En los años 20 se había producido en Brasil una explosión militarista, muy influida por los sucesos que ocurrían en Europa y que provocó manifestaciones de distinto signo, que fueron severamente reprimidas. Por ejemplo, en 1924, se produjo la rebelión de los "tenentes", uno de cuyos principales dirigentes era Luis Carlos Prestes, posteriormente un líder mítico del Partido Comunista Brasileño. Los "tenentes" eran un grupo de oficiales jóvenes que intentaban minar el componente oligárquico del sistema político brasileño.
Después de la desaparición de Alejandro, Aída y sus cuatro hijos permanecieron en Brasil con la esperanza de hallarlo algún día. Más de una década después de ese triste episodio, el 10 de noviembre de 1939, Aída se registró en el Consulado Peruano en Río de Janeiro con el nombre de Aída Gunner Blacker. En esa ocasión informó que era viuda y que residía en Matías Barbosa, una ciudad pequeña en el estado de Minas Gerais.
Foto: Nota aparecida en El Comercio sobre el matrimonio de Alejandro Blacker León y Ninón Kemish Vaslin. El enlace fue efímero.
viernes, 14 de noviembre de 2008
martes, 21 de octubre de 2008
La muerte de Leoncio
El 19 de agosto de 1909, cuando su hija menor tenía apenas 2 años de edad, Leoncio Blacker Martel murió en la calle del Tren, número 92, en el distrito de Chorrillos. La defunción fue registrada en la Municipalidad de Chorrillos por su joven hijo Carlos, quien en ese momento se declaró soltero y comerciante.
En la partida de defunción se señala correctamente que Leoncio falleció a la edad de 54 años, mientras que los testigos del deceso fueron el empleado Miguel Fragua y el comerciante Pedro Guimet. Sin embargo, un dato que causa sorpresa es que Carlos Blacker inscribió a su padre como hijo de Juan Blacker y Gavina Alzamora. Esto no sólo significa que la confusión respecto al verdadero apellido de Gavina duró muchos años, sino que el fallecido quedó registrado erróneamente como Leoncio Blacker Alzamora y así permanece en los archivos del municipio chorrillano.
En la partida de defunción se señala, además, que la causa de muerte fue un "epitelioma de cuello", pero en la inscripción posterior, antes del entierro en el cementerio Presbítero Maestro, se anota que la causa de fallecimiento fue una neumonía.
A pesar de que pasó varios días postrado en cama antes de su muerte, Leoncio no dejó testamento. Según fuentes familiares, él trabajaba en ese entonces para su madre como encargado de cobrar los alquileres de las propiedades que Gavina Martel poseía en La Magdalena y Chorrillos.
Su muerte dejó a su numerosa familia en una incómoda posición económica y su viuda, Emilia León, se vio obligada a pedirle ayuda a su suegra, aunque la relación entre ambas no era nada cordial. La madre de Leoncio aceptó apoyar económicamente a su nuera, pero con una reducida mensualidad. En ese momento las niñas Blacker León acudían al colegio León de Andrade, que estaba ubicado en el centro de Lima y que posteriormente se convertiría en el colegio Sophianum.
Por los testimonios recogidos es evidente que Gavina Martel exhibía en esa época una sólida posición económica. Incluso, unos días antes de la muerte de Leoncio, Gavina sufrió un robo en su propia casa de la calle Ilave. Fue un hurto valioso que mereció la atención de la prensa y la noticia se publicó en el diario El Comercio el 5 de agosto de 1909. En la nota periodística se detalla el robo de varias alhajas valorizadas en 1,920 soles de la época y Gavina aparece citada como viuda de Blacker.
La manera cómo Gavina Martel acumuló propiedades y joyas permanece en el misterio. Ella recibía una pensión mensual por la muerte de su hijo José Páramo en la guerra con Chile, pero ese dinero no era prueba suficiente para explicar su buena situación económica. No ha sido posible comprobar si recibió periódicamente dinero del comerciante inglés John Blacker (como ella lo declaró cuando solicitó al Arzobispado de Lima la partida de bautizo de su hijo Leoncio) o si recibió algún tipo de indemnización, aunque existe un documento que podría aclarar algunas dudas.
En ese documento, que data de diciembre de 1888 y que fue encontrado en el Arzobispado de Lima, Gavina señala textualmente lo siguiente: “siéndome necesario absolutamente acreditar mi legitimidad y la de mi difunto hermano don Matías Martel, presbítero de la diócesis de Trujillo, acudí a la parroquia del Sagrario para obtener tanto mi partida bautismal como la de mi referido hermano, pero desgraciadamente ambas matrices no se hallan en los registros de dicha parroquia”.
Gavina agrega que su hermano había fallecido el 26 de octubre de 1888 en la ciudad de Piura “dejando intereses sin heredero”, y acota: “yo como legítima hermana debo hacer míos legalmente esos intereses”.
A los 53 años de edad, Gavina solicitó por primera vez su partida de bautizo y se dio con la sorpresa de que no existía. Para acreditar que decía la verdad tuvo que presentar dos testigos: el agricultor Valentín del Corral y Juan Loyola, amigo íntimo de sus padres. Ambos supuestamente habían estado presentes en su bautizo. Adicionalmente presentó otro testigo: el carpintero Melchor Balbuena, ex vecino de su familia en el barrio de Santo Domingo. Finalmente, Gavina adjuntó como prueba de legitimidad la partida de matrimonio de sus padres.
En corto tiempo, la iglesia aceptó su solicitud y ella quedó registrada en el libro de bautizos de diciembre de 1888 como hija de José Dolores Martel y Gertrudis Reyes. Según el documento, Gavina nació el 19 de febrero de 1835, lo que a lo largo de esta investigación nos ha permitido calcular su edad “oficial”, aunque otro documento deja abierta la posibilidad de que en realidad haya nacido dos años antes, en 1833.
Por otra parte, la partida de bautizo de su hermano Matías se registró recién en 1890 y en ella figura que nació en 1837. Se cree que la inscripción de las partidas bautismales le permitió a Gavina acceder a los intereses dejados por su hermano fallecido, lo que podría explicar, en parte, la posición económica que alcanzó. Decimos “en parte” porque su hermano fue un religioso de rango intermedio y es poco probable que haya amasado una considerable fortuna.
Un hecho anecdótico en esta historia es que como madrina de bautizo de Gavina Martel aparece citada Mercedes Zamora, cuyo apellido es muy similar al que se atribuyó Gavina durante muchos años. Sin embargo, en esta petición al Arzobispado, Gavina extrañamente no hizo ninguna referencia al apellido Alzamora. Por eso sorprende que en 1909, veinte años después de este episodio, su nieto Carlos haya declarado que su padre Leoncio fue hijo de Gavina Alzamora.
Foto: La revista Variedades publicó una fotografía de Leoncio Blacker y una pequeña reseña dando cuenta de su fallecimiento.
En la partida de defunción se señala correctamente que Leoncio falleció a la edad de 54 años, mientras que los testigos del deceso fueron el empleado Miguel Fragua y el comerciante Pedro Guimet. Sin embargo, un dato que causa sorpresa es que Carlos Blacker inscribió a su padre como hijo de Juan Blacker y Gavina Alzamora. Esto no sólo significa que la confusión respecto al verdadero apellido de Gavina duró muchos años, sino que el fallecido quedó registrado erróneamente como Leoncio Blacker Alzamora y así permanece en los archivos del municipio chorrillano.
En la partida de defunción se señala, además, que la causa de muerte fue un "epitelioma de cuello", pero en la inscripción posterior, antes del entierro en el cementerio Presbítero Maestro, se anota que la causa de fallecimiento fue una neumonía.
A pesar de que pasó varios días postrado en cama antes de su muerte, Leoncio no dejó testamento. Según fuentes familiares, él trabajaba en ese entonces para su madre como encargado de cobrar los alquileres de las propiedades que Gavina Martel poseía en La Magdalena y Chorrillos.
Su muerte dejó a su numerosa familia en una incómoda posición económica y su viuda, Emilia León, se vio obligada a pedirle ayuda a su suegra, aunque la relación entre ambas no era nada cordial. La madre de Leoncio aceptó apoyar económicamente a su nuera, pero con una reducida mensualidad. En ese momento las niñas Blacker León acudían al colegio León de Andrade, que estaba ubicado en el centro de Lima y que posteriormente se convertiría en el colegio Sophianum.
Por los testimonios recogidos es evidente que Gavina Martel exhibía en esa época una sólida posición económica. Incluso, unos días antes de la muerte de Leoncio, Gavina sufrió un robo en su propia casa de la calle Ilave. Fue un hurto valioso que mereció la atención de la prensa y la noticia se publicó en el diario El Comercio el 5 de agosto de 1909. En la nota periodística se detalla el robo de varias alhajas valorizadas en 1,920 soles de la época y Gavina aparece citada como viuda de Blacker.
La manera cómo Gavina Martel acumuló propiedades y joyas permanece en el misterio. Ella recibía una pensión mensual por la muerte de su hijo José Páramo en la guerra con Chile, pero ese dinero no era prueba suficiente para explicar su buena situación económica. No ha sido posible comprobar si recibió periódicamente dinero del comerciante inglés John Blacker (como ella lo declaró cuando solicitó al Arzobispado de Lima la partida de bautizo de su hijo Leoncio) o si recibió algún tipo de indemnización, aunque existe un documento que podría aclarar algunas dudas.
En ese documento, que data de diciembre de 1888 y que fue encontrado en el Arzobispado de Lima, Gavina señala textualmente lo siguiente: “siéndome necesario absolutamente acreditar mi legitimidad y la de mi difunto hermano don Matías Martel, presbítero de la diócesis de Trujillo, acudí a la parroquia del Sagrario para obtener tanto mi partida bautismal como la de mi referido hermano, pero desgraciadamente ambas matrices no se hallan en los registros de dicha parroquia”.
Gavina agrega que su hermano había fallecido el 26 de octubre de 1888 en la ciudad de Piura “dejando intereses sin heredero”, y acota: “yo como legítima hermana debo hacer míos legalmente esos intereses”.
A los 53 años de edad, Gavina solicitó por primera vez su partida de bautizo y se dio con la sorpresa de que no existía. Para acreditar que decía la verdad tuvo que presentar dos testigos: el agricultor Valentín del Corral y Juan Loyola, amigo íntimo de sus padres. Ambos supuestamente habían estado presentes en su bautizo. Adicionalmente presentó otro testigo: el carpintero Melchor Balbuena, ex vecino de su familia en el barrio de Santo Domingo. Finalmente, Gavina adjuntó como prueba de legitimidad la partida de matrimonio de sus padres.
En corto tiempo, la iglesia aceptó su solicitud y ella quedó registrada en el libro de bautizos de diciembre de 1888 como hija de José Dolores Martel y Gertrudis Reyes. Según el documento, Gavina nació el 19 de febrero de 1835, lo que a lo largo de esta investigación nos ha permitido calcular su edad “oficial”, aunque otro documento deja abierta la posibilidad de que en realidad haya nacido dos años antes, en 1833.
Por otra parte, la partida de bautizo de su hermano Matías se registró recién en 1890 y en ella figura que nació en 1837. Se cree que la inscripción de las partidas bautismales le permitió a Gavina acceder a los intereses dejados por su hermano fallecido, lo que podría explicar, en parte, la posición económica que alcanzó. Decimos “en parte” porque su hermano fue un religioso de rango intermedio y es poco probable que haya amasado una considerable fortuna.
Un hecho anecdótico en esta historia es que como madrina de bautizo de Gavina Martel aparece citada Mercedes Zamora, cuyo apellido es muy similar al que se atribuyó Gavina durante muchos años. Sin embargo, en esta petición al Arzobispado, Gavina extrañamente no hizo ninguna referencia al apellido Alzamora. Por eso sorprende que en 1909, veinte años después de este episodio, su nieto Carlos haya declarado que su padre Leoncio fue hijo de Gavina Alzamora.
Foto: La revista Variedades publicó una fotografía de Leoncio Blacker y una pequeña reseña dando cuenta de su fallecimiento.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Cuatro mujeres
Menos de un mes después de la subasta de la biblioteca privada de John Blacker, su hijo Leoncio y Emilia tuvieron en Lima a su séptimo descendiente. Fue una niña y se llamó María Elisa Francisca. Ella nació el 3 de diciembre de 1897 y fue bautizada en la iglesia de Santa Ana el 19 de junio de 1898. Sus padrinos fueron José Devescovi y Adela Vargas de Devescovi.
Por otra parte, existe registro civil del nacimiento de un niño llamado Juan Blacker el 24 de junio de 1899. Otra niña nació el 2 de agosto de 1900 de la mano del Siglo XX y su nombre fue Carmen María Angélica Blacker León. Casi dos años después, el 3 de julio de 1902, vino al mundo Aurelia Blacker León, cuyo bautizo se realizó el mismo día en la iglesia de Santa Ana y su madrina fue Manuela Blacker de Monteverde.
Finalmente, el 15 de octubre de 1907, nació María Teresa Blacker León. En círculos familiares siempre se comentó que Leoncio y Emilia fueron padres de 10 hijos, pero está claro que tuvieron un número mayor tomando en cuenta los registros de María Gavina Andrea y Juan, presumiblemente fallecidos de manera prematura.
La mayoría de los hijos de la familia Blacker León nacieron en los altos de la calle Huanta, número 60, en Barrios Altos. Emilia León conocía muy bien esa zona ya que, antes de casarse con Leoncio, ella había vivido en el número 245 de la calle Mestas.
Barrios Altos era en esa época un barrio muy importante, que albergaba a personas muy adineradas y que al mismo tiempo tenía entre sus vecinos a pequeños comerciantes provincianos y empleados de oficios menores. Era usual que en medio de casonas y negocios lujosos se encontrara un corralón, caracterizado por ser un solar de dimensiones generalmente rectangulares, con un solo caño de agua, sin servicios higiénicos, casi sin ventilación y alumbrado por la luz de las velas o las "mechas" de los famosos "lamparines" a kerosene.
En aquellos tiempos Lima continuaba dividida en cuarteles y se cree que la familia Blacker León vivía en el cuartel 2, distrito 4, que se ubicaba hacia el lado de la iglesia de Santa Ana, terminando por la calle Mestas hasta la calle Rufas. En esa zona residieron también una gran cantidad de inmigrantes italianos y por ese motivo a la Plaza Santa Ana se le rebautizó con el nombre de Plaza Italia. Actualmente, su nombre oficial es Plaza Raimondi.
Las condiciones generales en las que se desarrolló la vida de la familia Blacker-León no se conocen al detalle. Se sabe que Leoncio Blacker fue un hombre muy estricto con sus hijos y que fue comerciante, aunque el éxito o fracaso de sus actividades profesionales no se puede determinar con exactitud porque no existen registros al respecto.
Lo que se puede comprobar es que alcanzó cierta notoriedad social porque su matrimonio se anunció en la prensa y la noticia de su muerte, en 1909, se publicó con una fotografía en la revista Variedades. Los hijos de Leoncio solían decir que su padre era inglés. En realidad, era una costumbre de esos tiempos que un descendiente de padre extranjero tome la nacionalidad del progenitor, así haya sido hijo natural y no haya sido inscrito en un consulado. Eso le permitía adquirir cierta posición dentro de la sociedad, porque Lima era una ciudad particularmente generosa con todo lo que tuviera que ver con los foráneos de raza blanca llegados de Europa o Norteamérica. Esos extranjeros y sus descendientes, sin importar el oficio que desempeñaran, eran siempre tratados con admiración y respeto.
Foto: Leoncio Blacker junto a su esposa Emilia, su hermana Manuela, sus hijos Leoncio y Delia Victoria Blacker Mascaro y sus hijos Alejandro, Carlos, Manuel, Emilio, Jennie y Mercedes Blacker León.
Por otra parte, existe registro civil del nacimiento de un niño llamado Juan Blacker el 24 de junio de 1899. Otra niña nació el 2 de agosto de 1900 de la mano del Siglo XX y su nombre fue Carmen María Angélica Blacker León. Casi dos años después, el 3 de julio de 1902, vino al mundo Aurelia Blacker León, cuyo bautizo se realizó el mismo día en la iglesia de Santa Ana y su madrina fue Manuela Blacker de Monteverde.
Finalmente, el 15 de octubre de 1907, nació María Teresa Blacker León. En círculos familiares siempre se comentó que Leoncio y Emilia fueron padres de 10 hijos, pero está claro que tuvieron un número mayor tomando en cuenta los registros de María Gavina Andrea y Juan, presumiblemente fallecidos de manera prematura.
La mayoría de los hijos de la familia Blacker León nacieron en los altos de la calle Huanta, número 60, en Barrios Altos. Emilia León conocía muy bien esa zona ya que, antes de casarse con Leoncio, ella había vivido en el número 245 de la calle Mestas.
Barrios Altos era en esa época un barrio muy importante, que albergaba a personas muy adineradas y que al mismo tiempo tenía entre sus vecinos a pequeños comerciantes provincianos y empleados de oficios menores. Era usual que en medio de casonas y negocios lujosos se encontrara un corralón, caracterizado por ser un solar de dimensiones generalmente rectangulares, con un solo caño de agua, sin servicios higiénicos, casi sin ventilación y alumbrado por la luz de las velas o las "mechas" de los famosos "lamparines" a kerosene.
En aquellos tiempos Lima continuaba dividida en cuarteles y se cree que la familia Blacker León vivía en el cuartel 2, distrito 4, que se ubicaba hacia el lado de la iglesia de Santa Ana, terminando por la calle Mestas hasta la calle Rufas. En esa zona residieron también una gran cantidad de inmigrantes italianos y por ese motivo a la Plaza Santa Ana se le rebautizó con el nombre de Plaza Italia. Actualmente, su nombre oficial es Plaza Raimondi.
Las condiciones generales en las que se desarrolló la vida de la familia Blacker-León no se conocen al detalle. Se sabe que Leoncio Blacker fue un hombre muy estricto con sus hijos y que fue comerciante, aunque el éxito o fracaso de sus actividades profesionales no se puede determinar con exactitud porque no existen registros al respecto.
Lo que se puede comprobar es que alcanzó cierta notoriedad social porque su matrimonio se anunció en la prensa y la noticia de su muerte, en 1909, se publicó con una fotografía en la revista Variedades. Los hijos de Leoncio solían decir que su padre era inglés. En realidad, era una costumbre de esos tiempos que un descendiente de padre extranjero tome la nacionalidad del progenitor, así haya sido hijo natural y no haya sido inscrito en un consulado. Eso le permitía adquirir cierta posición dentro de la sociedad, porque Lima era una ciudad particularmente generosa con todo lo que tuviera que ver con los foráneos de raza blanca llegados de Europa o Norteamérica. Esos extranjeros y sus descendientes, sin importar el oficio que desempeñaran, eran siempre tratados con admiración y respeto.
Foto: Leoncio Blacker junto a su esposa Emilia, su hermana Manuela, sus hijos Leoncio y Delia Victoria Blacker Mascaro y sus hijos Alejandro, Carlos, Manuel, Emilio, Jennie y Mercedes Blacker León.
martes, 19 de agosto de 2008
El obstinado coleccionista
El comerciante inglés John Blacker Thierry no tuvo una buena relación con su hijo Carlos, a quien siempre le reprochó su escaso interés por los negocios y su apego a la vida distraída. Sin embargo, Blacker siempre aceptó a su hijo en casa y, fiel a las costumbres de la época respecto a los hijos varones, le dio el privilegiado trato de primogénito, aunque en realidad tenía un hijo mayor, Leoncio, viviendo en el Perú.
Un año después de la boda de Carlos, John Blacker continuaba trabajando y se había acostumbrado a convivir con una bronquitis crónica. Sus problemas de salud no parecían serios cuando, de forma inesperada, un fatal ataque cardíaco le costó la vida. Blacker murió en su casa el 6 de abril de 1896 a los 73 años de edad y su deceso fue inscrito en Londres por su hijo menor, John.
Tras su muerte se conocieron una serie de increíbles detalles acerca de su enloquecida afición por coleccionar libros antiguos, cuyo valor no radicaba en sus páginas sino en que estaban cubiertos por las más finas encuadernaciones del periodo del Renacimiento, las que alguna vez habían pertenecido a bibliotecas de reyes, reinas, coleccionistas, papas y cardenales.
La delirante historia está registrada en el libro Eloquent Witnesses, bookbindings and their history, editado por Mirjam M. Foot. En la publicación se señala que desde 1873 John Blacker tuvo el monopolio de las compras de los libros encuadernados que enviaba en consignación desde París a Londres un tal Monsieur J. Caulin.
Todos los libros llegaban a la tienda del respetado anticuario Bernard Quaritch y Caulin aseguraba que los libros habían sido propiedad de Francisco I, Enrique II y III, Catherine de Medici, Diane de Poitiers y Anne de Montmorency, entre otros personajes de la realeza y el clero. Por una comisión del 5 por ciento, Quaritch vendía indefectiblemente tales tesoros a John Blacker, a quien llamaba “el cliente importante”.
No fue hasta 1885 que un hecho casual fue clave para descubrir que los costosos libros que Quaritch vendía a Blacker eran, en realidad, simples falsificaciones. En el verano de 1885, después de muchos años de rechazar cualquier posibilidad de viajar fuera de Londres por temor a alejarse de sus libros, John Blacker viajó repentinamente a la ciudad de Blois, en Francia. El comerciante inglés no tenía dudas de la autenticidad de sus encuadernaciones, pero estaba ansioso por aprender más sobre ellas. Sin embargo, en ese viaje a Francia, Blacker fue advertido de que Caulin era el seudónimo que utilizaba un famoso falsificador llamado Hagué, quien ya había perpetrado un gran fraude en un museo.
A su regreso de Blois, John Blacker se reunió con Quaritch y le contó los detalles de su descubrimiento. Quaritch, aparentemente horrorizado, se comprometió a detener toda transacción futura. No obstante, Blacker le insistió que continuara vendiéndole los libros de Caulin. El comerciante inglés se rehusaba a creer que eran falsificaciones y pensaba que todo era un ardid del mismo Caulin para recuperar los libros a bajo precio.
Quaritch aceptó continuar con las transacciones, pero con tres condiciones: la primera, que en las futuras negociaciones actuaría como simple servidor de Blacker; la segunda, que estaría al margen de cualquier responsabilidad legal o financiera; y la tercera, que cobraría 10 por ciento de comisión en lugar de 5 por ciento. El anticuario argumentó que el alza de la comisión se justificaba porque era un riesgo para su reputación vender libros que podían ser falsificados.
Estas extraordinarias condiciones fueron aceptadas por John Blacker, quien firmó un acuerdo el 9 de enero de 1886. Durante cinco años más, hasta 1890, Blacker continuó pagando incluso cantidades más altas para adquirir los libros enviados por Caulin a Quaritch. En total, el comerciante inglés gastó una fortuna superior a las 70 mil libras esterlinas de aquella época.
Tanta obsesión desarrolló Blacker por sus libros antiguos que prohibió a su familia hablar sobre ellos. Incluso, su esposa Carmen Espantoso (*) e hijos no podían atreverse ni siquiera a mirarlos. Para conservar los libros, Blacker encargó confeccionar cajas especiales a medida, las cuales fueron hechas de cuero y terciopelo por la firma Leuchars, la más cara en Bond Street.
Cada libro encajaba perfectamente en cada caja, en la que el comerciante inglés guardaba además un sachet de perfume Atkinson. Cada noche, después de la cena, Blacker se sentaba en absoluta soledad en el comedor de su casa para admirar sus libros. Si alguien de la familia aparecía por casualidad, Blacker tenía siempre a la mano una tela de seda para cubrir los libros e impedir que sean vistos. Alguna vez, cuando un técnico fue a su casa a arreglar el cierre de una de sus finas cajas, Blacker comentó que “hubiera sido capaz de pagar 50 libras esterlinas para que ese hombre no viera el libro”.
La obsesión que desarrolló llegó a extremos incomprensibles. Nunca quiso mostrar los libros ni discutir sobre ellos con otros coleccionistas o conocedores, y disfrutó su afición en estricto secreto, como si se tratara de algo prohibido.
La historia dio un vuelco radical e inesperado en 1890 cuando Caulin, el proveedor de los libros, viajó a Londres para conocer personalmente a John Blacker. El encuentro se produjo en la tienda de Quaritch, ubicada en Piccadilly Street número 15. Aquel día, contra toda lógica, Caulin confirmó que en realidad era el falsificador Hagué y confesó que él mismo había hecho las encuadernaciones de todos los libros que había enviado a Quaritch y que habían terminado en manos de Blacker.
A pesar de haber escuchado la confesión con sus propios oídos, el comerciante inglés rechazó obstinadamente la historia que había escuchado, sostuvo que los libros no podían ser falsificaciones y creyó que Hagué estaba tratando simplemente de comprárselos a bajo precio para poderlos revender. No obstante, desde ese día hasta su muerte en 1896, Blacker no compró otro libro enviado por Caulin (Hagué) a Quaritch.
El heredero de la biblioteca de John Blacker fue su hijo Carlos, quien nunca había visto los libros y ni siquiera sospechaba que eran falsificaciones. Cuando se produjo la muerte de su padre, Carlos confiaba en recuperarse económicamente con la venta de tan fastuosa colección privada. Por ese motivo decidió visitar al anticuario Bernard Quaritch, quien personalmente le contó todos los detalles de la historia. Ante semejante revelación, Carlos terminó desanimado y confundido. Posteriormente, Quaritch lo visitó en su casa para revisar los libros y le recomendó llevar algunas piezas al Museo Británico para que sean evaluadas por expertos.
Carlos no debía mencionar ninguna duda sobre los libros y sólo preguntar por su valor, de modo que los expertos pudieran decidir imparcialmente sobre su precio. Al final, Carlos y su esposa seleccionaron cuatro libros y los llevaron al Museo Británico. Dos expertos tomaron primero el libro con la encuadernación más modesta y se entusiasmaron con él. Inmediatamente lo señalaron del periodo del rey francés Francisco I.
Luego, revisaron un segundo ejemplar, lo miraron en silencio e intercambiaron miradas. Sin mencionar palabra alguna tomaron nuevamente el modesto libro que habían visto con anterioridad. Uno de ellos lo examinó cuidadosamente, sacudió su cabeza y luego hizo comentarios a su colega acerca de algo incorrecto en la cubierta. Una parte del diseño no se ajustaba al periodo supuesto.
Después de esto, ellos perdieron interés y necesitaron sólo una mirada más para decir que todos eran una falsificación. La evaluación no les tomó más de 10 minutos y aunque admiraron la encuadernación y el trabajo a mano, no dudaron en decir que eran falsificaciones. La esposa de Carlos Blacker, Caroline Frost, se mostró sorprendida porque en menos de 15 minutos los expertos del Museo Británico habían descubierto algo que Quaritch y su experto, Mr. Kearney, no pudieron descubrir durante casi 20 años.
Comprensiblemente enfadado, Carlos Blacker fue a increpar a Quaritch por los resultados obtenidos y le preguntó: "¿Por qué usted no solicitó la opinión de un experto durante todo el tiempo que le vendió los libros a mi padre?" Quaritch replicó: "No hay mayor experto en el mundo que nuestro Mr. Kearney".
En realidad, Michael Kearney, un reputado linguista y pensador al servicio de Quaritch, sí había tenido sospechas sobre las encuadernaciones. Aunque no era un especialista en la materia, Kearney le había advertido a Quaritch de que en algunas encuadernaciones el cuero lucía sospechosamente reluciente y que algunos finos acabados parecían haberse conseguido con la utilización de herramientas modernas. Quaritch siempre minimizó esas advertencias.
Finalmente, la colección completa fue rematada en Sotheby´s el 11 de noviembre de 1897 a un precio irrisorio de 1,900 libras esterlinas y fue presentada bajo el siguiente nombre: “A Remarkable Collection of Books in Magnificent Modern Bindings, formed by an Amateur (Recently deceased)”.
Carlos hizo todo lo posible para que el tema no se hiciera público con la finalidad de evitar que su padre sea recordado como un absoluto tonto y se convirtiera, además, en una burla pública. Con esta acción también ayudó a salvaguardar el prestigio y honestidad de Bernard Quaritch, cuya casa comercial funciona hasta la actualidad en Inglaterra.
John Blacker Thierry dejó escrito un testamento en el que no hace ninguna mención a los hijos naturales que tuvo en el Perú.
Foto: John Blacker Thierry (sentado) en una fotografía familiar junto a su hijo Carlos.
(*) Respecto a Carmen Espantoso Oramas, esposa de John Blacker Thierry, debe decirse que falleció el 27 de noviembre de 1917. Los detalles de su muerte forman parte de las memorias escritas por su nieto Carlos Paton Blacker Frost.
Unas semanas antes de su deceso y en plena Primera Guerra Mundial, Carmen Espantoso cayó enferma con dolores abdominales. Varios doctores fueron consultados y todos coincidieron al decir que no había nada que hacer porque ella tenía un tumor inoperable.
El caso fue finalmente tomado por el doctor Maumus, quien era en cierta medida amigo de la familia. Maumus decidió utilizar morfina para aliviar los dolores de la paciente lo que provocó que Carmen Espantoso perdiera el apetito (no comió por nueve días antes de su muerte) y sufriera alucinaciones repitiendo constantemente frases en francés y español, tales como 'Mon Dieu comme c'est beau de mourir,' 'Que tu es beau, mon Dieu' y 'Señorito Jesús, qué lindo eres".
Además, según relataron sus familiares más cercanos, su fallecimiento estuvo rodeado de heroicidad y sacrificio. Carmen Espantoso era una devota católica y quedó particularmente afectada cuando se enteró de que su nieto John Robin Blacker Frost había muerto durante la guerra a los 18 años de edad.
Por eso, cuando el conflicto armado todavía no había terminado, decidió hacer un ofrecimiento a Dios para salvar las vidas de sus familiares más jóvenes, en especial las de sus nietos Carlos Paton Blacker Frost, quien también formaba parte del ejército británico (Coldstream Guards), y Ernest Devaux Blacker, oficial en la armada alemana, paradójicamente enemiga de Inglaterra.
Antes de morir y sufriendo terribles dolores, Carmen Espantoso le contó a su hija Dolores que se sentía muy feliz porque Dios había aceptado su sacrificio y tomaría su vida a cambio de preservar la de sus familiares más jóvenes.
Producto de una travesura del destino o de la inmensa fe de Carmen Espantoso, su nieto Carlos Paton sobrevivió en efecto a la guerra, estudió medicina, se especializó en psiquiatría, participó en la Segunda Guerra Mundial y luego se convirtió en uno de los pioneros de la planificación familiar en el mundo. Carlos Paton murió en 1975 dejando tres hijos: John Blacker, Thetis Blacker y Carmen Blacker. Los tres alcanzaron alto reconocimiento profesional en Inglaterra y fallecieron sin dejar descendencia.
Un año después de la boda de Carlos, John Blacker continuaba trabajando y se había acostumbrado a convivir con una bronquitis crónica. Sus problemas de salud no parecían serios cuando, de forma inesperada, un fatal ataque cardíaco le costó la vida. Blacker murió en su casa el 6 de abril de 1896 a los 73 años de edad y su deceso fue inscrito en Londres por su hijo menor, John.
Tras su muerte se conocieron una serie de increíbles detalles acerca de su enloquecida afición por coleccionar libros antiguos, cuyo valor no radicaba en sus páginas sino en que estaban cubiertos por las más finas encuadernaciones del periodo del Renacimiento, las que alguna vez habían pertenecido a bibliotecas de reyes, reinas, coleccionistas, papas y cardenales.
La delirante historia está registrada en el libro Eloquent Witnesses, bookbindings and their history, editado por Mirjam M. Foot. En la publicación se señala que desde 1873 John Blacker tuvo el monopolio de las compras de los libros encuadernados que enviaba en consignación desde París a Londres un tal Monsieur J. Caulin.
Todos los libros llegaban a la tienda del respetado anticuario Bernard Quaritch y Caulin aseguraba que los libros habían sido propiedad de Francisco I, Enrique II y III, Catherine de Medici, Diane de Poitiers y Anne de Montmorency, entre otros personajes de la realeza y el clero. Por una comisión del 5 por ciento, Quaritch vendía indefectiblemente tales tesoros a John Blacker, a quien llamaba “el cliente importante”.
No fue hasta 1885 que un hecho casual fue clave para descubrir que los costosos libros que Quaritch vendía a Blacker eran, en realidad, simples falsificaciones. En el verano de 1885, después de muchos años de rechazar cualquier posibilidad de viajar fuera de Londres por temor a alejarse de sus libros, John Blacker viajó repentinamente a la ciudad de Blois, en Francia. El comerciante inglés no tenía dudas de la autenticidad de sus encuadernaciones, pero estaba ansioso por aprender más sobre ellas. Sin embargo, en ese viaje a Francia, Blacker fue advertido de que Caulin era el seudónimo que utilizaba un famoso falsificador llamado Hagué, quien ya había perpetrado un gran fraude en un museo.
A su regreso de Blois, John Blacker se reunió con Quaritch y le contó los detalles de su descubrimiento. Quaritch, aparentemente horrorizado, se comprometió a detener toda transacción futura. No obstante, Blacker le insistió que continuara vendiéndole los libros de Caulin. El comerciante inglés se rehusaba a creer que eran falsificaciones y pensaba que todo era un ardid del mismo Caulin para recuperar los libros a bajo precio.
Quaritch aceptó continuar con las transacciones, pero con tres condiciones: la primera, que en las futuras negociaciones actuaría como simple servidor de Blacker; la segunda, que estaría al margen de cualquier responsabilidad legal o financiera; y la tercera, que cobraría 10 por ciento de comisión en lugar de 5 por ciento. El anticuario argumentó que el alza de la comisión se justificaba porque era un riesgo para su reputación vender libros que podían ser falsificados.
Estas extraordinarias condiciones fueron aceptadas por John Blacker, quien firmó un acuerdo el 9 de enero de 1886. Durante cinco años más, hasta 1890, Blacker continuó pagando incluso cantidades más altas para adquirir los libros enviados por Caulin a Quaritch. En total, el comerciante inglés gastó una fortuna superior a las 70 mil libras esterlinas de aquella época.
Tanta obsesión desarrolló Blacker por sus libros antiguos que prohibió a su familia hablar sobre ellos. Incluso, su esposa Carmen Espantoso (*) e hijos no podían atreverse ni siquiera a mirarlos. Para conservar los libros, Blacker encargó confeccionar cajas especiales a medida, las cuales fueron hechas de cuero y terciopelo por la firma Leuchars, la más cara en Bond Street.
Cada libro encajaba perfectamente en cada caja, en la que el comerciante inglés guardaba además un sachet de perfume Atkinson. Cada noche, después de la cena, Blacker se sentaba en absoluta soledad en el comedor de su casa para admirar sus libros. Si alguien de la familia aparecía por casualidad, Blacker tenía siempre a la mano una tela de seda para cubrir los libros e impedir que sean vistos. Alguna vez, cuando un técnico fue a su casa a arreglar el cierre de una de sus finas cajas, Blacker comentó que “hubiera sido capaz de pagar 50 libras esterlinas para que ese hombre no viera el libro”.
La obsesión que desarrolló llegó a extremos incomprensibles. Nunca quiso mostrar los libros ni discutir sobre ellos con otros coleccionistas o conocedores, y disfrutó su afición en estricto secreto, como si se tratara de algo prohibido.
La historia dio un vuelco radical e inesperado en 1890 cuando Caulin, el proveedor de los libros, viajó a Londres para conocer personalmente a John Blacker. El encuentro se produjo en la tienda de Quaritch, ubicada en Piccadilly Street número 15. Aquel día, contra toda lógica, Caulin confirmó que en realidad era el falsificador Hagué y confesó que él mismo había hecho las encuadernaciones de todos los libros que había enviado a Quaritch y que habían terminado en manos de Blacker.
A pesar de haber escuchado la confesión con sus propios oídos, el comerciante inglés rechazó obstinadamente la historia que había escuchado, sostuvo que los libros no podían ser falsificaciones y creyó que Hagué estaba tratando simplemente de comprárselos a bajo precio para poderlos revender. No obstante, desde ese día hasta su muerte en 1896, Blacker no compró otro libro enviado por Caulin (Hagué) a Quaritch.
El heredero de la biblioteca de John Blacker fue su hijo Carlos, quien nunca había visto los libros y ni siquiera sospechaba que eran falsificaciones. Cuando se produjo la muerte de su padre, Carlos confiaba en recuperarse económicamente con la venta de tan fastuosa colección privada. Por ese motivo decidió visitar al anticuario Bernard Quaritch, quien personalmente le contó todos los detalles de la historia. Ante semejante revelación, Carlos terminó desanimado y confundido. Posteriormente, Quaritch lo visitó en su casa para revisar los libros y le recomendó llevar algunas piezas al Museo Británico para que sean evaluadas por expertos.
Carlos no debía mencionar ninguna duda sobre los libros y sólo preguntar por su valor, de modo que los expertos pudieran decidir imparcialmente sobre su precio. Al final, Carlos y su esposa seleccionaron cuatro libros y los llevaron al Museo Británico. Dos expertos tomaron primero el libro con la encuadernación más modesta y se entusiasmaron con él. Inmediatamente lo señalaron del periodo del rey francés Francisco I.
Luego, revisaron un segundo ejemplar, lo miraron en silencio e intercambiaron miradas. Sin mencionar palabra alguna tomaron nuevamente el modesto libro que habían visto con anterioridad. Uno de ellos lo examinó cuidadosamente, sacudió su cabeza y luego hizo comentarios a su colega acerca de algo incorrecto en la cubierta. Una parte del diseño no se ajustaba al periodo supuesto.
Después de esto, ellos perdieron interés y necesitaron sólo una mirada más para decir que todos eran una falsificación. La evaluación no les tomó más de 10 minutos y aunque admiraron la encuadernación y el trabajo a mano, no dudaron en decir que eran falsificaciones. La esposa de Carlos Blacker, Caroline Frost, se mostró sorprendida porque en menos de 15 minutos los expertos del Museo Británico habían descubierto algo que Quaritch y su experto, Mr. Kearney, no pudieron descubrir durante casi 20 años.
Comprensiblemente enfadado, Carlos Blacker fue a increpar a Quaritch por los resultados obtenidos y le preguntó: "¿Por qué usted no solicitó la opinión de un experto durante todo el tiempo que le vendió los libros a mi padre?" Quaritch replicó: "No hay mayor experto en el mundo que nuestro Mr. Kearney".
En realidad, Michael Kearney, un reputado linguista y pensador al servicio de Quaritch, sí había tenido sospechas sobre las encuadernaciones. Aunque no era un especialista en la materia, Kearney le había advertido a Quaritch de que en algunas encuadernaciones el cuero lucía sospechosamente reluciente y que algunos finos acabados parecían haberse conseguido con la utilización de herramientas modernas. Quaritch siempre minimizó esas advertencias.
Finalmente, la colección completa fue rematada en Sotheby´s el 11 de noviembre de 1897 a un precio irrisorio de 1,900 libras esterlinas y fue presentada bajo el siguiente nombre: “A Remarkable Collection of Books in Magnificent Modern Bindings, formed by an Amateur (Recently deceased)”.
Carlos hizo todo lo posible para que el tema no se hiciera público con la finalidad de evitar que su padre sea recordado como un absoluto tonto y se convirtiera, además, en una burla pública. Con esta acción también ayudó a salvaguardar el prestigio y honestidad de Bernard Quaritch, cuya casa comercial funciona hasta la actualidad en Inglaterra.
John Blacker Thierry dejó escrito un testamento en el que no hace ninguna mención a los hijos naturales que tuvo en el Perú.
Foto: John Blacker Thierry (sentado) en una fotografía familiar junto a su hijo Carlos.
(*) Respecto a Carmen Espantoso Oramas, esposa de John Blacker Thierry, debe decirse que falleció el 27 de noviembre de 1917. Los detalles de su muerte forman parte de las memorias escritas por su nieto Carlos Paton Blacker Frost.
Unas semanas antes de su deceso y en plena Primera Guerra Mundial, Carmen Espantoso cayó enferma con dolores abdominales. Varios doctores fueron consultados y todos coincidieron al decir que no había nada que hacer porque ella tenía un tumor inoperable.
El caso fue finalmente tomado por el doctor Maumus, quien era en cierta medida amigo de la familia. Maumus decidió utilizar morfina para aliviar los dolores de la paciente lo que provocó que Carmen Espantoso perdiera el apetito (no comió por nueve días antes de su muerte) y sufriera alucinaciones repitiendo constantemente frases en francés y español, tales como 'Mon Dieu comme c'est beau de mourir,' 'Que tu es beau, mon Dieu' y 'Señorito Jesús, qué lindo eres".
Además, según relataron sus familiares más cercanos, su fallecimiento estuvo rodeado de heroicidad y sacrificio. Carmen Espantoso era una devota católica y quedó particularmente afectada cuando se enteró de que su nieto John Robin Blacker Frost había muerto durante la guerra a los 18 años de edad.
Por eso, cuando el conflicto armado todavía no había terminado, decidió hacer un ofrecimiento a Dios para salvar las vidas de sus familiares más jóvenes, en especial las de sus nietos Carlos Paton Blacker Frost, quien también formaba parte del ejército británico (Coldstream Guards), y Ernest Devaux Blacker, oficial en la armada alemana, paradójicamente enemiga de Inglaterra.
Antes de morir y sufriendo terribles dolores, Carmen Espantoso le contó a su hija Dolores que se sentía muy feliz porque Dios había aceptado su sacrificio y tomaría su vida a cambio de preservar la de sus familiares más jóvenes.
Producto de una travesura del destino o de la inmensa fe de Carmen Espantoso, su nieto Carlos Paton sobrevivió en efecto a la guerra, estudió medicina, se especializó en psiquiatría, participó en la Segunda Guerra Mundial y luego se convirtió en uno de los pioneros de la planificación familiar en el mundo. Carlos Paton murió en 1975 dejando tres hijos: John Blacker, Thetis Blacker y Carmen Blacker. Los tres alcanzaron alto reconocimiento profesional en Inglaterra y fallecieron sin dejar descendencia.
sábado, 9 de agosto de 2008
Carlos Blacker Espantoso
Corría también el año 1895 cuando, poco antes de las sangrientas disputas políticas de Lima, el hijo mayor del comerciante inglés John Blacker y Carmen Espantoso contrajo matrimonio en Londres. Juan Carlos Blacker, quien solamente utilizaba su segundo nombre, se casó con la estadounidense Caroline “Carrie” Frost.
Ella era hija de Daniel Frost, un estricto hombre natural de St. Louis, quien había ocupado cargo de general en el ejército confederado durante la guerra civil norteamericana. Daniel Frost se oponía a la boda de su hija, pero ella encontró la manera de viajar de Estados Unidos a Inglaterra para casarse con Carlos Blacker en febrero de 1895.
Carlos estudió en Oxford, era políglota, brillante lingüista, con refinados gustos y variados intereses, entre los que se encontraban la literatura, la antropología social y el estudio de la religión comparada. Además, tuvo como buenos amigos a distinguidas personalidades literarias como Anatole France, George Bernard Shaw y el polémico Oscar Wilde, quien lo consideraba el “hombre más elegante de Londres” e incluso le dedicó uno de sus libros para niños llamado The Happy Prince.
Sin embargo, Carlos Blacker era también un amante del ocio y, antes de su matrimonio, nunca había hecho ningún intento serio para ganarse la vida. Su única incursión en el mundo de los negocios tuvo resultados catastróficos porque perdió todo su dinero y fue declarado en bancarrota en 1894. Este desastre económico lo condujo además a la ruptura con uno de sus mejores amigos, el Duque de Newcastle, quien lo acusó de hacer trampa jugando a las cartas delante de varios testigos.
Sin dinero y totalmente desconcertado por la falsa acusación que se difundió por todo Londres, Carlos Blacker decidió imponerse un autoexilio y alejarse de Inglaterra para vivir entre París y Friburgo, donde residía su hermana Carmen. Su hijo mayor, Carlos Paton, nació en París el 8 de diciembre de 1895 y dos años después nació su segundo hijo: John Robin.
En todo el material investigado hasta el momento no se ha encontrado ninguna pista que permita saber si Carlos Blacker tuvo alguna referencia sobre la existencia de sus cuatro medios hermanos en el Perú. Lo más probable es que sus padres hayan mantenido en absoluto secreto cualquier información relacionada a Gavina Martel y a sus hijos.
Por otro lado, en la actualidad es posible encontrar diversas referencias a Carlos Blacker en varias publicaciones relacionadas al afamado Caso Dreyfus. Por ejemplo, existe un libro en francés llamado L´Affaire Dreyfus de A á Z, en el cual el doctor J. Robert Maguire escribe un capítulo corto titulado Carlos Blacker.
Alfred Dreyfus fue un militar judío francés, acusado de traidor y espía, que fue degradado públicamente en París por vender secretos militares a Alemania. Dreyfus fue sentenciado a cumplir una condena de por vida en la Isla del Diablo, en la Guyana Francesa. Blacker, en su momento, conoció la verdad del caso a través de un amigo cercano, el coronel italiano Alessandro Panizzardi, quien le reveló que Dreyfus no era culpable y que el verdadero responsable de espionaje era el comandante Marie-Charles-Ferdinand Walsin-Esterhazy, un exéntrico personaje que pagaba con información secreta sus deudas de juego.
Blacker le contó la historia a Oscar Wilde con la intención de darle el estímulo necesario para retomar su carrera literaria y escribir una historia a favor de Dreyfus. Sin embargo, Wilde no atravesaba por un buen momento personal, había sido condenado a dos años de trabajos forzados acusado de actos homosexuales y estaba arruinado material y moralmente. Wilde no le dio importancia al asunto y, además, le contó a un periodista los detalles de lo revelado por Blacker. Esta inesperada deslealtad de Wilde provocó que Blacker reciba una andanada de ataques en la prensa francesa, por lo que tuvo que abandonar París junto a su familia.
Finalmente, el escritor Emile Zola publicó la verdadera historia del caso en 1898 bajo el nombre Yo acuso y provocó una profunda conmoción en la sociedad francesa. Dreyfus fue absuelto de los cargos en su contra y su caso llegó a ser tan importante que se crearon tres nuevas palabras en francés vinculadas al hecho: dreyfusards, dreyfusiens y dreyfusistes.
"Dreyfusards" fueron llamados los primeros defensores de Dreyfus, los que lo apoyaron desde un principio, incondicionalmente. Entre ellos se cuenta a Carlos Blacker Espantoso. "Dreyfusistes" fueron llamados quienes reflexionaron sobre las implicancias profundas del caso y sostenían a partir del mismo la necesidad de realizar reformas políticas y sociales.
Los "Dreyfusiens" recién aparecieron en diciembre de 1898 cuando el enfrentamiento entre dreyfusards y antidreyfusards se volvió excesivamente áspero, llegando a comprometer la estabilidad de la Tercera República Francesa. Aunque consideraban injusta la situación de Dreyfus, su principal preocupación era calmar la situación para salvar al régimen republicano parlamentario de entonces.
Foto: Carlos Blacker Espantoso nació en Lima y fue medio hermano de Leoncio, Manuela, Aurelia y Natalia. Fotografía J. E. Mayall Studios.
Ella era hija de Daniel Frost, un estricto hombre natural de St. Louis, quien había ocupado cargo de general en el ejército confederado durante la guerra civil norteamericana. Daniel Frost se oponía a la boda de su hija, pero ella encontró la manera de viajar de Estados Unidos a Inglaterra para casarse con Carlos Blacker en febrero de 1895.
Carlos estudió en Oxford, era políglota, brillante lingüista, con refinados gustos y variados intereses, entre los que se encontraban la literatura, la antropología social y el estudio de la religión comparada. Además, tuvo como buenos amigos a distinguidas personalidades literarias como Anatole France, George Bernard Shaw y el polémico Oscar Wilde, quien lo consideraba el “hombre más elegante de Londres” e incluso le dedicó uno de sus libros para niños llamado The Happy Prince.
Sin embargo, Carlos Blacker era también un amante del ocio y, antes de su matrimonio, nunca había hecho ningún intento serio para ganarse la vida. Su única incursión en el mundo de los negocios tuvo resultados catastróficos porque perdió todo su dinero y fue declarado en bancarrota en 1894. Este desastre económico lo condujo además a la ruptura con uno de sus mejores amigos, el Duque de Newcastle, quien lo acusó de hacer trampa jugando a las cartas delante de varios testigos.
Sin dinero y totalmente desconcertado por la falsa acusación que se difundió por todo Londres, Carlos Blacker decidió imponerse un autoexilio y alejarse de Inglaterra para vivir entre París y Friburgo, donde residía su hermana Carmen. Su hijo mayor, Carlos Paton, nació en París el 8 de diciembre de 1895 y dos años después nació su segundo hijo: John Robin.
En todo el material investigado hasta el momento no se ha encontrado ninguna pista que permita saber si Carlos Blacker tuvo alguna referencia sobre la existencia de sus cuatro medios hermanos en el Perú. Lo más probable es que sus padres hayan mantenido en absoluto secreto cualquier información relacionada a Gavina Martel y a sus hijos.
Por otro lado, en la actualidad es posible encontrar diversas referencias a Carlos Blacker en varias publicaciones relacionadas al afamado Caso Dreyfus. Por ejemplo, existe un libro en francés llamado L´Affaire Dreyfus de A á Z, en el cual el doctor J. Robert Maguire escribe un capítulo corto titulado Carlos Blacker.
Alfred Dreyfus fue un militar judío francés, acusado de traidor y espía, que fue degradado públicamente en París por vender secretos militares a Alemania. Dreyfus fue sentenciado a cumplir una condena de por vida en la Isla del Diablo, en la Guyana Francesa. Blacker, en su momento, conoció la verdad del caso a través de un amigo cercano, el coronel italiano Alessandro Panizzardi, quien le reveló que Dreyfus no era culpable y que el verdadero responsable de espionaje era el comandante Marie-Charles-Ferdinand Walsin-Esterhazy, un exéntrico personaje que pagaba con información secreta sus deudas de juego.
Blacker le contó la historia a Oscar Wilde con la intención de darle el estímulo necesario para retomar su carrera literaria y escribir una historia a favor de Dreyfus. Sin embargo, Wilde no atravesaba por un buen momento personal, había sido condenado a dos años de trabajos forzados acusado de actos homosexuales y estaba arruinado material y moralmente. Wilde no le dio importancia al asunto y, además, le contó a un periodista los detalles de lo revelado por Blacker. Esta inesperada deslealtad de Wilde provocó que Blacker reciba una andanada de ataques en la prensa francesa, por lo que tuvo que abandonar París junto a su familia.
Finalmente, el escritor Emile Zola publicó la verdadera historia del caso en 1898 bajo el nombre Yo acuso y provocó una profunda conmoción en la sociedad francesa. Dreyfus fue absuelto de los cargos en su contra y su caso llegó a ser tan importante que se crearon tres nuevas palabras en francés vinculadas al hecho: dreyfusards, dreyfusiens y dreyfusistes.
"Dreyfusards" fueron llamados los primeros defensores de Dreyfus, los que lo apoyaron desde un principio, incondicionalmente. Entre ellos se cuenta a Carlos Blacker Espantoso. "Dreyfusistes" fueron llamados quienes reflexionaron sobre las implicancias profundas del caso y sostenían a partir del mismo la necesidad de realizar reformas políticas y sociales.
Los "Dreyfusiens" recién aparecieron en diciembre de 1898 cuando el enfrentamiento entre dreyfusards y antidreyfusards se volvió excesivamente áspero, llegando a comprometer la estabilidad de la Tercera República Francesa. Aunque consideraban injusta la situación de Dreyfus, su principal preocupación era calmar la situación para salvar al régimen republicano parlamentario de entonces.
Foto: Carlos Blacker Espantoso nació en Lima y fue medio hermano de Leoncio, Manuela, Aurelia y Natalia. Fotografía J. E. Mayall Studios.
viernes, 25 de julio de 2008
La familia crece
Al inicio de la última década del siglo XIX la economía peruana intentaba recuperarse, pero la situación política del país era siempre motivo de incertidumbre. Nicolás de Piérola escapó de prisión, estuvo oculto en Lima durante seis meses y partió a Guayaquil el 14 de abril de 1891 amenazando la estabilidad del gobierno de Morales Bermúdez.
Poco tiempo después del viaje de Piérola, exactamente el 12 de mayo de 1891, la familia de Leoncio Blacker y Emilia León siguió creciendo. Ese día nació el cuarto hijo varón del matrimonio: Emilio Maximiliano.
También en el año 1891 se realizó un nuevo censo en Inglaterra, en el cual el comerciante John Blacker Thierry aparece viviendo en la dirección ya conocida de Sussex Square junto a su esposa Carmen, su hijo John –de 24 años y sin ocupación– y seis sirvientes.
Volviendo a la familia Blacker-León, un nuevo miembro llegó muy pronto. Se trató de una niña, quien nació el 24 de septiembre de 1892. La bebe recibió el nombre de María Mercedes. Fue bautizada a los seis meses y 25 días de nacida en la iglesia de Santa Ana el 19 de abril de 1893. Sus padrinos fueron Samuel Palacios, y Eliza Urriaga y León.
Curiosamente, ese mismo día fue bautizado Emilio Maximiliano, quien estaba a punto de cumplir dos años de edad. Sus padrinos fueron Lisandro de la Puente (su apellido materno fue Brousset y se trató de un reputado coronel muy cercano a Andrés Avelino Cáceres) e Isabel Chacón o Charón, quien anteriormente había sido madrina del segundo hijo de Leoncio y Emilia: Carlos.
Ocho meses después del primer cumpleaños de María Mercedes se produjo la muerte del presidente Remigio Morales Bermúdez en pleno ejercicio de su mandato, lo que provocó el regreso de Cáceres a la presidencia y el surgimiento de guerrillas rebeldes afines al presidente y a Nicolás de Piérola en el interior del país.
Cuando Morales Bermúdez murió en mayo de 1894, Emilia León estaba nuevamente embarazada. Así, el 17 de agosto de 1894, nació el sexto descendiente de la familia y fue una niña: Luz Amelia Jennie Blacker León, bautizada en la iglesia de Santa Ana el 24 de febrero de 1895. Sus padrinos fueron el coronel Samuel Palacios y Mendiburu, y la señorita Josefina Devescovi. Sobre Palacios, quien también era padrino de María Mercedes, debe decirse que en 1890 fue presidente de la Comisión Especial Organizadora de la Administración del Departamento de Loreto por encargo de Andrés Avelino Cáceres.
En marzo de 1895, días después del bautizo de Luz Amelia Jennie, Nicolás de Piérola ingresó violentamente a la ciudad de Lima al mando de las guerrillas rebeldes que habían surgido al interior del país y entre sus acompañantes se encontraba Edmundo Seminario y Aramburu, quien años antes había sido testigo en el matrimonio de Leoncio y Emilia.
Durante dos días, Piérola y sus montoneros se enfrascaron en encarnizadas luchas callejeras con las fuerzas leales al presidente Cáceres. El caos fue total en la ciudad y los muertos pasaron los dos millares. Los cadáveres, desperdigados por las calles de Lima, se convirtieron en una amenaza para la salud pública ante la posibilidad de una epidemia.
Los civiles se refugiaron en sus casas hasta que después de una tregua para enterrar a los muertos se logró establecer una Junta de Gobierno que convocó a elecciones. Cáceres dejó el país y Nicolás de Piérola resultó elegido presidente. La primera vicepresidencia recayó en Guillermo Billinghurst y la segunda vicepresidencia la ocupó Augusto Seminario y Váscones, quien había sido padrino en la boda de Leoncio y Emilia. Este episodio histórico es conocido como la batalla de Lima y, según el historiador Jorge Basadre, inicia el primer gobierno civil de la República Aristocrática.
Respecto a los personajes que aparecen ligados a la familia de Leoncio Blacker en este particular momento, llama la atención que dos coroneles cercanos a Cáceres hayan sido padrinos de tres de sus hijos y que dos acérrimos "pierolistas" hayan sido padrino y testigo en su matrimonio. Eso era como mezclar el agua y el aceite en una época claramente marcada por la discusión y el enfrentamiento político.
Foto: El coronel Samuel Palacios y Mendiburu, padrino de bautizo de dos hijas de Leoncio Blacker y Emilia León. Archivo Courret.
Poco tiempo después del viaje de Piérola, exactamente el 12 de mayo de 1891, la familia de Leoncio Blacker y Emilia León siguió creciendo. Ese día nació el cuarto hijo varón del matrimonio: Emilio Maximiliano.
También en el año 1891 se realizó un nuevo censo en Inglaterra, en el cual el comerciante John Blacker Thierry aparece viviendo en la dirección ya conocida de Sussex Square junto a su esposa Carmen, su hijo John –de 24 años y sin ocupación– y seis sirvientes.
Volviendo a la familia Blacker-León, un nuevo miembro llegó muy pronto. Se trató de una niña, quien nació el 24 de septiembre de 1892. La bebe recibió el nombre de María Mercedes. Fue bautizada a los seis meses y 25 días de nacida en la iglesia de Santa Ana el 19 de abril de 1893. Sus padrinos fueron Samuel Palacios, y Eliza Urriaga y León.
Curiosamente, ese mismo día fue bautizado Emilio Maximiliano, quien estaba a punto de cumplir dos años de edad. Sus padrinos fueron Lisandro de la Puente (su apellido materno fue Brousset y se trató de un reputado coronel muy cercano a Andrés Avelino Cáceres) e Isabel Chacón o Charón, quien anteriormente había sido madrina del segundo hijo de Leoncio y Emilia: Carlos.
Ocho meses después del primer cumpleaños de María Mercedes se produjo la muerte del presidente Remigio Morales Bermúdez en pleno ejercicio de su mandato, lo que provocó el regreso de Cáceres a la presidencia y el surgimiento de guerrillas rebeldes afines al presidente y a Nicolás de Piérola en el interior del país.
Cuando Morales Bermúdez murió en mayo de 1894, Emilia León estaba nuevamente embarazada. Así, el 17 de agosto de 1894, nació el sexto descendiente de la familia y fue una niña: Luz Amelia Jennie Blacker León, bautizada en la iglesia de Santa Ana el 24 de febrero de 1895. Sus padrinos fueron el coronel Samuel Palacios y Mendiburu, y la señorita Josefina Devescovi. Sobre Palacios, quien también era padrino de María Mercedes, debe decirse que en 1890 fue presidente de la Comisión Especial Organizadora de la Administración del Departamento de Loreto por encargo de Andrés Avelino Cáceres.
En marzo de 1895, días después del bautizo de Luz Amelia Jennie, Nicolás de Piérola ingresó violentamente a la ciudad de Lima al mando de las guerrillas rebeldes que habían surgido al interior del país y entre sus acompañantes se encontraba Edmundo Seminario y Aramburu, quien años antes había sido testigo en el matrimonio de Leoncio y Emilia.
Durante dos días, Piérola y sus montoneros se enfrascaron en encarnizadas luchas callejeras con las fuerzas leales al presidente Cáceres. El caos fue total en la ciudad y los muertos pasaron los dos millares. Los cadáveres, desperdigados por las calles de Lima, se convirtieron en una amenaza para la salud pública ante la posibilidad de una epidemia.
Los civiles se refugiaron en sus casas hasta que después de una tregua para enterrar a los muertos se logró establecer una Junta de Gobierno que convocó a elecciones. Cáceres dejó el país y Nicolás de Piérola resultó elegido presidente. La primera vicepresidencia recayó en Guillermo Billinghurst y la segunda vicepresidencia la ocupó Augusto Seminario y Váscones, quien había sido padrino en la boda de Leoncio y Emilia. Este episodio histórico es conocido como la batalla de Lima y, según el historiador Jorge Basadre, inicia el primer gobierno civil de la República Aristocrática.
Respecto a los personajes que aparecen ligados a la familia de Leoncio Blacker en este particular momento, llama la atención que dos coroneles cercanos a Cáceres hayan sido padrinos de tres de sus hijos y que dos acérrimos "pierolistas" hayan sido padrino y testigo en su matrimonio. Eso era como mezclar el agua y el aceite en una época claramente marcada por la discusión y el enfrentamiento político.
Foto: El coronel Samuel Palacios y Mendiburu, padrino de bautizo de dos hijas de Leoncio Blacker y Emilia León. Archivo Courret.
domingo, 29 de junio de 2008
La boda de Leoncio y Emilia
Mientras el Perú trataba de recuperar el rumbo y cerrar las heridas de la guerra con Chile bajo el mandato de Andrés Avelino Cáceres, la vida personal de Leoncio Blacker Martel depararía más de una sorpresa.
En 1887 Leoncio tuvo dos hijas naturales. Una de ellas llamada Delia Victoria, hija de Josefina Mascaro Lozano, la madre de su primogénito, mientras que la segunda niña se llamó María Gavina Andrea, hija de Emilia León Mandujano. Respecto a esta segunda bebe, existe un documento en el registro civil que certifica que fue declarada y reconocida por Leoncio Blacker, y que su nacimiento se produjo el 10 de noviembre de 1887.
Esta información permite suponer que durante un tiempo indeterminado Leoncio desarrolló una relación sentimental paralela con Josefina Mascaro y Emilia León. Las repercusiones sociales o familiares que produjo esta situación no se conocen al detalle, pero se sabe que la madre de Leoncio, Gavina Martel, nunca tuvo una relación cordial con Emilia. Sin embargo, la oposición de su madre no fue una barrera para que Leoncio deje de frecuentar a su joven pareja. En relación a María Gavina Andrea Blacker León, se presume que murió poco tiempo después de su nacimiento porque no fue bautizada y no existen mayores datos sobre su existencia.
Pasado el año 1887, parece claro que la relación entre Leoncio Blacker y Emilia León termina por consolidarse definitivamente. El 19 de diciembre de 1888 nació Nemesio Carlos Blacker León. Paradójicamente, el niño nació el mismo día que su medio hermano Nemesio Leoncio y ambos compartieron el primer nombre porque el 19 de diciembre se celebraba en Lima a San Nemesio mártir. El bautizo de Carlos fue el 18 de octubre de 1889 en la iglesia de Santa Ana y sus padrinos fueron Reynaldo Luya e Isabel Chacón o Charón.
A pesar de su numerosa descendencia, Leoncio permanecía soltero. No obstante, su estado civil estaba a punto de cambiar. Días antes del bautizo de Carlos ya se había abierto el expediente matrimonial de Leoncio Blacker Martel, de 34 años de edad, y Emilia León Mandujano, de 21.
En ese documento Leoncio se declaró hijo natural de Juan Blacker y Gavina Martel, y adjuntó una carta al arzobispo, fechada el 1 de octubre de 1889, con el objeto de que se acelerara la lectura de las proclamas porque tenía urgencia de contraer matrimonio: “... no siéndome posible demorar su realización hasta la terminación de lectura de proclamas que prescribe el Santo Concilio de Trento, por las razones que verbalmente he expuesto a su excelentísima y reverendísima; ocurro a su benevolencia suplicándole que en merito a ellas se digne a habilitar martes y jueves diez del presente para la lectura de dos de las proclamas”, dice la carta de Leoncio.
El arzobispo accedió a la petición y aunque no se citan las razones por las que Leoncio pidió acelerar la celebración de la boda, se ha descubierto que hubo un motivo que pudo ser concluyente para convencer al arzobispo: Emilia tenía ocho meses de embarazo. Los testigos de soltería de la pareja fueron los italianos Santiago Queirolo, quien ya había fundado en La Magdalena Vieja (hoy Pueblo Libre) una taberna cuya fama perdura, y Juan Monteverde, el esposo de Manuela Blacker.
Finalmente, el 14 de diciembre de 1889, en la iglesia de Santa Ana, se llevó a cabo el matrimonio de Leoncio y Emilia. Los padrinos fueron Gavina Martel y Augusto Seminario y Váscones, respetado hacendado y coronel perteneciente a una influyente familia piurana y quien, además, había cumplido una activa participación en la guerra con Chile.
Como testigos del enlace se presentaron Lorenzo Martel, hermano de Gavina, y un sobrino de Augusto Seminario y Váscones llamado Edmundo Seminario y Aramburu, quien años más tarde se involucraría en revueltas políticas y llegaría a ser diputado. La noticia del enlace fue publicada en el diario El Comercio y menos de un mes después del matrimonio, el 1 de enero de 1890, nació Manuel Augusto Blacker León. Su bautizo se efectuó once días más tarde, el 12 de enero, en la iglesia de Santa Ana. Actuaron como sus padrinos Lorenzo Martel y Jesús Aedo.
En ese mismo año, Andrés Avelino Cáceres, quien ya había firmado el controvertido Contrato Grace para intentar salvar la economía del país, dejaría la presidencia en manos del coronel Remigio Morales Bermúdez, otro miembro del Partido Constitucional que Cáceres formó después de la guerra con Chile. El triunfo electoral de Morales Bermúdez se facilitó porque el gobierno envió a prisión a Nicolás de Piérola, a quien considerada un peligroso adversario en las elecciones.
En 1890 la economía nacional había experimentado una leve mejoría. Las cámaras de Comercio de Lima, Arequipa y Callao habían vuelto a funcionar, se fundó la Sociedad de Minería y los grupos extranjeros residentes en Lima fundaron varias asociaciones, bancos y beneficencias.
Foto: Recorte del diario El Comercio en el que se anuncia el matrimonio de Leoncio Blacker y Emilia León. Diciembre de 1889.
En 1887 Leoncio tuvo dos hijas naturales. Una de ellas llamada Delia Victoria, hija de Josefina Mascaro Lozano, la madre de su primogénito, mientras que la segunda niña se llamó María Gavina Andrea, hija de Emilia León Mandujano. Respecto a esta segunda bebe, existe un documento en el registro civil que certifica que fue declarada y reconocida por Leoncio Blacker, y que su nacimiento se produjo el 10 de noviembre de 1887.
Esta información permite suponer que durante un tiempo indeterminado Leoncio desarrolló una relación sentimental paralela con Josefina Mascaro y Emilia León. Las repercusiones sociales o familiares que produjo esta situación no se conocen al detalle, pero se sabe que la madre de Leoncio, Gavina Martel, nunca tuvo una relación cordial con Emilia. Sin embargo, la oposición de su madre no fue una barrera para que Leoncio deje de frecuentar a su joven pareja. En relación a María Gavina Andrea Blacker León, se presume que murió poco tiempo después de su nacimiento porque no fue bautizada y no existen mayores datos sobre su existencia.
Pasado el año 1887, parece claro que la relación entre Leoncio Blacker y Emilia León termina por consolidarse definitivamente. El 19 de diciembre de 1888 nació Nemesio Carlos Blacker León. Paradójicamente, el niño nació el mismo día que su medio hermano Nemesio Leoncio y ambos compartieron el primer nombre porque el 19 de diciembre se celebraba en Lima a San Nemesio mártir. El bautizo de Carlos fue el 18 de octubre de 1889 en la iglesia de Santa Ana y sus padrinos fueron Reynaldo Luya e Isabel Chacón o Charón.
A pesar de su numerosa descendencia, Leoncio permanecía soltero. No obstante, su estado civil estaba a punto de cambiar. Días antes del bautizo de Carlos ya se había abierto el expediente matrimonial de Leoncio Blacker Martel, de 34 años de edad, y Emilia León Mandujano, de 21.
En ese documento Leoncio se declaró hijo natural de Juan Blacker y Gavina Martel, y adjuntó una carta al arzobispo, fechada el 1 de octubre de 1889, con el objeto de que se acelerara la lectura de las proclamas porque tenía urgencia de contraer matrimonio: “... no siéndome posible demorar su realización hasta la terminación de lectura de proclamas que prescribe el Santo Concilio de Trento, por las razones que verbalmente he expuesto a su excelentísima y reverendísima; ocurro a su benevolencia suplicándole que en merito a ellas se digne a habilitar martes y jueves diez del presente para la lectura de dos de las proclamas”, dice la carta de Leoncio.
El arzobispo accedió a la petición y aunque no se citan las razones por las que Leoncio pidió acelerar la celebración de la boda, se ha descubierto que hubo un motivo que pudo ser concluyente para convencer al arzobispo: Emilia tenía ocho meses de embarazo. Los testigos de soltería de la pareja fueron los italianos Santiago Queirolo, quien ya había fundado en La Magdalena Vieja (hoy Pueblo Libre) una taberna cuya fama perdura, y Juan Monteverde, el esposo de Manuela Blacker.
Finalmente, el 14 de diciembre de 1889, en la iglesia de Santa Ana, se llevó a cabo el matrimonio de Leoncio y Emilia. Los padrinos fueron Gavina Martel y Augusto Seminario y Váscones, respetado hacendado y coronel perteneciente a una influyente familia piurana y quien, además, había cumplido una activa participación en la guerra con Chile.
Como testigos del enlace se presentaron Lorenzo Martel, hermano de Gavina, y un sobrino de Augusto Seminario y Váscones llamado Edmundo Seminario y Aramburu, quien años más tarde se involucraría en revueltas políticas y llegaría a ser diputado. La noticia del enlace fue publicada en el diario El Comercio y menos de un mes después del matrimonio, el 1 de enero de 1890, nació Manuel Augusto Blacker León. Su bautizo se efectuó once días más tarde, el 12 de enero, en la iglesia de Santa Ana. Actuaron como sus padrinos Lorenzo Martel y Jesús Aedo.
En ese mismo año, Andrés Avelino Cáceres, quien ya había firmado el controvertido Contrato Grace para intentar salvar la economía del país, dejaría la presidencia en manos del coronel Remigio Morales Bermúdez, otro miembro del Partido Constitucional que Cáceres formó después de la guerra con Chile. El triunfo electoral de Morales Bermúdez se facilitó porque el gobierno envió a prisión a Nicolás de Piérola, a quien considerada un peligroso adversario en las elecciones.
En 1890 la economía nacional había experimentado una leve mejoría. Las cámaras de Comercio de Lima, Arequipa y Callao habían vuelto a funcionar, se fundó la Sociedad de Minería y los grupos extranjeros residentes en Lima fundaron varias asociaciones, bancos y beneficencias.
Foto: Recorte del diario El Comercio en el que se anuncia el matrimonio de Leoncio Blacker y Emilia León. Diciembre de 1889.
jueves, 12 de junio de 2008
Después de la guerra
Tras la ocupación de Lima en 1881, la guerra con Chile se trasladó al interior del país y la sierra central resistió los intentos de penetración del ejército chileno. Dirigida por Andrés Avelino Cáceres, la resistencia de la Breña repelió al enemigo a través de una guerra de guerrillas que devolvió cierta esperanza al país. Sin embargo, hastiado de la presencia chilena y de la destrucción sistemática del Perú, el presidente provisorio Miguel Iglesias decidió terminar el conflicto armado capitulando con el invasor. El 20 de octubre de 1883 se firmó el Tratado de Paz de Ancón que incluyó cesiones territoriales permanentes y temporales a las fuerzas enemigas.
La guerra del Pacífico aniquiló la economía nacional y agudizó el desorden político. En principio, Cáceres no reconoció ni la autoridad de Iglesias ni los términos del tratado de paz firmado con Chile y de esta forma se inició el segundo militarismo y la lenta reconstrucción del Perú a manos, nuevamente, de los caudillos.
Dos años después del retiro de las tropas chilenas de Lima, en enero de 1885, Manuela Blacker Martel se casó vestida de negro en señal de luto por los caídos en la guerra. El novio fue el comerciante italiano Juan Monteverde y Monteverde, de 30 años, hijo de Juan Monteverde y Agustina Monteverde. Los testigos de soltería de la pareja fueron los italianos Juan Botto y Agustín Macchiavello.
En el expediente matrimonial Manuela se declaró hija natural de Juan Blacker y Gavina Martel y Alzamora, al mismo tiempo que dejó evidencia de una costumbre femenina de la época: se rebajó la edad. Manuela declaró tener 25 años cuando en realidad tenía 31. Este detalle permite suponer que la Iglesia no era tan escrupulosa como se creía a la hora de celebrar los matrimonios, ya que Manuela tenía partida de bautizo y en ella se consignaba claramente que nació el 25 de marzo de 1853. En el mismo expediente Juan Monteverde citó su domicilio en la calle Carmen Alto, mientras que Manuela señaló que vivía en la calle del Cercado número 4.
Mientras tanto, un año antes del matrimonio de Manuela, en junio de 1884, su media hermana Dolores “Dolly” Blacker Espantoso se casó en Londres con el fabricante de cerveza inglés Stephen George Holland, con quien tuvo tres hijos: Kenneth George Holland, Dolores "Nini" Holland y Vivian Ernest Holland. La familia vivió por mucho tiempo en la calle Sussex Square, a pocos pasos de la casa de los padres de Dolly.
Por otra parte, en 1886, cuando Manuela ya había cumplido el primer aniversario de matrimonio, su hermano Leoncio Blacker fue padre por segunda vez. En esta ocasión la madre del niño fue Ruperta Emilia León Mandujano, una joven de 17 años, hija de Juan León Valenzuela y Mercedes Mandujano Arenas.
El bebé, nacido el 17 de marzo de 1886, fue bautizado con el nombre de Juan Alejandro Blacker León en una ceremonia efectuada el 25 de abril de 1886 en la iglesia de San Lázaro. Sus padrinos fueron Antonio Flores y Victoria León. Según se consigna en la misma inscripción, Leoncio Blacker se acercó a la iglesia y reconoció a su hijo el 20 de noviembre de 1886; es decir, ocho meses después de su nacimiento. En ese momento Leoncio continuaba soltero.
De otro lado, también en 1886, el Consejo de Ministros del Perú ordenó expedir una cédula de montepío a favor de Gavina Martel y le asignó una pensión mensual de 36 soles y 66 centavos, monto que correspondía a las dos terceras partes del haber de su hijo mayor, el subteniente José Páramo, quien -como se señaló en el post anterior- murió durante la Batalla de Miraflores el 15 de enero de 1881.
Foto: Fotografía matrimonial del comerciante italiano Juan Monteverde y Manuela Blacker Martel.
-Nota: Después de la guerra con Chile se creó un Tribunal Arbitral Anglo-chileno para analizar posibles reclamaciones de súbditos británicos contra el gobierno de Chile. Muchos británicos residentes en el Perú presentaron reclamos por el hurto de sus mercaderías y pertenencias o por la destrucción de sus casas o firmas en Chorrillos, Miraflores, Barranco, Cerro Azul, Arica, Iquique, Pisagua, Mollendo, Tacna, etc.
Entre los reclamantes estuvieron Richard Thomas Anderson, David Duncan, Henry J. Fox, Thomas Woodsend, Alexander C. Mitchell, David Genno, John Farquharson, Tomas Lawlor, Alfredo J. Brierly, William E. Aitken, Benjamin J. Smith, Guillermo Tweddle, James Kirkwood, Jorge y Guillermo Stafford, Alejandro Hartley, Guillermo Ricketts, John Mathison, George Petrie, Alexander Prentice, John James Harris, Bates Stokes & Co, Huth & Co, Carlos Kemish, Ricardo Melson, Roberto Reid, William V. Fry, William Simpson, The Lima Railways & Co Limited, Thomas Keppel, Carlos Watson, Roberto Key Jeffery, John Scott, William Long, James Bishop, Carlos Baker, Thomas Simonds Tuffield, Lebbeus Sumpter, Samuel Peake, Guillermo S. Main, Juan Meikle, Carlos Hume Williams, John Briggs, Jefferson & Co, Viuda de Miller & Co, Robert Bishop, Roger Davies, George P. Rosenthal, Mary Watkins, María Portocarrero (viuda de Alejandro MacLean), Santiago Canny, Jorge Elster, Alicia E. Gallagher de Carrol, John Tregear, Juan Tomas North, Virginia Mariátegui (viuda de Enrique Swayne), Guillermo Sans Stanley, W. S. MacLelland, William Speedie, John Jefferson, Robert Smart, J. A. Robilliard, Julia MacLean de Outram, Guillermo Hill, Alejandro Stenhouse, Susana Cooper, Antonio Delolme, The Peruvian Guano Company Limited, Mercedes Méndez (viuda de Guillermo Reid), Campbell Jones & Co, Crown Parfumery & Co, Simon Israel & Co, Gerald Garland, Tomas Chapman, William MacLean, Federico Ford, John Farner, Thomas Wheelock, Jorge E. Brooking, Guillermo Sutherland, A. M. Fischer, etc.
La guerra del Pacífico aniquiló la economía nacional y agudizó el desorden político. En principio, Cáceres no reconoció ni la autoridad de Iglesias ni los términos del tratado de paz firmado con Chile y de esta forma se inició el segundo militarismo y la lenta reconstrucción del Perú a manos, nuevamente, de los caudillos.
Dos años después del retiro de las tropas chilenas de Lima, en enero de 1885, Manuela Blacker Martel se casó vestida de negro en señal de luto por los caídos en la guerra. El novio fue el comerciante italiano Juan Monteverde y Monteverde, de 30 años, hijo de Juan Monteverde y Agustina Monteverde. Los testigos de soltería de la pareja fueron los italianos Juan Botto y Agustín Macchiavello.
En el expediente matrimonial Manuela se declaró hija natural de Juan Blacker y Gavina Martel y Alzamora, al mismo tiempo que dejó evidencia de una costumbre femenina de la época: se rebajó la edad. Manuela declaró tener 25 años cuando en realidad tenía 31. Este detalle permite suponer que la Iglesia no era tan escrupulosa como se creía a la hora de celebrar los matrimonios, ya que Manuela tenía partida de bautizo y en ella se consignaba claramente que nació el 25 de marzo de 1853. En el mismo expediente Juan Monteverde citó su domicilio en la calle Carmen Alto, mientras que Manuela señaló que vivía en la calle del Cercado número 4.
Mientras tanto, un año antes del matrimonio de Manuela, en junio de 1884, su media hermana Dolores “Dolly” Blacker Espantoso se casó en Londres con el fabricante de cerveza inglés Stephen George Holland, con quien tuvo tres hijos: Kenneth George Holland, Dolores "Nini" Holland y Vivian Ernest Holland. La familia vivió por mucho tiempo en la calle Sussex Square, a pocos pasos de la casa de los padres de Dolly.
Por otra parte, en 1886, cuando Manuela ya había cumplido el primer aniversario de matrimonio, su hermano Leoncio Blacker fue padre por segunda vez. En esta ocasión la madre del niño fue Ruperta Emilia León Mandujano, una joven de 17 años, hija de Juan León Valenzuela y Mercedes Mandujano Arenas.
El bebé, nacido el 17 de marzo de 1886, fue bautizado con el nombre de Juan Alejandro Blacker León en una ceremonia efectuada el 25 de abril de 1886 en la iglesia de San Lázaro. Sus padrinos fueron Antonio Flores y Victoria León. Según se consigna en la misma inscripción, Leoncio Blacker se acercó a la iglesia y reconoció a su hijo el 20 de noviembre de 1886; es decir, ocho meses después de su nacimiento. En ese momento Leoncio continuaba soltero.
De otro lado, también en 1886, el Consejo de Ministros del Perú ordenó expedir una cédula de montepío a favor de Gavina Martel y le asignó una pensión mensual de 36 soles y 66 centavos, monto que correspondía a las dos terceras partes del haber de su hijo mayor, el subteniente José Páramo, quien -como se señaló en el post anterior- murió durante la Batalla de Miraflores el 15 de enero de 1881.
Foto: Fotografía matrimonial del comerciante italiano Juan Monteverde y Manuela Blacker Martel.
-Nota: Después de la guerra con Chile se creó un Tribunal Arbitral Anglo-chileno para analizar posibles reclamaciones de súbditos británicos contra el gobierno de Chile. Muchos británicos residentes en el Perú presentaron reclamos por el hurto de sus mercaderías y pertenencias o por la destrucción de sus casas o firmas en Chorrillos, Miraflores, Barranco, Cerro Azul, Arica, Iquique, Pisagua, Mollendo, Tacna, etc.
Entre los reclamantes estuvieron Richard Thomas Anderson, David Duncan, Henry J. Fox, Thomas Woodsend, Alexander C. Mitchell, David Genno, John Farquharson, Tomas Lawlor, Alfredo J. Brierly, William E. Aitken, Benjamin J. Smith, Guillermo Tweddle, James Kirkwood, Jorge y Guillermo Stafford, Alejandro Hartley, Guillermo Ricketts, John Mathison, George Petrie, Alexander Prentice, John James Harris, Bates Stokes & Co, Huth & Co, Carlos Kemish, Ricardo Melson, Roberto Reid, William V. Fry, William Simpson, The Lima Railways & Co Limited, Thomas Keppel, Carlos Watson, Roberto Key Jeffery, John Scott, William Long, James Bishop, Carlos Baker, Thomas Simonds Tuffield, Lebbeus Sumpter, Samuel Peake, Guillermo S. Main, Juan Meikle, Carlos Hume Williams, John Briggs, Jefferson & Co, Viuda de Miller & Co, Robert Bishop, Roger Davies, George P. Rosenthal, Mary Watkins, María Portocarrero (viuda de Alejandro MacLean), Santiago Canny, Jorge Elster, Alicia E. Gallagher de Carrol, John Tregear, Juan Tomas North, Virginia Mariátegui (viuda de Enrique Swayne), Guillermo Sans Stanley, W. S. MacLelland, William Speedie, John Jefferson, Robert Smart, J. A. Robilliard, Julia MacLean de Outram, Guillermo Hill, Alejandro Stenhouse, Susana Cooper, Antonio Delolme, The Peruvian Guano Company Limited, Mercedes Méndez (viuda de Guillermo Reid), Campbell Jones & Co, Crown Parfumery & Co, Simon Israel & Co, Gerald Garland, Tomas Chapman, William MacLean, Federico Ford, John Farner, Thomas Wheelock, Jorge E. Brooking, Guillermo Sutherland, A. M. Fischer, etc.
miércoles, 28 de mayo de 2008
Cóctel de emociones
Después del viaje de Leoncio a Piura en 1875, las nuevas pistas sobre la familia Blacker Martel se encuentran en plena guerra con Chile. En medio de ese conflicto armado y a los 25 años de edad, Leoncio fue padre por primera vez. La madre del niño fue la limeña Josefina Mascaro Lozano, hija de Cipriano Mascaro y Petronila Lozano.
El bebé, nacido el 19 de diciembre de 1880, fue bautizado con el nombre de Nemesio Leoncio Blacker en la parroquia de San Marcelo el 1 de enero de 1881. En la partida de bautizo se consigna que Leoncio Blacker era comerciante y se inscribe al niño como “hijo legítimo”, aunque Leoncio no era casado con Josefina.
En aquel momento la situación del país era particularmente desgraciada. La fuerza naval peruana, con el almirante Miguel Grau a la cabeza, había sido aniquilada en octubre de 1879; las provincias sureñas de Tarapacá, Tacna y Arica habían caído bajo el dominio del ejército chileno y las tropas invasoras ya habían desembarcado en Chilca para iniciar la ocupación de Lima.
Doce días después del bautizo del primogénito de Leoncio Blacker se produjo la batalla de San Juan y Chorrillos, mientras que el 15 de enero tuvo lugar la batalla de Miraflores, que fue particularmente dolorosa para Gavina Martel porque en ella pereció su hijo mayor: el subteniente del Ejército, José Páramo.
Vencida la resistencia peruana y desatados el caos, la destrucción y la incertidumbre, el ejército de Chile ingresó a la ciudad de Lima el 17 de enero de 1881. Sólo tres días después de la invasión, el 20 de enero, otro terrible suceso volvió a enlutar a la familia Blacker Martel: la muerte de Aurelia. No se ha podido establecer si el deceso de la hermana de Leoncio tuvo relación directa con la intervención militar chilena, pero llama la atención que la causa de su muerte haya sido una fractura.
Aurelia, la tercera hija de John Blacker y Gavina Martel, tenía apenas 23 años de edad y era soltera sin descendencia. Su tumba se encuentra en el cementerio Presbítero Maestro y en el documento de la Beneficencia de Lima redactado antes de su entierro se consigna que vivía en la calle Ilave.
Desde nuestra perspectiva actual es difícil de calcular el impacto que causó en los miembros de la familia la acumulación de noticias tan importantes y dramáticas en tan corto periodo. En apenas treinta días, Leoncio se convirtió en padre, José Páramo murió en combate, el ejército chileno ocupó Lima y Aurelia sufrió una fractura que le costó la vida. Un cóctel de emociones que debe haber afectado particularmente a Gavina Martel, quien se convirtió en abuela y perdió dos hijos en el transcurso de un mes.
Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, John Blacker llevaba una placentera vida en Londres. En el censo londinense correspondiente al año 1881 el comerciante inglés aparece viviendo en la misma casa de Sussex Square que declaró diez años antes. Con él vivían su esposa Carmen Espantoso, su hija Dolores y seis sirvientes.
Su hijo menor, John, era alumno interno en el prestigioso colegio católico St Edmund´s en Standon, mientras que su hija Carmen Blacker se casó en marzo de 1880 con el comerciante inglés Charles Alexander J. Devaux, con quien tuvo tres hijos: Charles John Devaux, Ernest Joachim Devaux y Carmen Devaux.
Los tres niños nacieron en Londres y la familia residió por algunos años en Paddington, aunque poco tiempo después del nacimiento de su última hija, los Devaux-Blacker viajaron a Alemania y se establecieron de manera permanente en la ciudad de Friburgo.
Foto: Partida de bautizo del primer hijo de Leoncio Blacker Martel. El niño, Nemesio Leoncio Blacker Mascaro, nació en plena guerra con Chile.
El bebé, nacido el 19 de diciembre de 1880, fue bautizado con el nombre de Nemesio Leoncio Blacker en la parroquia de San Marcelo el 1 de enero de 1881. En la partida de bautizo se consigna que Leoncio Blacker era comerciante y se inscribe al niño como “hijo legítimo”, aunque Leoncio no era casado con Josefina.
En aquel momento la situación del país era particularmente desgraciada. La fuerza naval peruana, con el almirante Miguel Grau a la cabeza, había sido aniquilada en octubre de 1879; las provincias sureñas de Tarapacá, Tacna y Arica habían caído bajo el dominio del ejército chileno y las tropas invasoras ya habían desembarcado en Chilca para iniciar la ocupación de Lima.
Doce días después del bautizo del primogénito de Leoncio Blacker se produjo la batalla de San Juan y Chorrillos, mientras que el 15 de enero tuvo lugar la batalla de Miraflores, que fue particularmente dolorosa para Gavina Martel porque en ella pereció su hijo mayor: el subteniente del Ejército, José Páramo.
Vencida la resistencia peruana y desatados el caos, la destrucción y la incertidumbre, el ejército de Chile ingresó a la ciudad de Lima el 17 de enero de 1881. Sólo tres días después de la invasión, el 20 de enero, otro terrible suceso volvió a enlutar a la familia Blacker Martel: la muerte de Aurelia. No se ha podido establecer si el deceso de la hermana de Leoncio tuvo relación directa con la intervención militar chilena, pero llama la atención que la causa de su muerte haya sido una fractura.
Aurelia, la tercera hija de John Blacker y Gavina Martel, tenía apenas 23 años de edad y era soltera sin descendencia. Su tumba se encuentra en el cementerio Presbítero Maestro y en el documento de la Beneficencia de Lima redactado antes de su entierro se consigna que vivía en la calle Ilave.
Desde nuestra perspectiva actual es difícil de calcular el impacto que causó en los miembros de la familia la acumulación de noticias tan importantes y dramáticas en tan corto periodo. En apenas treinta días, Leoncio se convirtió en padre, José Páramo murió en combate, el ejército chileno ocupó Lima y Aurelia sufrió una fractura que le costó la vida. Un cóctel de emociones que debe haber afectado particularmente a Gavina Martel, quien se convirtió en abuela y perdió dos hijos en el transcurso de un mes.
Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, John Blacker llevaba una placentera vida en Londres. En el censo londinense correspondiente al año 1881 el comerciante inglés aparece viviendo en la misma casa de Sussex Square que declaró diez años antes. Con él vivían su esposa Carmen Espantoso, su hija Dolores y seis sirvientes.
Su hijo menor, John, era alumno interno en el prestigioso colegio católico St Edmund´s en Standon, mientras que su hija Carmen Blacker se casó en marzo de 1880 con el comerciante inglés Charles Alexander J. Devaux, con quien tuvo tres hijos: Charles John Devaux, Ernest Joachim Devaux y Carmen Devaux.
Los tres niños nacieron en Londres y la familia residió por algunos años en Paddington, aunque poco tiempo después del nacimiento de su última hija, los Devaux-Blacker viajaron a Alemania y se establecieron de manera permanente en la ciudad de Friburgo.
Foto: Partida de bautizo del primer hijo de Leoncio Blacker Martel. El niño, Nemesio Leoncio Blacker Mascaro, nació en plena guerra con Chile.
jueves, 1 de mayo de 2008
El bautizo de Leoncio
Respecto a la relación de John Blacker con los hijos que dejó en el Perú sólo existen referencias indirectas que fueron halladas en documentos fechados en diciembre de 1873 y en enero de 1874. Ambos escritos contienen detalles de un reclamo de Gavina Martel ante el Arzobispado de Lima debido a que la constancia de bautizo de su hijo Leoncio no se registró en los libros de la parroquia del Sagrario, por lo que pide que se subsane el error y se extienda otra partida.
La primera carta data de diciembre de 1873 y lleva la firma de “Gabina Martel de Alzamora”, quien revela que Leoncio fue “hijo natural de Juan Carlos Blacker” y agrega que el comerciante inglés “reconoció siempre por su hijo a Leoncio, pasando hasta el día una mesada para él y para su otra hija Manuela Encarnación Blacker”.
Respecto a los detalles de su petición, Gavina Martel escribe textualmente lo siguiente: “en 1 de marzo de 1855 di a luz un niño, al cual se le puso la agua del bautismo en mi casa por el finado padre Seminario por caso de necesidad, y como a los 15 días fue llevado a que se le pusiera el óleo en la parroquia del Sagrario, de donde era yo feligrés, y en cuya parroquia se había bautizado antes mi 1ra hija Manuela Encarnación Blacker, pero sea por descuido o por cualquier otro motivo; lo cierto es, que necesitando en días pasados la partida bautismal de mi hijo, no se ha encontrado en los libros de dicha parroquia...”.
En la segunda carta, fechada en enero de 1874, Gavina aduce que su hijo Leoncio no puede acreditar su edad y que además es perjudicado porque no puede ser admitido en el colegio. En este último punto es probable que ella se refiera en realidad a un colegio militar o profesional porque, al momento de la petición, Leoncio ya contaba con 18 años.
Para comprobar la autenticidad de lo señalado en sus cartas, Gavina propuso tomar declaración a tres testigos: el comerciante Jenaro Gutierres (sic) y los abogados Manuel Chepote y Luciano Benjamín Cisneros, quien era además diputado y abogado del Banco Nacional del Perú. Mediante un decreto, la Iglesia declaró “no ha lugar” el pedido de Gavina Martel argumentando que el padre de Leoncio se encontraba ausente y que se requería su presencia para expedir la partida.
La única alternativa posible para obtener el documento era que Leoncio fuese declarado “hijo de padre no conocido” o que John Blacker, quien vivía en Londres, concurra a la citación. El decreto fue puesto en conocimiento de Gavina Martel, quien no lo firmó, haciéndolo por ella su hijo Leoncio en enero de 1874.
La revisión completa de todos los documentos referidos a este caso deja abiertas varias interrogantes. Por ejemplo, es extraño que Gavina no haya mencionado en su petición a su hija Aurelia, cuyo padre era también John Blacker y había sido bautizada en 1858, por lo que su nombre aparecía en los libros de la iglesia. También llama la atención que no haya hecho referencia a su fallecida hija Natalia Blacker.
Otra curiosidad es que Gavina se refiere a Manuela como su primera hija y le atribuye un segundo nombre (Encarnación) que no aparece en su partida de bautizo. En este punto es oportuno recordar que el primer hijo de Gavina fue José Páramo.
Otro detalle es que Gavina identifica a John Blacker como “Juan Carlos”, aunque el segundo nombre del comerciante inglés era Lewis. En un post anterior, referido a la partida de bautizo de Natalia Blacker, se consideró que el nombre "Juan Carlos" fue utilizado para encubrir información respecto a la filiación paterna de la niña. Sin embargo, es probable que el mismo comerciante inglés se haya atribuido ese nombre y la pista que apunta en esa dirección es que Blacker bautizó como “Juan Carlos” al primer hijo de su matrimonio con Carmen Espantoso.
Por otra parte, un año después de que fracasó la petición de Gavina Martel ante el Arzobispado de Lima, su hijo Leoncio Blacker, de 20 años, se trasladó a la ciudad de Piura. No se conocen exactamente los motivos de su viaje, pero se presume que pretendió reunirse o se reunió con Alexander Blacker, quien vivía en el puerto de Paita y era hermano de su padre.
Es probable que Leoncio, a través de su tío, haya tratado de establecer algún tipo de contacto con John Blacker para poder obtener su partida de bautizo. Hay evidencia de ese viaje porque Leoncio envió una fotografía en la que escribió una dedicatoria a “sus hermanos José, Manonga y Aurelia” con fecha 13 de abril de 1875.
Si Leoncio Blacker hizo alguna gestión para inscribir extemporáneamente su constancia de bautizo, parece que no tuvo éxito. A pesar de que no pudo acreditar su identidad (*), Leoncio Blacker sí logró enrolarse finalmente en una institución educativa ya que es citado como "estudiante" en el Almanaque del Comercio de Lima, editado por Carlos Lemale en 1876. Según la publicación, Leoncio vivía en el número 39 de la calle Cailloma y en la misma dirección residía un comerciante de apellido Lariva y funcionaba la comisaría del distrito primero.
En esa época, para facilitar su administración, Lima se dividía en cinco cuarteles, y cada cuartel comprendía dos distritos. Es decir, habían cinco cuarteles y diez distritos, los que, en total, comprendían 46 barrios. Además, Lima había experimentado varios cambios de carácter urbano debido al crecimiento de la población. Por ejemplo, cada cuadra había dejado de tener nombre propio y ahora formaba parte de una calle. En el caso de Cailloma, incluía las cuadras que habían sido conocidas como Monopinta, Villegas, Acequia Alta, Arévalo, Calonge, Argandoña y Afligidos.
Otro cambio importante en la ciudad se notaba en el pavimento de las calles y en las acequias y albañales, que habían sido cubiertos, evitando así epidemias, malos olores y la vista desagradable de los desperdicios de la ciudad.
También en 1876 se ha encontrado información respecto a la firma Isaac & Co, la cual continuaba operando en Lima tras la partida de John Blacker. Su representante era en ese momento Adolfo E. Polis, quien figura en el directorio de la compañia Sud-Americana de Seguros contra riesgos marítimos e incendios. Asimismo, la firma Isaac & Co tenía como dirección el número 100 de la calle Lampa.
Foto: Extracto de una de las cartas enviadas por Gavina Martel al Arzobispado de Lima para solicitar la partida de bautizo de su hijo Leoncio Blacker.
(*) Está comprobado que Leoncio Blacker sí fue bautizado, pero con un apellido paterno diferente. El 10 de marzo de 1855, en la iglesia de Santa Ana y a los diez días de nacido, Leoncio fue bautizado con el nombre de José Leonsio. En el documento aparece como hijo natural de don José Mendiburu y de doña Gavina Alzamora. Su padrino fue Manuel María Marín. La partida se encuentra en el libro 21, folio 40. A lo largo de su vida, la madre de Leoncio mantuvo esta información en absoluto secreto y más tarde le atribuyó a su hijo el apellido Blacker debido al evidente parecido físico de Leoncio con el comerciante inglés John Blacker Thierry. Este hallazgo permite suponer que Gavina había desarrollado una relación ocasional con John Blacker, por lo que en 1855 no sabía a ciencia cierta quién era el padre de su hijo. Respecto a las gestiones que realizó Gavina ante el Arzobispado de Lima en 1873 y 1874 con la finalidad de obtener la partida de bautizo de Leoncio, parecen haber sido sólo un desesperado intento por lograr una inscripción extemporánea y subsanar así el supuesto error cometido en 1855.
La primera carta data de diciembre de 1873 y lleva la firma de “Gabina Martel de Alzamora”, quien revela que Leoncio fue “hijo natural de Juan Carlos Blacker” y agrega que el comerciante inglés “reconoció siempre por su hijo a Leoncio, pasando hasta el día una mesada para él y para su otra hija Manuela Encarnación Blacker”.
Respecto a los detalles de su petición, Gavina Martel escribe textualmente lo siguiente: “en 1 de marzo de 1855 di a luz un niño, al cual se le puso la agua del bautismo en mi casa por el finado padre Seminario por caso de necesidad, y como a los 15 días fue llevado a que se le pusiera el óleo en la parroquia del Sagrario, de donde era yo feligrés, y en cuya parroquia se había bautizado antes mi 1ra hija Manuela Encarnación Blacker, pero sea por descuido o por cualquier otro motivo; lo cierto es, que necesitando en días pasados la partida bautismal de mi hijo, no se ha encontrado en los libros de dicha parroquia...”.
En la segunda carta, fechada en enero de 1874, Gavina aduce que su hijo Leoncio no puede acreditar su edad y que además es perjudicado porque no puede ser admitido en el colegio. En este último punto es probable que ella se refiera en realidad a un colegio militar o profesional porque, al momento de la petición, Leoncio ya contaba con 18 años.
Para comprobar la autenticidad de lo señalado en sus cartas, Gavina propuso tomar declaración a tres testigos: el comerciante Jenaro Gutierres (sic) y los abogados Manuel Chepote y Luciano Benjamín Cisneros, quien era además diputado y abogado del Banco Nacional del Perú. Mediante un decreto, la Iglesia declaró “no ha lugar” el pedido de Gavina Martel argumentando que el padre de Leoncio se encontraba ausente y que se requería su presencia para expedir la partida.
La única alternativa posible para obtener el documento era que Leoncio fuese declarado “hijo de padre no conocido” o que John Blacker, quien vivía en Londres, concurra a la citación. El decreto fue puesto en conocimiento de Gavina Martel, quien no lo firmó, haciéndolo por ella su hijo Leoncio en enero de 1874.
La revisión completa de todos los documentos referidos a este caso deja abiertas varias interrogantes. Por ejemplo, es extraño que Gavina no haya mencionado en su petición a su hija Aurelia, cuyo padre era también John Blacker y había sido bautizada en 1858, por lo que su nombre aparecía en los libros de la iglesia. También llama la atención que no haya hecho referencia a su fallecida hija Natalia Blacker.
Otra curiosidad es que Gavina se refiere a Manuela como su primera hija y le atribuye un segundo nombre (Encarnación) que no aparece en su partida de bautizo. En este punto es oportuno recordar que el primer hijo de Gavina fue José Páramo.
Otro detalle es que Gavina identifica a John Blacker como “Juan Carlos”, aunque el segundo nombre del comerciante inglés era Lewis. En un post anterior, referido a la partida de bautizo de Natalia Blacker, se consideró que el nombre "Juan Carlos" fue utilizado para encubrir información respecto a la filiación paterna de la niña. Sin embargo, es probable que el mismo comerciante inglés se haya atribuido ese nombre y la pista que apunta en esa dirección es que Blacker bautizó como “Juan Carlos” al primer hijo de su matrimonio con Carmen Espantoso.
Por otra parte, un año después de que fracasó la petición de Gavina Martel ante el Arzobispado de Lima, su hijo Leoncio Blacker, de 20 años, se trasladó a la ciudad de Piura. No se conocen exactamente los motivos de su viaje, pero se presume que pretendió reunirse o se reunió con Alexander Blacker, quien vivía en el puerto de Paita y era hermano de su padre.
Es probable que Leoncio, a través de su tío, haya tratado de establecer algún tipo de contacto con John Blacker para poder obtener su partida de bautizo. Hay evidencia de ese viaje porque Leoncio envió una fotografía en la que escribió una dedicatoria a “sus hermanos José, Manonga y Aurelia” con fecha 13 de abril de 1875.
Si Leoncio Blacker hizo alguna gestión para inscribir extemporáneamente su constancia de bautizo, parece que no tuvo éxito. A pesar de que no pudo acreditar su identidad (*), Leoncio Blacker sí logró enrolarse finalmente en una institución educativa ya que es citado como "estudiante" en el Almanaque del Comercio de Lima, editado por Carlos Lemale en 1876. Según la publicación, Leoncio vivía en el número 39 de la calle Cailloma y en la misma dirección residía un comerciante de apellido Lariva y funcionaba la comisaría del distrito primero.
En esa época, para facilitar su administración, Lima se dividía en cinco cuarteles, y cada cuartel comprendía dos distritos. Es decir, habían cinco cuarteles y diez distritos, los que, en total, comprendían 46 barrios. Además, Lima había experimentado varios cambios de carácter urbano debido al crecimiento de la población. Por ejemplo, cada cuadra había dejado de tener nombre propio y ahora formaba parte de una calle. En el caso de Cailloma, incluía las cuadras que habían sido conocidas como Monopinta, Villegas, Acequia Alta, Arévalo, Calonge, Argandoña y Afligidos.
Otro cambio importante en la ciudad se notaba en el pavimento de las calles y en las acequias y albañales, que habían sido cubiertos, evitando así epidemias, malos olores y la vista desagradable de los desperdicios de la ciudad.
También en 1876 se ha encontrado información respecto a la firma Isaac & Co, la cual continuaba operando en Lima tras la partida de John Blacker. Su representante era en ese momento Adolfo E. Polis, quien figura en el directorio de la compañia Sud-Americana de Seguros contra riesgos marítimos e incendios. Asimismo, la firma Isaac & Co tenía como dirección el número 100 de la calle Lampa.
Foto: Extracto de una de las cartas enviadas por Gavina Martel al Arzobispado de Lima para solicitar la partida de bautizo de su hijo Leoncio Blacker.
(*) Está comprobado que Leoncio Blacker sí fue bautizado, pero con un apellido paterno diferente. El 10 de marzo de 1855, en la iglesia de Santa Ana y a los diez días de nacido, Leoncio fue bautizado con el nombre de José Leonsio. En el documento aparece como hijo natural de don José Mendiburu y de doña Gavina Alzamora. Su padrino fue Manuel María Marín. La partida se encuentra en el libro 21, folio 40. A lo largo de su vida, la madre de Leoncio mantuvo esta información en absoluto secreto y más tarde le atribuyó a su hijo el apellido Blacker debido al evidente parecido físico de Leoncio con el comerciante inglés John Blacker Thierry. Este hallazgo permite suponer que Gavina había desarrollado una relación ocasional con John Blacker, por lo que en 1855 no sabía a ciencia cierta quién era el padre de su hijo. Respecto a las gestiones que realizó Gavina ante el Arzobispado de Lima en 1873 y 1874 con la finalidad de obtener la partida de bautizo de Leoncio, parecen haber sido sólo un desesperado intento por lograr una inscripción extemporánea y subsanar así el supuesto error cometido en 1855.
domingo, 27 de abril de 2008
Decadencia económica
La mudanza de Gavina Martel y sus hijos a una casa propia en los Barrios Altos coincidió con una época en la que la economía peruana ingresaba en una etapa de marcado declive. Poco tiempo después del censo de Lima de 1866, el presidente Mariano Ignacio Prado fue derrocado por el general Pedro Diez Canseco, quien en 1868 convocó a elecciones populares en las que el coronel José Balta salió elegido como nuevo presidente.
Durante su gobierno, Balta trató de potenciar la explotación y venta del salitre de Tarapacá, y ordenó demoler la muralla que rodeaba Lima con el objeto de expandir la ciudad. Se construyeron vistosas alamedas, espaciosas casas y modernos establecimientos públicos y privados.
Balta también inició una agresiva campaña de construcción de ferrocarriles en distintos lugares del país. Sin embargo, esta última iniciativa, que fue encargada al ingeniero estadounidense Henry Meiggs, produjo enormes gastos que afectaron seriamente la economía nacional.
Las deudas externa e interna aumentaron considerablemente, mientras que el negocio del guano empezaba a decaer porque ya algunos sustitutos aparecían en el mercado rural europeo. Además, la mala administración del Estado peruano a través de los años había provocado que se despilfarraran los empréstitos o adelantos que los consignatarios o casas comerciales entregaban como parte de pago por la exportación del fertilizante natural.
La crisis económica era evidente cuando Balta nombró como ministro de Hacienda a Nicolás de Piérola, quien pidió al Congreso autorización para negociar directamente la venta del guano al extranjero, ya que el sistema de consignaciones presentaba serias irregularidades y perjudicaba al Estado. Así, en 1869, se firmó el “Contrato Dreyfus” con la casa judío francesa Dreyfus & Hnos. El contrato se llevó adelante a pesar de las protestas de los capitalistas nacionales y consignatarios.
La Casa Dreyfus monopolizó la venta del guano y entregó al Estado una gran cantidad de dinero en calidad de adelantos para financiar la construcción de ferrocarriles. De esta forma la deuda peruana creció tanto que, en poco tiempo, se hizo descomunal e impagable. Más tarde, al no poder cumplir con sus compromisos de pago, el país caería en el descrédito internacional y la sensación de crecimiento económico que produjo el boom del guano se detendría casi por completo. Estaba ya terminando lo que el historiador Jorge Basadre llamó la época de la "prosperidad falaz".
Pero la decadencia económica del país fue minimizada por los sectores más acomodados de la sociedad limeña, que mantuvieron sus suntuosos estilos de vida. Mientras tanto, en 1871 hizo su primera aparición el Callao and Lima Gazette, matutino fundado por Robert Allison de la Pacific Steam Navigation Company y editado por Isaac Lawton. Este no fue solamente el primer periódico en idioma inglés, sino también el primer periódico extranjero publicado en el Perú.
También en 1871 se fundó el Partido Civil, abiertamente antimilitarista, y que tuvo como máximo representante al oligarca Manuel Pardo y Lavalle, quien un año más tarde se convertiría en el primer presidente civil del Perú tras sofocarse la sangrienta rebelión de los hermanos Gutiérrez.
De 1871 data, asimismo, la primera pista sólida que se encontró en Inglaterra en torno a la nueva vida del comerciante inglés John Blacker y su familia. El censo inglés de ese año muestra que Blacker residía en una amplia casa, que incluía caballerizas, en el número 12 de la calle Sussex Square, Hyde Park, en Paddington, Londres. Blacker vivía junto a su esposa Carmen Espantoso y tres de sus cuatro hijos: Carmen, Dolores (a quien se le llamaba Dolly) y John. Su hijo mayor, Juan Carlos, de 12 años, era estudiante interno en un colegio privado.
En la casa vivían también ocho sirvientes de distintas nacionalidades, lo que es una clara señal de que la familia había alcanzado una sólida posición económica. Respecto a su ocupación, John Blacker figura en el documento como “merchant, banker”. Es decir, no sólo se declaró comerciante sino también banquero. Al respecto se ha encontrado amplia información que demuestra que la firma de comerciantes de la que era socio en Londres (Isaac & Co) contó entre sus mútiples actividades con operaciones bancarias vinculadas a Latinoamérica.
En Londres existen asimismo varios documentos que dan cuenta de la existencia de organizaciones como el “Isaac & Samuel Merchant Bank” y el "Isaac & Samuel Commission Merchants", cuya oficina principal funcionaba en el número 22 de la calle Great Winchester. Blacker, junto a Benjamin Isaac, era el funcionario más importante de "Isaac & Samuel Commission Merchants", firma que durante muchos años comercializó azufre, materiales de ferretería, ropa y diversos productos con Latinoamérica.
Benjamin Isaac era también cónsul general de Guatemala en Gran Bretaña, hacía negocios con el gobierno de ese país y aparece ligado a una empresa de ferrocarriles en Argentina y a una empresa eléctrica en Australasia. No es descabellado pensar que Isaac & Co se convirtió paulatinamente en una poderosa corporación, ya que el socio principal de la firma, Frederick Simeon Isaac, fue inversionista en el Mercantile Bank of the River Plate en Argentina, así como en una empresa de ferrocarriles en Colombia y mantuvo operativa su compañía en distintos países, entre ellos el Perú. Por si fuera poco, Frederick S. Isaac era también cónsul general de Nicaragua en Gran Bretaña e hizo varios negocios con el gobierno de ese país.
Es obvio que Blacker se hizo socio de una compañía muy importante con intereses en diferentes rubros, lo que le permitió amasar una considerable fortuna. John Blacker era, además, miembro de la prestigiosa Royal Institution of Great Britain, organización dedicada a promover el conocimiento de las ciencias y las letras a través de discursos y conferencias en su exclusivo local de la zona de Picadilly. El comerciante inglés se había inscrito en la institución en 1867 y un año después, en 1868, se había afiliado también a la Zoological Society of London.
Foto: Vista de la plaza mayor de Lima en el año 1870. Archivo Courret.
Durante su gobierno, Balta trató de potenciar la explotación y venta del salitre de Tarapacá, y ordenó demoler la muralla que rodeaba Lima con el objeto de expandir la ciudad. Se construyeron vistosas alamedas, espaciosas casas y modernos establecimientos públicos y privados.
Balta también inició una agresiva campaña de construcción de ferrocarriles en distintos lugares del país. Sin embargo, esta última iniciativa, que fue encargada al ingeniero estadounidense Henry Meiggs, produjo enormes gastos que afectaron seriamente la economía nacional.
Las deudas externa e interna aumentaron considerablemente, mientras que el negocio del guano empezaba a decaer porque ya algunos sustitutos aparecían en el mercado rural europeo. Además, la mala administración del Estado peruano a través de los años había provocado que se despilfarraran los empréstitos o adelantos que los consignatarios o casas comerciales entregaban como parte de pago por la exportación del fertilizante natural.
La crisis económica era evidente cuando Balta nombró como ministro de Hacienda a Nicolás de Piérola, quien pidió al Congreso autorización para negociar directamente la venta del guano al extranjero, ya que el sistema de consignaciones presentaba serias irregularidades y perjudicaba al Estado. Así, en 1869, se firmó el “Contrato Dreyfus” con la casa judío francesa Dreyfus & Hnos. El contrato se llevó adelante a pesar de las protestas de los capitalistas nacionales y consignatarios.
La Casa Dreyfus monopolizó la venta del guano y entregó al Estado una gran cantidad de dinero en calidad de adelantos para financiar la construcción de ferrocarriles. De esta forma la deuda peruana creció tanto que, en poco tiempo, se hizo descomunal e impagable. Más tarde, al no poder cumplir con sus compromisos de pago, el país caería en el descrédito internacional y la sensación de crecimiento económico que produjo el boom del guano se detendría casi por completo. Estaba ya terminando lo que el historiador Jorge Basadre llamó la época de la "prosperidad falaz".
Pero la decadencia económica del país fue minimizada por los sectores más acomodados de la sociedad limeña, que mantuvieron sus suntuosos estilos de vida. Mientras tanto, en 1871 hizo su primera aparición el Callao and Lima Gazette, matutino fundado por Robert Allison de la Pacific Steam Navigation Company y editado por Isaac Lawton. Este no fue solamente el primer periódico en idioma inglés, sino también el primer periódico extranjero publicado en el Perú.
También en 1871 se fundó el Partido Civil, abiertamente antimilitarista, y que tuvo como máximo representante al oligarca Manuel Pardo y Lavalle, quien un año más tarde se convertiría en el primer presidente civil del Perú tras sofocarse la sangrienta rebelión de los hermanos Gutiérrez.
De 1871 data, asimismo, la primera pista sólida que se encontró en Inglaterra en torno a la nueva vida del comerciante inglés John Blacker y su familia. El censo inglés de ese año muestra que Blacker residía en una amplia casa, que incluía caballerizas, en el número 12 de la calle Sussex Square, Hyde Park, en Paddington, Londres. Blacker vivía junto a su esposa Carmen Espantoso y tres de sus cuatro hijos: Carmen, Dolores (a quien se le llamaba Dolly) y John. Su hijo mayor, Juan Carlos, de 12 años, era estudiante interno en un colegio privado.
En la casa vivían también ocho sirvientes de distintas nacionalidades, lo que es una clara señal de que la familia había alcanzado una sólida posición económica. Respecto a su ocupación, John Blacker figura en el documento como “merchant, banker”. Es decir, no sólo se declaró comerciante sino también banquero. Al respecto se ha encontrado amplia información que demuestra que la firma de comerciantes de la que era socio en Londres (Isaac & Co) contó entre sus mútiples actividades con operaciones bancarias vinculadas a Latinoamérica.
En Londres existen asimismo varios documentos que dan cuenta de la existencia de organizaciones como el “Isaac & Samuel Merchant Bank” y el "Isaac & Samuel Commission Merchants", cuya oficina principal funcionaba en el número 22 de la calle Great Winchester. Blacker, junto a Benjamin Isaac, era el funcionario más importante de "Isaac & Samuel Commission Merchants", firma que durante muchos años comercializó azufre, materiales de ferretería, ropa y diversos productos con Latinoamérica.
Benjamin Isaac era también cónsul general de Guatemala en Gran Bretaña, hacía negocios con el gobierno de ese país y aparece ligado a una empresa de ferrocarriles en Argentina y a una empresa eléctrica en Australasia. No es descabellado pensar que Isaac & Co se convirtió paulatinamente en una poderosa corporación, ya que el socio principal de la firma, Frederick Simeon Isaac, fue inversionista en el Mercantile Bank of the River Plate en Argentina, así como en una empresa de ferrocarriles en Colombia y mantuvo operativa su compañía en distintos países, entre ellos el Perú. Por si fuera poco, Frederick S. Isaac era también cónsul general de Nicaragua en Gran Bretaña e hizo varios negocios con el gobierno de ese país.
Es obvio que Blacker se hizo socio de una compañía muy importante con intereses en diferentes rubros, lo que le permitió amasar una considerable fortuna. John Blacker era, además, miembro de la prestigiosa Royal Institution of Great Britain, organización dedicada a promover el conocimiento de las ciencias y las letras a través de discursos y conferencias en su exclusivo local de la zona de Picadilly. El comerciante inglés se había inscrito en la institución en 1867 y un año después, en 1868, se había afiliado también a la Zoological Society of London.
Foto: Vista de la plaza mayor de Lima en el año 1870. Archivo Courret.
jueves, 17 de abril de 2008
¿Por qué Alzamora?
En el censo de la ciudad de Lima correspondiente al año 1866 ya no hay ningún rastro del comerciante inglés John Blacker y su familia, mientras que Gavina Martel había cambiado de residencia. De la calle Matavilela se había trasladado a la calle Arica, donde fue registrada nuevamente bajo el nombre de Gavina Alzamora. Esta vez se declaró “casada” y no “viuda”, como lo había hecho seis años antes en el censo de 1860.
Gavina vivía junto a sus hijos, cuyos nombres fueron esta vez consignados de la siguiente manera: Manuela Blaque, Leon Blaque y Aurelia Blaque. Los tres aparecen inscritos como escolares y Manuela tenía ya 13 años; Leoncio, 11; y Aurelia, 9.
Como se comentó en el post anterior, un motivo razonable para explicar el cambio de apellido de Gavina y el de sus hijos es que de esa manera disimulaba su condición de madre soltera. En aquella época cambiarse de apellido era una tarea sumamente sencilla porque el registro civil no tenía mayor importancia y las personas realmente quedaban registradas en las iglesias al momento de ser bautizadas. Además, no existían disposiciones legales que obligaran a acreditar la identidad. En esas circunstancias era fácil cambiar, omitir o aumentar nombres y apellidos.
Respecto al apellido Alzamora no se ha encontrado ninguna pista que lo vincule a Gavina Martel Reyes, aunque se ha hallado que era muy común en esa época y que incluso existía una zona específica en la ciudad conocida con ese nombre. En ese entonces Lima se mantenía rodeada por la muralla de protección que se había construido durante la colonia. Esa muralla tenía nueve puertas de salida y una de ellas era la Portada de Maravillas. Precisamente la zona aledaña a esa portada se conocía como Alzamora y existen documentos que explican los motivos por los que recibió ese nombre.
En Historia Urbana de Lima: Los Barrios Altos 1820-1880, el profesor Alejandro Reyes Flores refiere que en 1819 “existía una casa huerta y tambo a la salida de la Portada de Maravillas conocida como Alzamora”, de propiedad de doña Manuela Alzamora, la que fue arrendada por un plazo de nueve años al teniente coronel don Mariano Zubizarreta en 800 pesos anuales pagados por adelantado.
En una primera etapa de la investigación se pensó que Gavina Martel se atribuyó el apellido Alzamora porque ese era el nombre de la zona donde residía, pero la revisión de los censos y de otros documentos demuestran que ella no vivía en esa área cuando empezó a atribuirse el apellido. Lo curioso es que aproximadamente en 1870 Gavina y sus hijos se mudaron a aquella zona conocida como Alzamora para ocupar una amplia casa en la calle Ilave. Esa casa, que llevó el número 118, fue propiedad de Gavina Martel.
Por otra parte, también es posible que Alzamora haya sido el verdadero apellido de Gavina y que siendo niña haya sido acogida por la familia Martel Reyes. En todo caso, este misterio todavía no ha sido resuelto.
Foto: La niña Aurelia Blacker Martel en una típica fotografía de la época. Cortesía: Nilemón Blacker.
Gavina vivía junto a sus hijos, cuyos nombres fueron esta vez consignados de la siguiente manera: Manuela Blaque, Leon Blaque y Aurelia Blaque. Los tres aparecen inscritos como escolares y Manuela tenía ya 13 años; Leoncio, 11; y Aurelia, 9.
Como se comentó en el post anterior, un motivo razonable para explicar el cambio de apellido de Gavina y el de sus hijos es que de esa manera disimulaba su condición de madre soltera. En aquella época cambiarse de apellido era una tarea sumamente sencilla porque el registro civil no tenía mayor importancia y las personas realmente quedaban registradas en las iglesias al momento de ser bautizadas. Además, no existían disposiciones legales que obligaran a acreditar la identidad. En esas circunstancias era fácil cambiar, omitir o aumentar nombres y apellidos.
Respecto al apellido Alzamora no se ha encontrado ninguna pista que lo vincule a Gavina Martel Reyes, aunque se ha hallado que era muy común en esa época y que incluso existía una zona específica en la ciudad conocida con ese nombre. En ese entonces Lima se mantenía rodeada por la muralla de protección que se había construido durante la colonia. Esa muralla tenía nueve puertas de salida y una de ellas era la Portada de Maravillas. Precisamente la zona aledaña a esa portada se conocía como Alzamora y existen documentos que explican los motivos por los que recibió ese nombre.
En Historia Urbana de Lima: Los Barrios Altos 1820-1880, el profesor Alejandro Reyes Flores refiere que en 1819 “existía una casa huerta y tambo a la salida de la Portada de Maravillas conocida como Alzamora”, de propiedad de doña Manuela Alzamora, la que fue arrendada por un plazo de nueve años al teniente coronel don Mariano Zubizarreta en 800 pesos anuales pagados por adelantado.
En una primera etapa de la investigación se pensó que Gavina Martel se atribuyó el apellido Alzamora porque ese era el nombre de la zona donde residía, pero la revisión de los censos y de otros documentos demuestran que ella no vivía en esa área cuando empezó a atribuirse el apellido. Lo curioso es que aproximadamente en 1870 Gavina y sus hijos se mudaron a aquella zona conocida como Alzamora para ocupar una amplia casa en la calle Ilave. Esa casa, que llevó el número 118, fue propiedad de Gavina Martel.
Por otra parte, también es posible que Alzamora haya sido el verdadero apellido de Gavina y que siendo niña haya sido acogida por la familia Martel Reyes. En todo caso, este misterio todavía no ha sido resuelto.
Foto: La niña Aurelia Blacker Martel en una típica fotografía de la época. Cortesía: Nilemón Blacker.
sábado, 5 de abril de 2008
La partida de Blacker
El mismo año que se realizó el censo de 1860, específicamente el 30 de octubre, Carmen Espantoso dio a luz a María del Carmen Blacker, quien a los dos meses de nacida fue bautizada en el Sagrario de la Catedral. La ceremonia se realizó el 8 de diciembre de 1860 y sus padrinos fueron sus abuelos Manuel Espantoso y Dolores Oramas de Espantoso.
La familia de John Blacker aumentó el 19 de marzo de 1862 cuando nació María de los Dolores Blacker. Su bautizo se realizó el 11 de abril de 1862 en el Sagrario de la Catedral y sus padrinos fueron la pareja de esposos Jesús Elías de la Quintana y Francisca Espantoso.
Llama la atención que todos los padrinos y madrinas de los hijos legítimos de John Blacker hayan estado vinculados estrechamente a la familia Espantoso. Ningún inglés recibió ese encargo.
Sólo como una referencia histórica debe señalarse que en aquel 1862 se inició la Guerra de Secesión en Estados Unidos, periodo durante el cual los productores de algodón en el Perú aumentaron significativamente sus ganancias exportando su mercadería a Europa. Este dato es importante porque se ha encontrado información que indica que la firma de la cual Blacker era socio -Isaac & Co- tenía entre sus actividades la exportación de algodón a Inglaterra.
Por otra parte, también en 1862, Ramón Castilla dejó la presidencia en manos del mariscal Miguel de San Román, quien falleció tras permanecer menos de un año al frente del gobierno, posibilitando el ascenso al poder del general Juan Antonio Pezet en 1863.
El nacimiento de María de los Dolores fue la última pista que dejó John Blacker sobre su presencia en el Perú porque él y su familia partieron a Inglaterra entre los años 1862 y 1866 para no volver nunca más al país. Se puede asegurar que en 1866 ya estaban radicados en Londres porque el 6 de octubre de ese año nació en la capital inglesa el cuarto y último hijo del matrimonio. El niño fue bautizado con el mismo nombre de su padre: John Blacker.
¿Por qué Blacker volvió a su país? Es imposible determinarlo, aunque lo más probable es que la firma Isaac & Co le ofreció un cargo más importante en Londres. Estas ofertas de trabajo eran frecuentes en aquella época y muchos ingleses que vivían en Lima tenían la esperanza de volver a su país ventajosamente contratados. Asimismo, esta idea se apoya en un dato aparecido en el diario personal del viajero Heinrich Witt, quien revela que Blacker llegó a convertirse en el funcionario más importante de la respetable firma Isaac & Samuel de Londres.
Otra posibilidad es que motivos personales hayan apurado la partida de Blacker del Perú. El hecho de tener hijos naturales puede haber influido para que la familia de su esposa lo haya presionado a mudar su residencia o para que él mismo haya tomado la determinación de aceptar una oferta para volver a su país. En este último aspecto un hecho puntual puede haber desencadenado el viaje: la muerte de Natalia Blacker.
Como ya se relató en un post anterior, Natalia falleció en diciembre de 1863 en medio de un sospechoso manto de dudas sobre su verdadero apellido, lo que hace suponer que existió una clara intención de no identificar plenamente a la niña.
El error más sorprendente es el que se registra en la lápida, que suele ser un regalo de la familia. En ella se ha escrito el nombre “Natalia Blakar”. El yerro sorprende porque años antes Manuela y Aurelia habían sido bautizadas con el apellido Blacker. Otro hecho desconcertante es que en la lápida se consigna que la niña nació el 28 de julio de 1857, pero su hermana Aurelia nació un día antes del mismo año.
La posibilidad de que hayan sido mellizas se descarta si nos ceñimos al censo de 1860, en el cual Gavina declaró que Aurelia tenía 3 años y Natalia, 2. Si esta información es correcta, Natalia Blacker nació en realidad en 1858, es decir, cuando John Blacker ya estaba casado con Carmen Espantoso. Es posible, incluso, que Gavina haya tenido 5 meses de embarazo cuando Blacker se casó en marzo de 1858.
Existen tantas imprecisiones en los documentos encontrados sobre Natalia Blacker que no es descabellado pensar que cuando la niña cayó enferma Gavina Martel buscó a Blacker para pedirle ayuda. Es posible que él se haya ofrecido a ayudarla a cambio de que se disimule la identidad de la niña. En la partida de bautizo de Natalia se señala como sus padres a “Juan Carlos Blaque y Gavina Zamora”, pero hasta ese momento John Blacker había aparecido citado con un sólo nombre (Juan) en las partidas de bautizo de Manuela y Aurelia. Además, su nombre real era John Lewis Blacker.
En el caso de Gavina Martel se sabe que se atribuía el apellido Alzamora, muy parecido pero no igual a Zamora. Tal vez no se cometió un error al registrar los nombres de los padres de Natalia en la partida de bautizo, sino que la información se dio de esa manera con el propósito de crear cierta confusión.
Otro hecho extraño es que se pagó una cantidad inusualmente alta (40 soles de la época) por la carroza que trasladó el cuerpo de la niña al cementerio general. Este dato provoca sospechas porque no es lógico que se haya desembolsado una suma tan importante por una niña de apellido incierto. Además, la sepultura eclesiástica se efectuó en el convento de La Merced y no en la iglesia de San Marcelo, lo que le daba una categoría superior al funeral.
Una hipótesis es que John Blacker corrió con los gastos del sepelio a cambio de que se mantenga oculto el verdadero apellido de la fallecida. En ese entonces Lima era una ciudad pequeña y la sociedad le daba una importancia exagerada a las apariencias. Es seguro que mucha gente, incluida la familia Espantoso, sabía que Blacker tenía hijos naturales, pero encubrir esa información o mantenerla en secreto les permitía aparentar ser “socialmente correctos”.
En realidad, en esta parte de la historia, se pueden ensayar numerosas teorías. No obstante, lo único cierto y comprobado es que John Blacker se alejó definitivamente del Perú entre los años 1862 y 1866. En el plano nacional, la única seria dificultad surgida en Lima entre esos años fue la guerra con España. Exactamente en 1863 llegó al Callao, bajo el pretexto de una expedición científica, una escuadra española al mando del almirante Hernández Pinzón. Su intención era llegar a Valparaíso, el Callao y luego a California, pero cuando estuvieron en el puerto sureño hubo un incidente entre vascos y peruanos en la hacienda Talambo en Lambayeque, dando como resultado la muerte de un español.
El incidente fue reportado a la escuadra española que rápidamente se trasladó al Perú y en señal de protesta ocupó las guaneras islas Chincha. El gobierno peruano, temiendo un enfrentamiento militar, llegó a un acuerdo a través del tratado Vivanco-Pareja con la finalidad de que la escuadra española desocupe las islas Chincha.
El polémico tratado provocó una ola de protestas en el país. El general Manuel Ignacio Prado tomó las armas en Arequipa y acusó de traidor al presidente Pezet, quien huyó hacia Europa. Prado asumió el poder y anuló el tratado Vivanco-Pareja, formándose una cuádruple alianza entre Ecuador, Perú, Chile y Bolivia para declararle la guerra a España. La escuadra española bloqueó las costas chilenas y bombardeó Valparaíso, pero la armada conformada por buques peruanos y chilenos derrotaron a los españoles en el combate de Abtao y en el definitivo combate del Dos de Mayo de 1866, en el que murió el ministro de guerra José Gálvez.
Foto: Lápida de Natalia "Blakar" en el cementerio Presbítero Maestro de Lima. El apellido y la fecha de nacimiento generan más de una duda.
La familia de John Blacker aumentó el 19 de marzo de 1862 cuando nació María de los Dolores Blacker. Su bautizo se realizó el 11 de abril de 1862 en el Sagrario de la Catedral y sus padrinos fueron la pareja de esposos Jesús Elías de la Quintana y Francisca Espantoso.
Llama la atención que todos los padrinos y madrinas de los hijos legítimos de John Blacker hayan estado vinculados estrechamente a la familia Espantoso. Ningún inglés recibió ese encargo.
Sólo como una referencia histórica debe señalarse que en aquel 1862 se inició la Guerra de Secesión en Estados Unidos, periodo durante el cual los productores de algodón en el Perú aumentaron significativamente sus ganancias exportando su mercadería a Europa. Este dato es importante porque se ha encontrado información que indica que la firma de la cual Blacker era socio -Isaac & Co- tenía entre sus actividades la exportación de algodón a Inglaterra.
Por otra parte, también en 1862, Ramón Castilla dejó la presidencia en manos del mariscal Miguel de San Román, quien falleció tras permanecer menos de un año al frente del gobierno, posibilitando el ascenso al poder del general Juan Antonio Pezet en 1863.
El nacimiento de María de los Dolores fue la última pista que dejó John Blacker sobre su presencia en el Perú porque él y su familia partieron a Inglaterra entre los años 1862 y 1866 para no volver nunca más al país. Se puede asegurar que en 1866 ya estaban radicados en Londres porque el 6 de octubre de ese año nació en la capital inglesa el cuarto y último hijo del matrimonio. El niño fue bautizado con el mismo nombre de su padre: John Blacker.
¿Por qué Blacker volvió a su país? Es imposible determinarlo, aunque lo más probable es que la firma Isaac & Co le ofreció un cargo más importante en Londres. Estas ofertas de trabajo eran frecuentes en aquella época y muchos ingleses que vivían en Lima tenían la esperanza de volver a su país ventajosamente contratados. Asimismo, esta idea se apoya en un dato aparecido en el diario personal del viajero Heinrich Witt, quien revela que Blacker llegó a convertirse en el funcionario más importante de la respetable firma Isaac & Samuel de Londres.
Otra posibilidad es que motivos personales hayan apurado la partida de Blacker del Perú. El hecho de tener hijos naturales puede haber influido para que la familia de su esposa lo haya presionado a mudar su residencia o para que él mismo haya tomado la determinación de aceptar una oferta para volver a su país. En este último aspecto un hecho puntual puede haber desencadenado el viaje: la muerte de Natalia Blacker.
Como ya se relató en un post anterior, Natalia falleció en diciembre de 1863 en medio de un sospechoso manto de dudas sobre su verdadero apellido, lo que hace suponer que existió una clara intención de no identificar plenamente a la niña.
El error más sorprendente es el que se registra en la lápida, que suele ser un regalo de la familia. En ella se ha escrito el nombre “Natalia Blakar”. El yerro sorprende porque años antes Manuela y Aurelia habían sido bautizadas con el apellido Blacker. Otro hecho desconcertante es que en la lápida se consigna que la niña nació el 28 de julio de 1857, pero su hermana Aurelia nació un día antes del mismo año.
La posibilidad de que hayan sido mellizas se descarta si nos ceñimos al censo de 1860, en el cual Gavina declaró que Aurelia tenía 3 años y Natalia, 2. Si esta información es correcta, Natalia Blacker nació en realidad en 1858, es decir, cuando John Blacker ya estaba casado con Carmen Espantoso. Es posible, incluso, que Gavina haya tenido 5 meses de embarazo cuando Blacker se casó en marzo de 1858.
Existen tantas imprecisiones en los documentos encontrados sobre Natalia Blacker que no es descabellado pensar que cuando la niña cayó enferma Gavina Martel buscó a Blacker para pedirle ayuda. Es posible que él se haya ofrecido a ayudarla a cambio de que se disimule la identidad de la niña. En la partida de bautizo de Natalia se señala como sus padres a “Juan Carlos Blaque y Gavina Zamora”, pero hasta ese momento John Blacker había aparecido citado con un sólo nombre (Juan) en las partidas de bautizo de Manuela y Aurelia. Además, su nombre real era John Lewis Blacker.
En el caso de Gavina Martel se sabe que se atribuía el apellido Alzamora, muy parecido pero no igual a Zamora. Tal vez no se cometió un error al registrar los nombres de los padres de Natalia en la partida de bautizo, sino que la información se dio de esa manera con el propósito de crear cierta confusión.
Otro hecho extraño es que se pagó una cantidad inusualmente alta (40 soles de la época) por la carroza que trasladó el cuerpo de la niña al cementerio general. Este dato provoca sospechas porque no es lógico que se haya desembolsado una suma tan importante por una niña de apellido incierto. Además, la sepultura eclesiástica se efectuó en el convento de La Merced y no en la iglesia de San Marcelo, lo que le daba una categoría superior al funeral.
Una hipótesis es que John Blacker corrió con los gastos del sepelio a cambio de que se mantenga oculto el verdadero apellido de la fallecida. En ese entonces Lima era una ciudad pequeña y la sociedad le daba una importancia exagerada a las apariencias. Es seguro que mucha gente, incluida la familia Espantoso, sabía que Blacker tenía hijos naturales, pero encubrir esa información o mantenerla en secreto les permitía aparentar ser “socialmente correctos”.
En realidad, en esta parte de la historia, se pueden ensayar numerosas teorías. No obstante, lo único cierto y comprobado es que John Blacker se alejó definitivamente del Perú entre los años 1862 y 1866. En el plano nacional, la única seria dificultad surgida en Lima entre esos años fue la guerra con España. Exactamente en 1863 llegó al Callao, bajo el pretexto de una expedición científica, una escuadra española al mando del almirante Hernández Pinzón. Su intención era llegar a Valparaíso, el Callao y luego a California, pero cuando estuvieron en el puerto sureño hubo un incidente entre vascos y peruanos en la hacienda Talambo en Lambayeque, dando como resultado la muerte de un español.
El incidente fue reportado a la escuadra española que rápidamente se trasladó al Perú y en señal de protesta ocupó las guaneras islas Chincha. El gobierno peruano, temiendo un enfrentamiento militar, llegó a un acuerdo a través del tratado Vivanco-Pareja con la finalidad de que la escuadra española desocupe las islas Chincha.
El polémico tratado provocó una ola de protestas en el país. El general Manuel Ignacio Prado tomó las armas en Arequipa y acusó de traidor al presidente Pezet, quien huyó hacia Europa. Prado asumió el poder y anuló el tratado Vivanco-Pareja, formándose una cuádruple alianza entre Ecuador, Perú, Chile y Bolivia para declararle la guerra a España. La escuadra española bloqueó las costas chilenas y bombardeó Valparaíso, pero la armada conformada por buques peruanos y chilenos derrotaron a los españoles en el combate de Abtao y en el definitivo combate del Dos de Mayo de 1866, en el que murió el ministro de guerra José Gálvez.
Foto: Lápida de Natalia "Blakar" en el cementerio Presbítero Maestro de Lima. El apellido y la fecha de nacimiento generan más de una duda.
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viernes, 21 de marzo de 2008
Muerte y extraño censo
Un mes después del bautizo de Juan Carlos Blacker Espantoso, otra pérdida importante se produjo en la familia de Gavina Martel. Esta vez falleció su padre. La partida de defunción se registró el 16 de agosto de 1859 y en ella se consignó que José Martel murió debido a un “neurisma” y que “deja 4 hijos”.
A diferencia de su esposa, quien fue velada en la iglesia de San Marcelo, José Martel recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en el convento de La Merced. Se pagaron 10 pesos por el “carro” que trasladó el ataúd al cementerio.
El convento de la Merced era uno de los más reconocidos de Lima y para utilizarlo en funerales había que solicitar una dispensa al cura y a la iglesia correspondiente al barrio del difunto. El cura de la iglesia oficiaba la misa en el convento y era común que resaltara hasta la exageración las virtudes del fallecido.
Adicionalmente, el convento de La Merced contaba con amplios patios para albergar a una gran cantidad de personas. Incluso las monjas solían servir bocadillos entre los asistentes y se repartían pinturas o dibujos del difunto. En esa época había también una tendencia general a enterrar al muerto vestido con una mortaja. Por ejemplo, era muy popular el hábito y la cuerda de San Francisco.
Al año siguiente de la muerte de José Martel, en 1860, se realizó un censo en la ciudad de Lima, en el cual se han encontrado datos sorprendentes en torno a Gavina Martel y sus hijos. Ella vivía en el distrito 2, en la calle Matavilela, en el número 312 de una llamada casa grande que pertenecía a los religiosos del convento de Santo Domingo y que era alquilada por el coronel Lorenzo Gonzales.
Gavina subarrendaba una habitación que compartía con sus hijos y con una sirvienta analfabeta, natural de Huancayo, llamada María Castro. Lo extraño es que Gavina, de 25 años, declaró que su apellido era Alzamora y que era “viuda”. Asimismo, declaró los nombres y edades de sus hijos con un detalle desconcertante: les cambió el apellido. Es así que sus hijos están inscritos en el censo como Manuela Alzamora (7 años), Leoncio Alzamora (5 años), Aurelia Alzamora (3 años) y Natalia Alzamora (2 años).
Hasta el momento ha sido imposible encontrar una pista que explique por qué Gavina Martel se atribuía el apellido Alzamora y por qué se lo atribuyó también a sus hijos en 1860. En este caso particular la confusión se agudiza porque antes de efectuarse el censo tanto Manuela como Aurelia ya habían sido bautizadas como hijas naturales de Juan Blacker. Por eso, ambas ya llevaban el apellido Blacker en los registros eclesiásticos.
Parece evidente que en ese momento Gavina intentaba mantener en secreto la filiación de sus hijos. Una hipótesis es que lo haya hecho por recato personal. Ser madre soltera en esa época podía provocar el rechazo social y, al cambiarse el apellido y declararse viuda, Gavina evitaba dar detalles sobre su verdadera condición de madre soltera.
En ese momento John Blacker vivía en los altos de una casa grande, número 104, en la calle Pileta de la Merced. El principal habitante de la casa era el comerciante francés Silvestre Guiroy y Blacker alquilaba los altos, donde vivía junto a su esposa Carmen Espantoso, su hijo Juan Carlos y dos sirvientes ingleses, uno de los cuales era mayordomo.
En esa calle podía encontrarse también a otros residentes extranjeros como un sastre inglés, dos carpinteros suizos y tres herreros franceses. En el mismo censo de 1860, Blacker, de 38 años, aparece citado por segunda vez en un almacén ubicado en el número 147 de la calle Bodegones. El almacén pertenecía a la firma Isaac & Co, de la cual Blacker era socio. En el mismo almacén se censó a Enrique Calderón o Calderoni, un comerciante de apenas 20 años que vivía en la calle Pilitricas.
En tanto, la familia Espantoso vivía cómodamente en una casa grande, en el número 127 de la calle Mármol de Bronce, que curiosamente estaba ubicada a la espalda de la calle donde vivía Gavina Martel con sus hijos, por lo que sería inverosímil pensar que no se conocían. En los altos de la casa de los Espantoso residía Felipa Avellán y sus hijos. Ella era prima hermana del dueño de casa, Manuel Espantoso Avellán.
En el censo de 1860 también está registrado Carlos Eduardo Stubbs, quien fue testigo de soltería de John Blacker en 1857. Stubbs residía en el número 302 de una casa grande en la calle Melchor Malo. El vivía junto a su joven esposa Manuela Rey de Castro, sus hijos y un amplio séquito de diez sirvientes. En su casa también aparecen ocupando habitaciones un portero francés, un cochero irlandés y un cochero inglés. Parece obvio que Stubbs poseía por lo menos un carruaje, lo que era todo un lujo en aquella época. En esa misma calle se encontraba ubicado el establecimiento de la Casa Gibbs.
Stubbs era hijo de un sastre de Manchester y llegó al Perú a inicios de 1840 con una carta de recomendación para John Hayne, el gerente de la Casa Gibbs de Lima. Hayne envió a Stubbs a Arequipa, donde trabajó bajo las órdenes de Samuel Went distinguiéndose como un excelente empleado.
Sin embargo, Stubbs tuvo un serio malentendido con Went cuando éste se casó en segundas nupcias con Mery Ann Robertson y quiso ayudar a su cuñado Patrick a conseguir un puesto importante en la Casa Gibbs de Arequipa. La discusión con Went ocasionó que Stubbs renunciara a su trabajo y se uniera a los negocios del comerciante alemán Christopher William Schutte.
Al cabo de algunos años, Samuel Went fue llamado a Lima para hacerse cargo de la Casa Gibbs en la capital debido a que John Hayne había decidido volver a Inglaterra. Esta situación provocó una reconciliación entre Went y Stubbs, quien no sólo regresó a trabajar a la Casa Gibbs sino se quedó a cargo del establecimiento en Arequipa.
En 1856 Went se retiró y volvió a Inglaterra con su familia, por lo que Stubbs se trasladó a Lima y se convirtió en jefe de la Casa Gibbs. Según el diario de Heinrich Witt, Stubbs era un hombre
de origen plebeyo, pero de fuerte juicio y sentido mercantil. Aunque durante su gestión la Casa Gibbs perdió la consignación del guano, Stubbs siempre fue muy bien considerado en Inglaterra. Stubbs permaneció en Lima hasta 1862 y luego se trasladó a Londres, donde se incorporó a la Casa Gibbs y llegó a ocupar una alta posición.
Foto: Imagen del censo de Lima de 1860. Sorprendentemente los hijos de Gavina Martel aparecen con el apellido Alzamora en lugar de su verdadero apellido: Blacker.
A diferencia de su esposa, quien fue velada en la iglesia de San Marcelo, José Martel recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en el convento de La Merced. Se pagaron 10 pesos por el “carro” que trasladó el ataúd al cementerio.
El convento de la Merced era uno de los más reconocidos de Lima y para utilizarlo en funerales había que solicitar una dispensa al cura y a la iglesia correspondiente al barrio del difunto. El cura de la iglesia oficiaba la misa en el convento y era común que resaltara hasta la exageración las virtudes del fallecido.
Adicionalmente, el convento de La Merced contaba con amplios patios para albergar a una gran cantidad de personas. Incluso las monjas solían servir bocadillos entre los asistentes y se repartían pinturas o dibujos del difunto. En esa época había también una tendencia general a enterrar al muerto vestido con una mortaja. Por ejemplo, era muy popular el hábito y la cuerda de San Francisco.
Al año siguiente de la muerte de José Martel, en 1860, se realizó un censo en la ciudad de Lima, en el cual se han encontrado datos sorprendentes en torno a Gavina Martel y sus hijos. Ella vivía en el distrito 2, en la calle Matavilela, en el número 312 de una llamada casa grande que pertenecía a los religiosos del convento de Santo Domingo y que era alquilada por el coronel Lorenzo Gonzales.
Gavina subarrendaba una habitación que compartía con sus hijos y con una sirvienta analfabeta, natural de Huancayo, llamada María Castro. Lo extraño es que Gavina, de 25 años, declaró que su apellido era Alzamora y que era “viuda”. Asimismo, declaró los nombres y edades de sus hijos con un detalle desconcertante: les cambió el apellido. Es así que sus hijos están inscritos en el censo como Manuela Alzamora (7 años), Leoncio Alzamora (5 años), Aurelia Alzamora (3 años) y Natalia Alzamora (2 años).
Hasta el momento ha sido imposible encontrar una pista que explique por qué Gavina Martel se atribuía el apellido Alzamora y por qué se lo atribuyó también a sus hijos en 1860. En este caso particular la confusión se agudiza porque antes de efectuarse el censo tanto Manuela como Aurelia ya habían sido bautizadas como hijas naturales de Juan Blacker. Por eso, ambas ya llevaban el apellido Blacker en los registros eclesiásticos.
Parece evidente que en ese momento Gavina intentaba mantener en secreto la filiación de sus hijos. Una hipótesis es que lo haya hecho por recato personal. Ser madre soltera en esa época podía provocar el rechazo social y, al cambiarse el apellido y declararse viuda, Gavina evitaba dar detalles sobre su verdadera condición de madre soltera.
En ese momento John Blacker vivía en los altos de una casa grande, número 104, en la calle Pileta de la Merced. El principal habitante de la casa era el comerciante francés Silvestre Guiroy y Blacker alquilaba los altos, donde vivía junto a su esposa Carmen Espantoso, su hijo Juan Carlos y dos sirvientes ingleses, uno de los cuales era mayordomo.
En esa calle podía encontrarse también a otros residentes extranjeros como un sastre inglés, dos carpinteros suizos y tres herreros franceses. En el mismo censo de 1860, Blacker, de 38 años, aparece citado por segunda vez en un almacén ubicado en el número 147 de la calle Bodegones. El almacén pertenecía a la firma Isaac & Co, de la cual Blacker era socio. En el mismo almacén se censó a Enrique Calderón o Calderoni, un comerciante de apenas 20 años que vivía en la calle Pilitricas.
En tanto, la familia Espantoso vivía cómodamente en una casa grande, en el número 127 de la calle Mármol de Bronce, que curiosamente estaba ubicada a la espalda de la calle donde vivía Gavina Martel con sus hijos, por lo que sería inverosímil pensar que no se conocían. En los altos de la casa de los Espantoso residía Felipa Avellán y sus hijos. Ella era prima hermana del dueño de casa, Manuel Espantoso Avellán.
En el censo de 1860 también está registrado Carlos Eduardo Stubbs, quien fue testigo de soltería de John Blacker en 1857. Stubbs residía en el número 302 de una casa grande en la calle Melchor Malo. El vivía junto a su joven esposa Manuela Rey de Castro, sus hijos y un amplio séquito de diez sirvientes. En su casa también aparecen ocupando habitaciones un portero francés, un cochero irlandés y un cochero inglés. Parece obvio que Stubbs poseía por lo menos un carruaje, lo que era todo un lujo en aquella época. En esa misma calle se encontraba ubicado el establecimiento de la Casa Gibbs.
Stubbs era hijo de un sastre de Manchester y llegó al Perú a inicios de 1840 con una carta de recomendación para John Hayne, el gerente de la Casa Gibbs de Lima. Hayne envió a Stubbs a Arequipa, donde trabajó bajo las órdenes de Samuel Went distinguiéndose como un excelente empleado.
Sin embargo, Stubbs tuvo un serio malentendido con Went cuando éste se casó en segundas nupcias con Mery Ann Robertson y quiso ayudar a su cuñado Patrick a conseguir un puesto importante en la Casa Gibbs de Arequipa. La discusión con Went ocasionó que Stubbs renunciara a su trabajo y se uniera a los negocios del comerciante alemán Christopher William Schutte.
Al cabo de algunos años, Samuel Went fue llamado a Lima para hacerse cargo de la Casa Gibbs en la capital debido a que John Hayne había decidido volver a Inglaterra. Esta situación provocó una reconciliación entre Went y Stubbs, quien no sólo regresó a trabajar a la Casa Gibbs sino se quedó a cargo del establecimiento en Arequipa.
En 1856 Went se retiró y volvió a Inglaterra con su familia, por lo que Stubbs se trasladó a Lima y se convirtió en jefe de la Casa Gibbs. Según el diario de Heinrich Witt, Stubbs era un hombre
de origen plebeyo, pero de fuerte juicio y sentido mercantil. Aunque durante su gestión la Casa Gibbs perdió la consignación del guano, Stubbs siempre fue muy bien considerado en Inglaterra. Stubbs permaneció en Lima hasta 1862 y luego se trasladó a Londres, donde se incorporó a la Casa Gibbs y llegó a ocupar una alta posición.
Foto: Imagen del censo de Lima de 1860. Sorprendentemente los hijos de Gavina Martel aparecen con el apellido Alzamora en lugar de su verdadero apellido: Blacker.
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sábado, 8 de marzo de 2008
Nuevas revelaciones
Después de su matrimonio, en marzo de 1858, John Blacker Thierry y su flamante esposa permanecieron viviendo en la ciudad de Lima. Lo que es un misterio es el rumbo que tomó a partir de ese momento la relación del comerciante inglés con Gavina Martel y sus hijos. No existen mayores pistas al respecto.
Lo que se sabe con certeza es que siete meses después del matrimonio de John Backer con Carmen Espantoso se produjo la muerte de la madre de Gavina Martel. Doña Gertrudis Reyes Torres recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en la Iglesia de San Marcelo el 27 de octubre de 1858. Los documentos hallados sobre su muerte señalan que falleció a los 70 años de edad a causa de una “idropecia de pecho” (sic) y que se pagaron 7 pesos por el “carro” que trasladó el cuerpo al cementerio y 10 pesos por el nicho.
A estas alturas del siglo XIX ya se había difundido ampliamente la costumbre de hacer pública la muerte de un pariente. El deceso se comunicaba a través de anuncios en periódicos o con tarjetas de duelo. Todo funeral había adquirido las características de una gran ceremonia.
Era común que el cortejo fúnebre parta en romería del lugar de velación hacia el cementerio general, acompañado a pie por los deudos y amigos de la familia.
Un funeral no solía pasar inadvertido por dos motivos: el cortejo fúnebre usualmente llegaba hasta la Portada de Maravillas en las afueras de la ciudad y todavía existían las plañideras, mujeres especialmente contratadas para llorar exageradamente durante los actos de velación.
Las plañideras gozaban de prestigio y sus tarifas variaban de acuerdo a la dimensión y tono del llanto; en algunos casos subcontrataban a otras mujeres para que las acompañaran exaltando las virtudes del difunto y lamentando su ausencia.
El cadáver era transportado en un “carro” o carroza fúnebre que, de acuerdo al prestigio social del difunto, podía ser jalado hasta por seis caballos con lujosos ornamentos de color negro. Algunos carros pertenecían al cementerio y los cocheros iban vestidos con un pantalón y levita de paño negro, así como con un sombrero con cucarda. En esa época residía en Lima un fabricante inglés de carrozas llamado Eduardo Black, a quien también se le atribuyó el apellido Blacker en algunas ocasiones.
Después del entierro, la costumbre era retornar a la casa del difunto y acompañar a sus familiares durante largas horas. En algunos casos se servían hasta opíparas comidas. Los duelos duraban un mes y las salidas a la calle estaban restringidas para los familiares directos del difunto. Tampoco se podía hablar en voz alta. Además, se colocaban crespones negros en las puertas de la casa y, en algunos casos, hasta los interiores eran cubiertos por telones negros.
Este tipo de funeral trataba de ser imitado por todos los sectores sociales y muchos ciudadanos pobres hacían enormes sacrificios económicos para cumplir con los requerimientos de la época.
Por las características de los funerales parece obvio que John Blacker se enteró de la muerte de la madre de Gavina Martel.
En ese momento su esposa Carmen Espantoso ya esperaba a su primer hijo, quien nació en Lima el 28 de marzo de 1859. El niño fue bautizado en el Sagrario de la Catedral con el nombre de Juan Carlos Blacker el 16 de julio del mismo año y sus padrinos fueron su tío Miceno Espantoso y su abuela Dolores Oramas de Espantoso.
Foto: Partida de defunción de Gertrudis Reyes Torres, madre de Gavina Martel.
Lo que se sabe con certeza es que siete meses después del matrimonio de John Backer con Carmen Espantoso se produjo la muerte de la madre de Gavina Martel. Doña Gertrudis Reyes Torres recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en la Iglesia de San Marcelo el 27 de octubre de 1858. Los documentos hallados sobre su muerte señalan que falleció a los 70 años de edad a causa de una “idropecia de pecho” (sic) y que se pagaron 7 pesos por el “carro” que trasladó el cuerpo al cementerio y 10 pesos por el nicho.
A estas alturas del siglo XIX ya se había difundido ampliamente la costumbre de hacer pública la muerte de un pariente. El deceso se comunicaba a través de anuncios en periódicos o con tarjetas de duelo. Todo funeral había adquirido las características de una gran ceremonia.
Era común que el cortejo fúnebre parta en romería del lugar de velación hacia el cementerio general, acompañado a pie por los deudos y amigos de la familia.
Un funeral no solía pasar inadvertido por dos motivos: el cortejo fúnebre usualmente llegaba hasta la Portada de Maravillas en las afueras de la ciudad y todavía existían las plañideras, mujeres especialmente contratadas para llorar exageradamente durante los actos de velación.
Las plañideras gozaban de prestigio y sus tarifas variaban de acuerdo a la dimensión y tono del llanto; en algunos casos subcontrataban a otras mujeres para que las acompañaran exaltando las virtudes del difunto y lamentando su ausencia.
El cadáver era transportado en un “carro” o carroza fúnebre que, de acuerdo al prestigio social del difunto, podía ser jalado hasta por seis caballos con lujosos ornamentos de color negro. Algunos carros pertenecían al cementerio y los cocheros iban vestidos con un pantalón y levita de paño negro, así como con un sombrero con cucarda. En esa época residía en Lima un fabricante inglés de carrozas llamado Eduardo Black, a quien también se le atribuyó el apellido Blacker en algunas ocasiones.
Después del entierro, la costumbre era retornar a la casa del difunto y acompañar a sus familiares durante largas horas. En algunos casos se servían hasta opíparas comidas. Los duelos duraban un mes y las salidas a la calle estaban restringidas para los familiares directos del difunto. Tampoco se podía hablar en voz alta. Además, se colocaban crespones negros en las puertas de la casa y, en algunos casos, hasta los interiores eran cubiertos por telones negros.
Este tipo de funeral trataba de ser imitado por todos los sectores sociales y muchos ciudadanos pobres hacían enormes sacrificios económicos para cumplir con los requerimientos de la época.
Por las características de los funerales parece obvio que John Blacker se enteró de la muerte de la madre de Gavina Martel.
En ese momento su esposa Carmen Espantoso ya esperaba a su primer hijo, quien nació en Lima el 28 de marzo de 1859. El niño fue bautizado en el Sagrario de la Catedral con el nombre de Juan Carlos Blacker el 16 de julio del mismo año y sus padrinos fueron su tío Miceno Espantoso y su abuela Dolores Oramas de Espantoso.
Foto: Partida de defunción de Gertrudis Reyes Torres, madre de Gavina Martel.
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martes, 4 de marzo de 2008
El matrimonio
Sólo tres meses después del nacimiento de su hija Aurelia en 1857, John Blacker Thierry se comprometió a contraer matrimonio con otra mujer. En octubre de 1857 se abrió en Lima un expediente matrimonial mixto porque el novio era protestante y la novia católica.
En ese expediente Blacker aparece con su nombre de pila castellanizado (Juan) y además señaló los nombres castellanizados de sus padres: Alejandro Blacker y Susana María Thierry. Ambos habían nacido en Alemania y ya habían fallecido. Alexander Blacker Burrows murió el 12 de octubre de 1841, mientras que Jane Susan Marie Thierry Borkenstein falleció el 12 de febrero de 1848.
En el expediente matrimonial John Blacker se comprometió a educar a los hijos de su unión conyugal bajo el credo católico y presentó tres testigos de soltería. El primero fue el acaudalado comerciante inglés Carlos Eduardo Stubbs, en ese momento gerente de la Casa Gibbs de Lima. Otro testigo fue George Hodges Nugent(*), quien se desempeñaba como vicecónsul británico en Arica, y finalmente se presentó Carlos Eggert, de origen alemán, quien era empleado de la Casa Gibbs, firma para la que había trabajado antes en Tacna. Años más tarde Eggert sería gerente director de la Peruvian Guano Company.
Los tres testigos juramentaron bajo el rito protestante, mientras que el novio presentó también un certificado expedido por el consulado británico en Lima para acreditar su soltería. El documento fue firmado por el representante inglés John Barton, quien años antes, en 1852, figuraba junto a los hermanos Blacker como uno de los socios del “British Whist Club”.
Por otra parte, hasta ese momento, John Blacker no tenía hijos naturales registrados en la iglesia porque sus hijas Manuela, Aurelia y Natalia fueron bautizadas en fechas posteriores a su matrimonio, que se efectuó el 28 de marzo de 1858.
La novia fue Carmen Espantoso Oramas, de 19 años, natural de Guayaquil e hija de Manuel Domingo Espantoso Avellán y Dolores Oramas Izaguirre. Los Espantoso Oramas, de origen ecuatoriano, constituían una de las familias más influyentes de la sociedad limeña del siglo XIX y tenían una sólida posición económica. Manuel Domingo Espantoso Avellán había sido gobernador de Guayaquil hasta 1845 cuando estalló una rebelión que lo obligó a renunciar para facilitar la “segunda Independencia” de Ecuador.
La inestabilidad política en su país hizo que Espantoso viaje con su familia al Perú, donde se estableció y se dedicó a la actividad comercial naviera en sociedad con otros familiares. Fue íntimo amigo del presidente peruano Ramón Castilla y se tiene registro de que en una partida de naipes entre ambos Espantoso ganó 9 mil soles, una cifra exorbitante para la época. Sin embargo, así como ganaba grandes sumas, Espantoso también perdía importantes cantidades de dinero debido a su exagerada afición a los juegos de azar.
Una vez superada la crisis política de 1859 que puso al Ecuador en peligro de desaparecer como Estado independiente, Espantoso regresó a su país como Jefe Supremo de Cuenca. Pero poco tiempo después regresó al Perú, donde falleció en 1873 tras una larga enfermedad. La noticia de su muerte fue ampliamente difundida en la prensa limeña de la época.
En el plano personal, Manuel Espantoso Avellán estuvo casado, en distintos momentos de su vida, con dos hermanas, hijas del panameño Francisco de Oramas y Romero, y de Petra Antonia del Carmen de Izáguirre y Echanique. Espantoso se casó por primera vez con María Francisca de Oramas e Izáguirre, quien falleció en Guayaquil el 27 de octubre de 1827 al dar a luz a su primogénito: Domingo Miceno Espantoso de Oramas. Seis años más tarde, en 1833, Espantoso contrajo matrimonio con la hermana menor de su difunta esposa, María Dolores de Oramas e Izáguirre, quien fue a la postre la madre de la esposa de John Blacker.
Foto: Carmen Espantoso Oramas, esposa de John Blacker. Foto cortesía Carlos Espantoso.
(*) Una década más tarde un hecho que marcaría la vida de George Hodges Nugent fue el terremoto y posterior maremoto que azotó Arica el 13 de agosto de 1868. La casa de Hodges Nugent fue totalmente destruida, pero el vicecónsul británico y su familia pudieron escapar con vida corriendo hacia una zona alta del pueblo. Posteriormente, sin bienes materiales, Hodges Nugent se sumó a los trabajos de reconstrucción del lugar. Años más tarde, después de la Batalla de Arica, el vicecónsul inglés fue el encargado de reconocer el cádaver de Francisco Bolognesi a pedido del general chileno Baquedano. Cuando Arica pasó a manos chilenas, Hodges Nugent no abandonó la localidad y permaneció allí hasta el fin de sus días. Sus restos reposan en el cementerio municipal de Arica. Hodges Nugent tuvo un hermano, Peter, quien fue vicecónsul inglés ad honorem en Iquique. Otros miembros de la familia Nugent tuvieron activa participación comercial en Tacna durante la segunda mitad del Siglo XIX.
En ese expediente Blacker aparece con su nombre de pila castellanizado (Juan) y además señaló los nombres castellanizados de sus padres: Alejandro Blacker y Susana María Thierry. Ambos habían nacido en Alemania y ya habían fallecido. Alexander Blacker Burrows murió el 12 de octubre de 1841, mientras que Jane Susan Marie Thierry Borkenstein falleció el 12 de febrero de 1848.
En el expediente matrimonial John Blacker se comprometió a educar a los hijos de su unión conyugal bajo el credo católico y presentó tres testigos de soltería. El primero fue el acaudalado comerciante inglés Carlos Eduardo Stubbs, en ese momento gerente de la Casa Gibbs de Lima. Otro testigo fue George Hodges Nugent(*), quien se desempeñaba como vicecónsul británico en Arica, y finalmente se presentó Carlos Eggert, de origen alemán, quien era empleado de la Casa Gibbs, firma para la que había trabajado antes en Tacna. Años más tarde Eggert sería gerente director de la Peruvian Guano Company.
Los tres testigos juramentaron bajo el rito protestante, mientras que el novio presentó también un certificado expedido por el consulado británico en Lima para acreditar su soltería. El documento fue firmado por el representante inglés John Barton, quien años antes, en 1852, figuraba junto a los hermanos Blacker como uno de los socios del “British Whist Club”.
Por otra parte, hasta ese momento, John Blacker no tenía hijos naturales registrados en la iglesia porque sus hijas Manuela, Aurelia y Natalia fueron bautizadas en fechas posteriores a su matrimonio, que se efectuó el 28 de marzo de 1858.
La novia fue Carmen Espantoso Oramas, de 19 años, natural de Guayaquil e hija de Manuel Domingo Espantoso Avellán y Dolores Oramas Izaguirre. Los Espantoso Oramas, de origen ecuatoriano, constituían una de las familias más influyentes de la sociedad limeña del siglo XIX y tenían una sólida posición económica. Manuel Domingo Espantoso Avellán había sido gobernador de Guayaquil hasta 1845 cuando estalló una rebelión que lo obligó a renunciar para facilitar la “segunda Independencia” de Ecuador.
La inestabilidad política en su país hizo que Espantoso viaje con su familia al Perú, donde se estableció y se dedicó a la actividad comercial naviera en sociedad con otros familiares. Fue íntimo amigo del presidente peruano Ramón Castilla y se tiene registro de que en una partida de naipes entre ambos Espantoso ganó 9 mil soles, una cifra exorbitante para la época. Sin embargo, así como ganaba grandes sumas, Espantoso también perdía importantes cantidades de dinero debido a su exagerada afición a los juegos de azar.
Una vez superada la crisis política de 1859 que puso al Ecuador en peligro de desaparecer como Estado independiente, Espantoso regresó a su país como Jefe Supremo de Cuenca. Pero poco tiempo después regresó al Perú, donde falleció en 1873 tras una larga enfermedad. La noticia de su muerte fue ampliamente difundida en la prensa limeña de la época.
En el plano personal, Manuel Espantoso Avellán estuvo casado, en distintos momentos de su vida, con dos hermanas, hijas del panameño Francisco de Oramas y Romero, y de Petra Antonia del Carmen de Izáguirre y Echanique. Espantoso se casó por primera vez con María Francisca de Oramas e Izáguirre, quien falleció en Guayaquil el 27 de octubre de 1827 al dar a luz a su primogénito: Domingo Miceno Espantoso de Oramas. Seis años más tarde, en 1833, Espantoso contrajo matrimonio con la hermana menor de su difunta esposa, María Dolores de Oramas e Izáguirre, quien fue a la postre la madre de la esposa de John Blacker.
Foto: Carmen Espantoso Oramas, esposa de John Blacker. Foto cortesía Carlos Espantoso.
(*) Una década más tarde un hecho que marcaría la vida de George Hodges Nugent fue el terremoto y posterior maremoto que azotó Arica el 13 de agosto de 1868. La casa de Hodges Nugent fue totalmente destruida, pero el vicecónsul británico y su familia pudieron escapar con vida corriendo hacia una zona alta del pueblo. Posteriormente, sin bienes materiales, Hodges Nugent se sumó a los trabajos de reconstrucción del lugar. Años más tarde, después de la Batalla de Arica, el vicecónsul inglés fue el encargado de reconocer el cádaver de Francisco Bolognesi a pedido del general chileno Baquedano. Cuando Arica pasó a manos chilenas, Hodges Nugent no abandonó la localidad y permaneció allí hasta el fin de sus días. Sus restos reposan en el cementerio municipal de Arica. Hodges Nugent tuvo un hermano, Peter, quien fue vicecónsul inglés ad honorem en Iquique. Otros miembros de la familia Nugent tuvieron activa participación comercial en Tacna durante la segunda mitad del Siglo XIX.
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