lunes, 7 de diciembre de 2009

El testamento

Alexander Blacker Thierry declaró textualmente en su testamento que su fortuna consistía en lo que "designa, contiene y contendrá el libro mayor de su casa comercial", cuyo nombre era Blacker & Co. Nombró como sus herederos a su esposa Mariana Raygada (ya fallecida), a sus hijos Luis (Louis) y Carlos (Charles) Blacker Raygada, a sus nietas María Luisa Blacker Higginson y Elisa Blacker Higginson, así como a su hija Elisa María Blacker Higginson, quien residía en la ciudad de San Francisco, California, Estados Unidos.

Esta última era soltera y le otorgó un poder especial a su primo Alejandro Higginson, residente en Paita, para que cobre o perciba todo lo que le correspondía de la herencia paterna. Como albacea y liquidador de sus bienes, Alexander Blacker Thierry nombró a su primo político José María Raygada Oyarzábal, quien era hijo del ilustre General José María Raygada Gallo -héroe de las guerras de Independencia fallecido en 1859- y Juana Oyarzábal de la Canal.

En su testamento, Blacker también designó a Raygada Oyarzábal como "tutor y guardador de sus hijos menores", al mismo tiempo que citó como sus propiedades una casa habitación y una bodega en Paita, así como una finca y un establecimiento para despepitar algodón en el pueblo de La Huaca. Posteriormente, cuando se realizó el inventario de sus bienes, se descubrió que Blacker poseía también una rústica casa en Sullana. En la tasación se detallaron todos los enseres encontrados en sus propiedades.

Lo que llama la atención es que en su testamento Blacker aclara que "su primera esposa, Eliza Higginson, no aportó bienes algunos al matrimonio y que en la fecha de su muerte la sociedad conyugal no tenía capital alguno". La declaración sorprende porque hay sólidas evidencias que demuestran que Blacker manejó por algunos años el negocio de la familia de su esposa y que sus principales propiedades fueron adquiridas cuando Eliza Higginson todavía estaba con vida.

Foto: Primeras páginas del legajo que contiene en detalle el testamento del comerciante inglés Alexander Blacker Thierry.

sábado, 14 de noviembre de 2009

La muerte del cónsul

Tres años antes de la muerte de Alejandro Carlos Blacker Higginson, su padre Alexander Blacker Thierry tuvo un segundo hijo con Mariana Raygada Días. El niño recibió el nombre de Juan Clímaco Carlos Eduardo Blacker Raygada. El nacimiento se produjo a las cuatro de la madrugada del 30 de marzo de 1886 en la calle de La Merced, casa número uno, en Paita.

Cinco meses más tarde, el niño fue inscrito en el registro civil de Paita por Carlos A. Naranjo. En el documento, fechado el 10 de agosto de 1886, se consigna los detalles referidos al nacimiento y también se consigna el nombre de los padrinos del menor: Manuel E. Raygada y Josefa Raygada.

Por otra parte, si bien el matrimonio religioso de Alexander Blacker y Mariana Raygada se efectuó en 1877, su inscripción en los registros civiles de Paita se realizó recién el 10 de agosto de 1895. Sólo un año después de esta inscripción, Mariana Raygada sufrió un cólico fulminante que le costó la vida. Ella tenía 45 años cuando dejó de existir en su casa del poblado de La Huaca. La fecha exacta de su muerte fue el 30 de noviembre de 1896 y sus restos reposan en el cementerio San Teodoro de Piura.

Cuando Mariana Raygada falleció, sus hijos Luis y Carlos tenían 17 y 10 años, respectivamente. Luis ya había pasado una temporada en el Clifton College de Inglaterra, el mismo colegio donde había seguido estudios su medio hermano Alejandro Carlos. Otra vez Alexander Blacker se quedaba viudo con dos hijos menores de edad, aunque no por mucho tiempo.

Sólo siete meses después de la muerte de su segunda esposa, Blacker fue atacado por la temible enfermedad de viruelas y tras una corta convalecencia falleció en Paita en la madrugada del 17 de junio de 1897 a la edad de 73 años.

Blacker dejó escrito un testamento, el cual fue registrado legalmente el 29 de mayo de 1891. Como dato adicional debe señalarse que en 1892, Blacker tuvo que dejar el cargo de vicecónsul británico en Paita tras 39 años de servicio ininterrumpido. En realidad, Inglaterra consideraba que ya no era necesario mantener una dependencia consular en el puerto piurano y ordenó clausurar la sede. A esas alturas la presencia comercial británica en Paita era casi nula y los súbditos británicos en el lugar no llegaban a la docena.

Foto: Inscripción de Juan Clímaco Carlos Eduardo Blacker en el registro civil de Paita. Fue el segundo hijo de Alexander Blacker y Mariana Raygada.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Alejandro Carlos Blacker

Poco después de la guerra con Chile, el primogénito de Alexander Blacker Thierry, Alejandro Carlos Blacker Higginson, se comprometió en matrimonio con su prima hermana María Luisa Higginson Carreño, quien era hija de Enrique Higginson Andrews y María Natividad Carreño.

Debido a su grado de consanguinidad, la pareja tuvo que solicitar una dispensa especial a la Iglesia Católica para ser autorizados a contraer matrimonio. La boda se efectuó el 17 de diciembre de 1883 en la parroquia de San Sebastián en Lima. El novio tenía 31 años y la novia 22.

Lamentablemente la unión duró sólo seis años. Alejandro Carlos Blacker, quien era comerciante como su padre, cayó enfermo de tuberculosis pulmonar y murió en Lima el 27 de mayo de 1889. Sus restos fueron velados en la casa de la familia de su esposa que estaba ubicada en la calle de Aumente. El memorialista Heinrich Witt asistió al velorio y escribió en su diario que no hubo una gran concurrencia. Blacker Higginson tenía sólo 36 años y entre 1883 y 1885 había sido alcalde de Paita como su padre.

Alejandro Carlos Blacker y su esposa tuvieron tres hijos: El primero fue Alejandro Ricardo Emilio Ramón Blacker Higginson, quien nació en el pueblo de La Huaca el 6 de octubre de 1886 y murió casi un año después, el 25 de setiembre de 1887. La segunda hija del matrimonio fue María Luisa Blacker Higginson, quien nació en Paita en 1889, y la tercera descendiente fue Elisa Blacker Higginson, quien nació en Piura en 1890. Es decir, Elisa fue hija póstuma ya que su nacimiento se produjo cuando su padre ya había muerto.

Foto: Alejandro Carlos Blacker Higginson en Lima. Archivo Courret.

martes, 1 de septiembre de 2009

Segundo matrimonio y guerra

Después de su breve periodo como alcalde de Paita en 1869, Alexander Blacker Thierry se convirtió en presidente de la Beneficencia del puerto. Su gestión fue muy reconocida por los pobladores, lo que lo llevó a postular por segunda vez a la alcaldía en el año 1876. Se trató de un accidentado proceso electoral que ha sido reseñado en el libro Paita, Hombres y Huellas de Reynaldo Moya Espinosa. Cuenta el autor que Blacker resultó elegido, pero el alcalde en funciones, Abelardo Garrido, se negó a entregar el cargo con la excusa de que las elecciones habían sido impugnadas.

Blacker recibió el apoyo de los paiteños y presentó un reclamo ante el gobierno central. Del mismo modo, montó una oficina de alcaldía en un lugar diferente. Por algunos meses, Paita tuvo dos alcaldes despachando paralelamente hasta que el gobierno le dio la razón a Blacker y Abelardo Garrido no tuvo otro camino que dejar su cargo.

Según los registros de la Municipalidad de Paita, Blacker fue alcalde de 1877 a 1879. Precisamente, durante su gestión, el comerciante y vicecónsul inglés contrajo matrimonio con Mariana Raygada Días, natural de Paita, de 28 años de edad, e hija del coronel de infantería del Ejército Eugenio Raygada Gallo y María Concepción Días Espinoza. La boda se efectuó el 29 de octubre de 1877.

Un mes antes del matrimonio, el 26 de setiembre de 1877, Blacker fue bautizado en Lima con el nombre de Alejandro Cipriano. En esa partida aparecen los nombres castellanizados de sus padres (Alejandro Blacker y Susana Thierry) y se consigna que tenía 50 años, aunque en realidad bordeaba los 52. Su padrino de bautizo fue Enrique E. Higginson, la misma persona que 27 años antes había sido su ahijado. Este hallazgo permite suponer que Blacker se bautizó expresamente para contraer matrimonio católico con Mariana Raygada y siembra algunas dudas sobre su primera boda con Eliza Higginson Andrews. No obstante, es posible que esa unión se haya efectuado bajo el rito protestante.

El primer hijo de su segundo matrimonio fue Luis Blacker Raygada, quien nació el 26 de octubre de 1879 y fue bautizado el 27 de marzo de 1880. Su padrino fue su tío Charles Louis Adolphus Blacker, hermano de su padre y quien había sido cónsul inglés en Matamoros, México, por un breve periodo (había sido nominado el 16 de noviembre de 1858, asumió funciones el 13 de noviembre de 1861 y renunció al cargo el 12 de setiembre de 1863). Sin embargo, Charles Louis Adolphus Blacker, quien se hacía llamar Louis Blacker, no estuvo presente en la ceremonia y envió un poder especial a su sobrino Alejandro Carlos Blacker, quien lo representó en el bautizo. La madrina del niño fue su abuela Concepción Días.

También en 1880 la guerra con Chile provocó una movilización masiva de hombres en el norte peruano y el vicecónsul inglés Alexander Blacker fue nombrado jefe de las milicias de Paita. Poco fue lo que se pudo hacer cuando el almirante chileno Patricio Lynch se presentó en el puerto con cuatro barcos y un ejército de las tres armas el 17 de setiembre de 1880. Las autoridades locales decidieron evacuar Paita y los chilenos nombraron una Comisión Municipal Provisoria presidida por Blacker e integrada por su hijo mayor, Alejandro Carlos, y dos súbditos extranjeros: Juan R. Bobbia y Jorge Woodhouse.

Ante ellos Lynch planteó el pago de 10 mil soles de plata como contribución de guerra, pero la respuesta del pueblo fue negativa y el almirante chileno incendió el local de la gobernación y la maestranza. Luego Lynch incursionó con una columna de caballería sobre El Arenal, La Huaca y -vadeando el río- llegó hasta Tangarará. El 21 de setiembre regresó a Paita y fue entonces cuando incendió la aduana rociándola de querosene.

Al día siguiente, Alexander Blacker emitió una declaración de tres puntos, señalando que los chilenos habían respetado la propiedad particular, que los almacenes del Estado fueron abiertos en su presencia y que sólo quedaron ahí las mercaderías no reclamadas por sus dueños. Finalizó su declaración comentando que la destrucción de la aduana se efectuó cuando el vecindario se negó a pagar la contribución de guerra. Por esta declaración muchos paiteños criticaron a Blacker insinuando que fue muy condescendiente con Lynch porque ambos tenían vínculos británicos.

Posteriormente, el 11 de junio de 1881, el invasor chileno Emilio Valverde, jefe político y militar de Paita, organizó una reunión “para tratar de asuntos de alta importancia de la localidad”. Los convocados a la cita fueron el vicecónsul inglés Blacker; el vicecónsul de los Países Bajos, Carlos P. López, y los vecinos Baltazar Poblete, Manuel León y S. F. Gil.

En esa reunión se firmó un acta en la que acordaron que Valverde prestaría apoyo y protección a los habitantes, al comercio y a los intereses neutrales y del país, mientras que Blacker, López, Poblete, León y Gil se comprometían a formar una Guardia Urbana para cuidar el orden y los intereses de la ciudad. Asimismo, debían suministrar diariamente los víveres y otros artículos para sostener a las fuerzas chilenas de ocupación.

Esta comisión especial que formaba Blacker junto a otros vecinos de Paita era llamada por los chilenos "junta municipal accidental" y tenía la representación oficial de la población ante el ejército invasor. En una de sus peticiones, fechada el 16 de julio de 1881, la comisión ruega que se restablezca el tráfico por ferrocarril en la ribera del río Chira debido a la alarmante escasez de agua que estaba afectando a la población del puerto de Paita. La solicitud para restablecer el ferrocarril entre Paita y Piura fue rechazada por los chilenos, aunque el jefe político y militar Emilio Valverde se comprometió a entregar 2 mil litros de agua diarios para que sea repartida entre los civiles.


Foto: Cuando tenía 15 años Luis Blacker Raygada fue registrado por su tío Alejandro Higginson en la Municipalidad de Paita. En esa época los registros civiles empezaban a ser tan importantes como los registros de las iglesias.

jueves, 20 de agosto de 2009

Vida pública

Como ya se señaló en un post anterior, Alexander Blacker Thierry no estuvo concentrado solamente en sus intereses comerciales. En 1866 fue nombrado agente consular francés en Paita y en 1869 se convirtió en alcalde del puerto por un breve periodo. Además, en 1870 fue autorizado por el gobierno para emitir moneda feble de 5 y 10 centavos y al mismo tiempo promovió la construcción del ferrocarril Paita-Sullana, que tuvo una subestación en el poblado de La Huaca.

Durante la investigación también se ha encontrado un documento, fechado el 28 de marzo de 1871, en el que Alexander Blacker aparece como tesorero de las obras públicas del pueblo de Colán y se compromete a responder financieramente con sus bienes al recibir una suma de 2,048 soles para refaccionar la iglesia de la localidad. Posteriormente Blacker también recibió fondos públicos para refaccionar la iglesia de Sullana y el cementerio de Paita.

Es evidente que el comerciante y vicecónsul inglés desarrolló una sólida relación con su comunidad y con el pueblo de Paita que, ante los ojos de muchos inmigrantes extranjeros, no era considerado un lugar acogedor. La mayoría de visitantes foráneos que han dejado evidencia escrita sobre su paso por Paita durante el Siglo XIX califican el pueblo como “miserable”. Solamente durante el breve apogeo de la industria ballenera norteamericana, el puerto piurano experimentó una actividad económica importante y atrajo a numerosos inmigrantes.

Sin embargo, desde su llegada en 1852 hasta su muerte en 1897, Blacker permaneció estrechamente ligado al lugar llevando una activa vida comercial, social y pública. Si bien es imposible conocer al detalle cómo Blacker percibía Paita y su población, algunas de sus ideas sobre el lugar han quedado registradas en un reporte oficial que el vicecónsul envió a Inglaterra el 31 de diciembre de 1871.

El documento, escrito en inglés, se encuentra en los Archivos Nacionales de Inglaterra y contiene información sobre salarios, precios de provisiones, así como referencias a la alimentación, vestido, vivienda y salud de la clase trabajadora de Paita.

Algunos pasajes relevantes incluyen la siguiente información (*): “el clima del departamento de Piura no hace necesaria la utilización de ropa especial. La vestimenta más simple como una camisa de algodón, pantalones y un sombrero de paja es todo lo que se necesita durante el año y se puede comprar por unos pocos dólares”.

“Los zapatos y las botas son artículos de lujo y se calzan solamente los domingos o días de fiesta cuando también se añade a la vestimenta un saco de lino para dar una apariencia de elegancia”.

“El clima es probablemente el más saludable del Perú. Ni fiebres ni epidemias han prevalecido en este lugar, la ausencia de lluvia y los vientos constantes mantienen la atmósfera libre de malos aires y hacen de este lugar, más allá de cualquier duda, el más saludable y placentero de cualquier país tropical en el mundo, lo cual explica la apatía y holgazanería de su población, la cual puede vivir feliz y satisfecha con muy poco, sin necesidad de trabajar duramente”.

“Durante la mayor parte del año la gente prefiere dormir a cielo abierto frente a sus casas y en ningún momento hay necesidad de usar algo más que una ligera frazada. Ropa de cama, como sábanas o colchones, son artículos de lujo, por lo que una hamaca es suficiente para dormir bien, sin que nadie o muy pocos aspiren a algo mejor”.

“La renta de una casa es moderada… 50 dólares y 8 centavos es el promedio de la renta de una casa de dos o cuatro habitaciones, dependiendo de su situación y calidad”.

“La comida es abundante y barata en comparación con otros lugares del Perú. Carne de res, muy buena, de 10 a 12 centavos por libra; cordero, de acuerdo a su condición y tamaño, de 4 a 5 dólares cada uno; cerdo, de 7 a 8 centavos por libra; cabras, de 4 a 5 dólares cada una y constituyen la principal comida animal de las clases más bajas; arroz, muy bueno, traído desde Lambayeque, precio promedio 8 centavos por libra; frijoles, lentejas, maíz, camotes, calabazas, cebollas, papas, yucas, tomates y muchos otros vegetales, todos abundantes y baratos, son posibles de conseguir a lo largo de todo el año”.

“La gente se contenta con la comida más simple. Arroz y frijoles, camotes, calabazas, cebollas y una pequeña cantidad de carne es todo lo que necesitan para mantenerse en condición saludable. Un hombre de las clases más bajas puede vivir con un ingreso de 35 a 50 centavos por día, incluyendo la usual bebida de cocoa o chocolate de inferior calidad”.

“El salario de los trabajadores agrícolas puede exceder los 6 reales por día, sin incluir comida; el trabajador común del pueblo, de 1 a 2 dólares por día; carpinteros, entre 2 dólares 4 centavos y 3 dólares por día; zapateros, entre 2 dólares y 2 dólares 4 centavos por día; el mismo salario se aplica para los sastres”.

“Hay amplio espacio para trabajo extranjero de cualquier característica en todo el departamento y todo foráneo asentado en este lugar ha logrado tener éxito para vivir con comodidad, pero, lamentablemente, la mayoría de artesanos extranjeros que ocasionalmente se establecieron en este lugar pronto se dedicaron a la bebida y cayeron más bajo que cualquier nativo en las mismas circunstancias. Sin embargo, ellos son preferidos sobre los artesanos nativos”.

“La gente de este país es probablemente la más feliz del mundo, perfectamente satisfecha con poco y, aparentemente, no más feliz con más; y si es el efecto del clima o no lo que afecta a los extranjeros, éstos generalmente muy rápido adoptan la misma vía de pensamiento y comportamiento de los nativos, y, por lo general, se vuelven inútiles, abandonados y una desgracia para el país”.

“La indiferencia general de la clase trabajadora y la consecuente dificultad para inducirlos a trabajar, combinadas con sus exageradas demandas que no corresponden a la calidad de su trabajo, obliga a las personas a buscar trabajadores en otro lugar antes que ceder a las extorsiones”.


Foto: Imagen de la plaza principal del puerto de Paita, captada probablemente a inicios del Siglo XX.

(*) Se trata de una traducción libre.

miércoles, 15 de julio de 2009

Triste Navidad

Apenas quince días después de su declaración a favor del cónsul norteamericano Charles Winslow, Alexander Blacker Thierry recibió un duro golpe en el plano personal. Su esposa Eliza Higginson Andrews no pudo seguir luchando contra la tuberculosis y murió en vísperas de Navidad, el 24 de diciembre de 1863, a los 42 años de edad. Su tumba se encuentra en el cementerio San Teodoro de Piura. Sólo dos días antes había muerto en Lima la niña Natalia Blacker Martel.

Algunos años antes de que se produzca la muerte de Eliza Higginson de Blacker, el viajero alemán Heinrich Witt había estado algunos días en Paita y dejó evidencia escrita de esa visita en su diario personal. Witt cuenta que el 1 de febrero de 1857 tomó desayuno en casa de Alexander Blacker junto a Richard Bullen y Gerald Garland, un inglés que llegó al Perú poco después de la independencia y que tras ser empleado en la casa Gibbs de Arequipa se había convertido en un próspero hombre de negocios. En aquella oportunidad, Witt notó que la esposa de Blacker ya lucía bastante afectada y demacrada por la enfermedad.

Meses después, Witt hizo otra visita a Paita y cuenta que Eliza Higginson de Blacker se había mudado permanentemente a una casa de campo en la villa de La Huaca, donde el clima era apropiado para su salud. Incluso Witt visitó La Huaca y señala que encontró a Alexander Blacker y a su hijo Alejandro Carlos bañándose en el río Chira sin temor a los caimanes que abundaban en la zona. Aquella vez Witt también desayunó con los Blacker y destacó su amabilidad.

Después de la muerte de Eliza Higginson en 1863, Alexander Blacker se quedó a cargo de dos hijos menores de edad (Alejandro Carlos, de 10 años; y María Elisa, de 1 año y 4 meses). Sin embargo, en el caso de la niña, existen fundadas sospechas para creer que muy pronto fue “adoptada” por la familia de su madre.

Existe información que revela que, a los 6 ó 7 años, María Elisa viajó a San Francisco, California, Estados Unidos, donde residían sus tías Caroline y Mary “Mariquita” Higginson. La primera casada con James Bowman, quien había sido agente portuario en Islay; y la segunda casada con Stephen H. Smith, un norteamericano que también había vivido en el Perú. Por esa misma época, el hijo mayor de Alexander Blacker fue enviado por su padre a Bristol, Inglaterra, con la finalidad de estudiar en el Clifton College, donde estuvo enrolado desde mayo de 1868 hasta julio de 1869.

Mientras tanto, en Paita, Blacker Thierry siguió involucrado en múltiples negocios y actividades públicas. En el libro Paita y el impacto de la flota ballenera norteamericana en el norte peruano 1832-1865, escrito por William L. Lofstrom, se revela que en la década de 1860 Alexander Blacker incursionó en el negocio del cultivo de algodón al mismo tiempo que otros extranjeros como Gerald Garland y Alfred Duvall, quienes, además, sirvieron interinamente como cónsules de Estados Unidos en distintas épocas.

En algún momento, Duvall, un ingeniero nacido en Baltimore, se convirtió en socio de Blacker y de otros comerciantes de Paita para exportar algodón a Europa, principalmente a Inglaterra. En el libro del profesor Lofstrom se señala que la plantación de algodón estuvo ubicada cerca del fundo de Monte Abierto, importante plantación situada en el amplio valle que se extiende al norte del río Chira, cerca de Sullana.

Respecto al mismo tema, el científico italiano Antonio Raimondi otorga más pistas en su trabajo titulado La Mirada del Viajero. Tras su visita al valle del Chira en el año 1869, Raimondi encontró que para irrigar sus campos muchos algodoneros habían adquirido potentes bombas de vapor cuyo combustible era la madera de algarrobo.

Raimondi revela que ubicó estas máquinas en las haciendas Paredones de J. Woodhouse, La Rinconada de A. Blacker, Pucusulá de M. Raygada y describió con precisión la bomba principal, ubicada en el fundo Monte Abierto de la gran hacienda Tangarará de la familia Arrese, que en algún momento formó una sociedad con Gerald Garland.

La exportación de algodón en gran escala desde Paita a Europa tuvo su apogeo en los años 1860 durante la crisis europea del algodón que estuvo asociada a la Guerra Civil norteamericana. Sin embargo, se sabe también que las bombas para riego artificial descritas por Raimondi no cumplieron su función a cabalidad. Las crecidas del río Chira de 1871, 1877 y 1879 destruyeron las instalaciones ubicadas al pie de las terrazas ribereñas que regaban. A pesar de las dificultades, hay evidencias de que Alexander Blacker nunca abandonó el negocio del algodón.

Foto: Casa conocida como El Palomar que -se dice- perteneció a Alexander Blacker. La propiedad ubicada en el poblado de La Huaca se encuentra en estado ruinoso.

sábado, 27 de junio de 2009

Blacker en Paita

En 1853, un año después de su boda, Alexander Blacker Thierry y Eliza Higginson Andrews tuvieron a su primer hijo: Alejandro Carlos Blacker Higginson. La familia ya había decidido afincarse en Paita debido a que Blacker tenía proyectos para incursionar en el negocio algodonero.

La segunda hija del matrimonio Blacker Higginson fue María Elisa, quien nació en Paita en 1855. Lamentablemente, la niña murió tres años después. Se presume que ella fue trasladada en barco de Paita al Callao para ser tratada de una angina de pecho, pero falleció durante la travesía. Su defunción fue inscrita en el Callao el 11 de julio de 1858. Lo curioso es que ningún familiar declaró su muerte y tampoco se consignó el nombre de sus padres en su partida de defunción. La única firma en el documento pertenece al cura de la iglesia matriz del Callao, quien certificó su deceso. La lápida de la niña se encuentra en el cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima.

Esta triste desaparición afectó profundamente a la familia Blacker Higginson, que decidió rendirle un tributo a su hija donando una pila bautismal a la iglesia del pequeño poblado de La Huaca, ubicado a ocho leguas de Paita.

La pila bautismal tiene grabado el nombre de María Elisa Blacker hasta la actualidad y fue tallada en Lima como si se tratara de una fuente de agua. La pila tiene tres tipos de figuras: cabezas de león, cabezas de un niño y escudos del Perú. Los escudos se grabaron a pedido de Alexander Blacker, quien en su calidad de vicecónsul británico pretendió así rendirle homenaje al país donde cumplía funciones.

La pila fue donada en 1862 y en ella fue bautizada la tercera hija del matrimonio Blacker Higginson, quien llevó el mismo nombre de su hermana desaparecida. El bautizo de María Elisa fue el primero que se realizó en aquella pila y también el primero que quedó registrado en los libros de la iglesia de La Huaca porque hasta esa fecha la parroquia no estaba autorizada a celebrar bautizos ni matrimonios. María Elisa Blacker Higginson fue bautizada el 11 de agosto de 1862 a los 4 meses y medio de nacida. Sus padrinos fueron Toribio Seminario y Váscones, y Ricarda Cortés.

En aquella época muchos de los más prósperos comerciantes de Paita tenían casas de campo en La Huaca o sus alrededores. Además, muchos de los negociantes dedicados al cultivo de algodón también tenían propiedades en la zona. Incluso casas comerciales extranjeras tenían locales en el lugar, que hoy luce tristemente empobrecido.

No se sabe por cuánto tiempo Alexander Blacker estuvo a cargo del negocio heredado de la familia Higginson, pero posteriormente fundó la firma Blacker & Co. Paralelamente a sus actividades comerciales, Blacker desarrolló una activa vida pública en Paita llegando a ser alcalde y artífice de la creación de la primera compañía de bomberos en 1860.

Exactamente el 24 de noviembre de ese año se formó en Paita la compañía contra Incendios por Grigos, que no soólo fue la primera en la provincia de Piura, sino también en la región norte del Perú. Como comandante y presidente de la primera junta directiva fue elegido Alexander Blacker, mientras que los propietarios de los negocios paiteños se autoimpusieron un tributo de un real al mes (llamado "derechos de incendio") para el sostenimiento económico de la compañía. Los miembros del cuerpo de bomberos lucían uniforme de pantalón blanco y casa roja con casco metálico, cuyo color diferenciaba los grados.

En esos momentos, la posición social de Blacker en el pueblo era cada vez más importante. En 1863, Blacker aceptó defender al cónsul de Estados Unidos Charles Winslow, quien fue víctima de una campaña para desacreditar su administración tanto en el consulado como en el hospital norteamericano que funcionaba en Paita y que era exclusivo para ciudadanos estadounidenses. Los ataques contra Winslow, alentados por capitanes de barcos norteamericanos, se hicieron tan evidentes que incluso se imprimieron panfletos acusándolo de realizar cobros indebidos en el consulado.

El 10 de dicembre de 1863 Alexander Blacker aceptó ser entrevistado por Winslow sobre la situación del consulado norteamericano en Paita. El documento se envió a Washington y se conserva en los Archivos Nacionales de Estados Unidos. En él, Blacker afirmó que los balleneros norteamericanos con frecuencia desembarcaban a sus tripulantes enfermos sin observar las formalidades de ley. También señaló que desde la llegada de Winslow en setiembre de 1862 se había hecho una "limpieza" general de norteamericanos indeseables en paita y que las amenzas de los capitanes de las naves habían disminuido.

Blacker añadió que Winslow era un "perfecto caballero", que su carácter y dignidad eran superiores a los de sus predecesores y que se había registrado una "notable mejora"en la respetabilidad del consulado.

Foto: El nombre de María Elisa Blacker está grabado en la pila bautismal de la iglesia del poblado de La Huaca hasta la actualidad.

martes, 19 de mayo de 2009

Blacker y Higginson

La vida del comerciante inglés Alexander Blacker Thierry en el Perú transitó por un camino totalmente diferente al seguido por su hermano John. Como se consignó al inicio de esta investigación, uno de los primeros rastros de la presencia del apellido Blacker en el país involucra a Alexander, cuyo nombre castellanizado aparece en la partida de bautizo de Enrique Eduardo Higginson Carreño. El documento data del 18 de octubre de 1850 y en él Alejandro Blacker figura como padrino. El bautizo se realizó en la iglesia San Simón y San Judas Tadeo del Callao y los padres del niño fueron Enrique Higginson Andrews y María Natividad Carreño.

Este último dato es el primero de una serie de pistas que llevan a pensar que Alexander Blacker llegó al Perú a mediados del Siglo XIX con el apoyo y amparo de la familia Higginson, cuyos miembros ocupaban un lugar visible en la sociedad de aquella época.

Después de establecerse en Lima por un par de años, Blacker se trasladó en 1852 al puerto de Paita, donde transcurrió la mayor parte de su vida. Esta decisión también se produjo por influencia de los Higginson debido a que el patriarca de la familia, Charles Higginson, radicaba en el puerto piurano, donde funcionaba su propia compañía y era, además, encargado del viceconsulado inglés.

Charles Higginson era un comerciante inglés que había nacido el 15 de julio de 1778 en Chester, Islas Orientales, pero que había vivido en Sudamérica desde inicios del Siglo XIX. En Buenos Aires existe registro de la presencia de Higginson en 1811 cuando el comerciante británico adquirió junto a Robert Hunt un extenso terreno propiedad de don Francisco de Paula Illescas para levantar un establecimiento dedicado a la salazón de carnes.

No ha sido posible determinar cuánto tiempo permaneció Higginson en Argentina, pero lo que se sabe es que en 1817 ya se había mudado a Chile. El inglés Samuel Haigh, en su libro Sketches of Buenos Ayres and Chile, señala que en 1817 había aproximadamente una docena de ingleses viviendo en Santiago y que la mayoría de ellos había llegado procedente de Buenos Aires tras la batalla de Chacabuco, que ocurrió el 12 de febrero de 1817 y que fue decisiva para la independencia de Chile.

Se presume que Higginson fue uno de esos ingleses porque su presencia en Chile en 1817 está plenamente confirmada por un documento encontrado en los archivos del Consulado, que era como se conocía al tribunal comercial chileno en ese entonces. En noviembre de 1817 el Consulado notó que el almacén de Charles Higginson había vendido al por menor “dos piezas de algodón”, por lo que ordenó el cierre inmediato del local comercial y el embargo de todos sus productos.

Unos días después, Higginson envió una carta de disculpa por haber roto la ley y explicó que él no se encontraba en su almacén al momento de la venta y que la responsabilidad había sido de uno de sus empleados. Muy pronto, el Consulado ordenó la reapertura del almacén y el levantamiento del embargo a sus productos.

Otra documentación encontrada sobre la presencia de Higginson en Chile certifica que en la ciudad de Santiago, junto a Diego O’Brien, formó la compañía Higginson, O’Brien & Co, mientras que en Valparaíso fue socio de la firma Guillermo Taylor & Co.

Por otra parte, en 1819 Charles Higginson era el comerciante extranjero que adeudaba mayor cantidad de dinero a la Administración de Aduanas de Chile (31,299 pesos y 1 ¾ reales). No obstante, este dato demuestra también que era el más activo.

El mismo año, Higginson dirigió una petición al senado chileno como apoderado de Samuel Gibson, un oficial inglés al servicio de la escuadra chilena que apoyaba la guerra de independencia en el Perú. En su solicitud, Higginson pedía una licencia para que el bergantín Tiber, de propiedad de Gibson, sea dedicado al comercio de madera de cabotaje. Higginson solicitaba que el bergantín sea autorizado a trasladarse a Talcahuano para recoger un cargamento de madera que luego sería distribuido en los puertos de Valparaíso y Coquimbo.

Aunque en la resolución final el senado chileno reconoce que “Higginson ha suplido jenerosamente (sic) hasta 40,000 para auxilio de la escuadra nacional”, la petición fue rechazada porque el cabotaje era una actividad reservada a los chilenos.

Poco tiempo después, Higginson se dirigió nuevamente al senado solicitando esta vez autorización para transportar cobre por vía marítima desde Huasco a Coquimbo, pero el senado tampoco aceptó su solicitud.

En 1821, dos años después de estos intentos fallidos, Higginson anunció la disolución de las firmas de las que era socio: Higginson, O’Brien & Co de Santiago y Guillermo Taylor & Co de Valparaíso.
Poco después de la desaparición de ambas firmas, Higginson se trasladó al Perú atraído por las nuevas posibilidades comerciales que prometía la independencia.

En Paita fundó la firma Higginson & Co, que comercializaba todo tipo de servicios y artículos navales, así como algunas manufacturas locales. Además, Higginson se dedicó durante un tiempo a la exportación de productos exóticos tales como cochinilla, orchilla, concurango y ratania.

A pedido de la industria ballenera de Massachussets, Higginson estuvo al frente del consulado de Estados Unidos en Paita desde enero de 1835 hasta mediados de julio de 1839. Posteriormente se convirtió en vicecónsul británico. Durante gran parte del siglo XIX, Paita fue un punto de recalada clave para las embarcaciones dedicadas a la caza de ballenas. Esta actividad impulsó la economía de la zona de una manera significativa y permitió la llegada de un alto número de inmigrantes extranjeros.

En el plano personal, Charles Higginson se casó con la inglesa María Andrews presumiblemente en Argentina , y tuvo siete hijos: Charles (Carlos), Caroline, Mary, Henry (Enrique), William (Guillermo), Eliza y Emily.

El hijo mayor, Charles, nació en Buenos Aires, aproximadamente en 1808. El trabajó por muchos años en las oficinas de la Casa Gibbs en Lima como asistente de Charles R. Pflucker y luego, en 1845, se trasladó a Paita para asumir el control del negocio familiar, ya que su padre había decidido dedicarse únicamente a sus obligaciones en el consulado británico.

El hijo mayor permaneció por varios años al frente del negocio bajo la asesoría de su padre, quien murió el 5 de noviembre de 1852. Sorprendentemente, un día antes de la muerte de Charles Higginson, su hija Eliza Higginson Andrews contrajo matrimonio con Alexander Blacker Thierry. En aquel momento Blacker tenía 27 años, mientras que Eliza -que había nacido en Valparaíso el 17 de diciembre de 1821- tenía 31. En su diario personal, el viajero alemán Heinrich Witt describe a Eliza Higginson como “bien parecida” y revela que la conoció durante un baile ofrecido por Mr. Green en 1845.

Dos meses después de su matrimonio y de la muerte de su suegro, Alexander Blacker se convirtió en el nuevo vicecónsul de la monarquía británica en Paita. La carta que envió a Inglaterra informando sobre la toma de posesión de su cargo está fechada el 1 de enero de 1853. En ese momento la reina Victoria ya llevaba 16 años en el trono.

El cargo de vicecónsul en Paita no era particularmente atractivo en términos económicos. Por ejemplo, Blacker cobraba un salario de 100 libras esterlinas al año, mientras que la cabeza del cuerpo diplomático inglés en Lima, S. H. Sullivan, percibía un salario de 1,700 libras esterlinas anuales. La diferencia era abismal, pero el cargo de vicecónsul le daba a quien lo ocupaba mayor influencia con las autoridades locales y un mejor status social en su comunidad.

Pero Blacker no solamente heredó el viceconsulado, sino también el negocio de la familia Higginson. En 1853, su cuñado encargado de la compañía, Charles Higginson Jr, decidió traspasarle la firma para viajar a Londres, donde llevó una vida disipada de soltero viviendo en una casa club. Alexander Blacker le enviaba regularmente pagos derivados de los intereses que generaba el negocio en Paita.

Foto: Partida de bautizo de Enrique Eduardo Higginson, cuyo padrino fue Alejandro Blacker en 1850. Una de las pistas más antiguas de la presencia del apellido Blacker en el Perú.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Los Blacker Mascaro

Nemesio Leoncio Blacker Mascaro fue el primogénito de Leoncio Blacker Martel. Nacido en 1880, en plena guerra con Chile, Nemesio Leoncio vivió gran parte de su infancia y juventud en la calle Ilave junto a su abuela Gavina Martel.

Se han recogido diferentes versiones provenientes de fuentes orales que señalan que Gavina decidió “adoptar a la fuerza” a su primer nieto. Nemesio Leoncio, junto a su hermana Delia Victoria Blacker Mascaro, vivían en casa de su padre, quien aceptó hacerse cargo de los dos hijos naturales que había tenido con Josefina Mascaro Lozano cuando ella inició una relación sentimental con Rosendo Fernández.

Sin embargo, Nemesio Leoncio y Delia Victoria no tuvieron una vida fácil en la casa de su padre porque su madrastra Emilia León no les daba el mejor trato. Una sorpresiva visita de Gavina Martel a la casa de su hijo sirvió para que encontrara a su nieto mayor mal vestido, descuidado y dedicado a labores domésticas. Nemesio Leoncio tenía aproximadamente 7 años y no asistía al colegio. Furiosa, Gavina decidió llevarlo a vivir con ella. Delia Victoria siguió el mismo camino. A partir de este hecho, la relación entre Gavina Martel y Emilia León se deterioró por completo.

Impulsado por su abuela, Nemesio Leoncio se dedicó a los estudios. Fue alumno en el prestigioso Liceo Internacional que dirigía el doctor Germán Leguía y Martínez, y terminó la educación secundaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Posteriormente estudió medicina, siguió una especialización en cirugía general y se recibió en 1915 después de una larga preparación.

Poseedor de un carácter impredecible e irascible, Nemesio Leoncio fue controlado y engreído por su abuela, quien fue la persona que encaminó su carrera profesional. El llegó a convertirse en un médico reputado y formó un hogar con Irene Funes Torres, quien vivía en la calle Huari, a la espalda de la calle Ilave, en Barrios Altos.

Irene conoció a Leoncio cuando ella ayudaba en las tareas de la casa a Gavina Martel. En principio, Gavina se opuso tenazmente a la relación sentimental entre su nieto e Irene, quien era madre soltera de tres hijos. Gavina deseaba ver a Nemesio Leoncio casado con una mujer de la alta sociedad y no podía aceptar que se haya fijado en la persona que la ayudaba en las labores de la casa. Finalmente, a pesar de la oposición de su abuela, Nemesio Leoncio e Irene decidieron formalizar su relación y tuvieron ocho hijos.

En el mejor momento de su vida profesional, la muerte sorprendió a Nemesio Leoncio Blacker Mascaro, quien tenía 52 años cuando falleció el 20 de junio de 1933. Su hermana Delia Victoria Blacker Mascaro había muerto veinte años antes. Atacada por una feroz tifoidea, ella dejó de existir el 23 de diciembre de 1913. Era soltera y tenía 26 años. Ambos hermanos fallecieron en el hospital Italiano.

Después de la muerte de Nemesio Leoncio, su familia perdió totalmente el contacto con la rama Blacker León e incluso se inició una larga disputa judicial por las propiedades inmobiliarias de la familia. La madre de Nemesio Leoncio y Delia Victoria, Josefina Mascaro Lozano, contrajo finalmente matrimonio con Rosendo Fernández y tuvo un hijo, también llamado Rosendo, quien fue un destacado notario que murió sin dejar descendencia.

Foto: Anuncio de defunción de Delia Victoria Blacker Mascaro publicado en el diario El Comercio en 1913.

viernes, 17 de abril de 2009

Nueva vida

La muerte de Gavina Martel y la posterior lectura de su testamento produjeron una serie de cambios al interior de la familia Blacker León. Gavina había sido durante muchos años un soporte económico para la familia de su fallecido hijo Leoncio, sobre todo para su viuda y sus nietas. Con su desaparición desaparecía también el apoyo económico que la viuda de Leoncio recibía periódicamente.

Cuando Gavina murió en 1926, Carlos Blacker León era el único hijo varón que permanecía en el país. Alejandro Blacker León ya se había mudado a Brasil con su familia, mientras que Emilio Blacker León residía en Argentina. En aquella época, para muchas familias, era impensable que las mujeres salieran a trabajar.

Sin embargo, poco tiempo después de la muerte de su abuela Gavina, Carlos también decidió buscar fortuna en otro país dejando a su madre y a sus hermanas en el Perú. Le explicó a sus familiares que tenía muchos problemas políticos por ser partidario de Augusto B. Leguía y además su matrimonio en Lima no había funcionado. Carlos se había casado el 28 de agosto de 1909 con Esther Isabel Ruiz Remy, hija de Manual Alcibiades Ruiz Cabrera y Zoila Emma Remy Arres. La unión se disolvió pocos años después.

Al partir Carlos, las hermanas Mercedes Blacker León y Carmen Blacker León tomaron las riendas de la familia y administraron austeramente los ingresos que generaba el alquiler de uno de los ranchos que heredaron en Chorrillos. Posteriormente, cuando su tía Manuela Blacker de Monteverde falleció, ellas iniciaron una larga batalla legal para tomar posesión de las diferentes propiedades que habían pertenecido a su abuela Gavina.

Carlos Blacker León llegó a Valparaíso en 1927. Antes de llegar al puerto chileno, él pasó un corto período en Argentina junto a su hermano Emilio. En Valparaíso, ciudad a la que llegó sin mayores recursos económicos, Carlos desempeñó varios trabajos y trató también de involucrarse en temas políticos. Allá conoció a Rufina Ayala Núñez, con quien contrajo matrimonio y tuvo un solo hijo: Juan Blacker Ayala.

A pesar de que durante mucho tiempo Carlos cumplió un papel muy activo en los asuntos relacionados a su familia, no se tienen mayores detalles sobre su vida en Chile. Aparentemente, en algún momento perdió todo contacto con su familia en Lima. Su hijo Juan Blacker Ayala, un respetado profesional que ahora se encuentra retirado, se casó con Natalia del Carmen Arias Soto, natural de Valparaíso, nacida el 4 de junio de 1938 e hija de Luis Alberto Arias Maturana y Eduvigis del Carmen Soto Vera. La pareja no tuvo hijos.

Por otra parte, Emilio Blacker León había migrado a Argentina a inicios de la década de 1920. Con mucho esfuerzo logró establecerse en un nuevo país y el 26 de noviembre de 1928 contrajo matrimonio con María Porcell Echevarría en la localidad de Concordia, Entre Ríos. La pareja tuvo tres hijos: Juan Carlos Blacker Porcell, María del Carmen Teresa Blacker Porcell y Emilio Leoncio José Blacker Porcell.

En tanto, la primera descendiente Blacker León que contrajo matrimonio en Lima fue María Elisa, quien a inicios de la década de 1920 se casó con Julio Jourde Vera, natural de Macate, provincia del Santa, departamento de Ancash, hijo de Julio Francisco Jourde Marcial y Zoraida Vera Fazt o Fahz. Ellos tuvieron tres hijos: Julio Jourde Blacker, Gladys Jourde Blacker y Graciela Jourde Blacker.

En este punto vale la pena agregar que el primer Jourde que llegó al Perú fue el francés Pierre Jourde, cuyo nombre fue castellanizado como Pedro. Junto a su esposa Rosalía Touloot y algunos de sus hijos, Pierre Jourde se estableció en el valle de Cañete presumiblemente a inicios de 1850. Su hijo Julio Jourde Touloot, nacido también en Francia, se casó en San Vicente de Cañete con la peruana Carmen Marcial Abrill el 8 de febrero de 1869. Su descendencia es la que perdura hasta la actualidad en el país.

De otro lado, Aurelia Blacker León se casó el 12 de febrero de 1930 con Francisco Eduardo Gregorio Barrios Ordóñez, natural de Moquegua, hijo de Eduardo Barrios y Mercedes Ordóñez. La pareja tuvo tres hijos: Fernando Barrios Blacker, Ricardo Barrios Blacker y Eduardo Barrios Blacker.

La hija menor de la familia Blacker León, María Teresa, se casó con Francisco Noya Muro, natural de Chiclayo, y tuvieron cinco hijos: Jorge Noya Blacker, Ernesto Noya Blacker, Rafael Noya Blacker, Teresa Noya Blacker y José Antonio Noya Blacker.

Por último, Carmen Blacker León se casó con el estadounidense Howard Eidson, no tuvieron descendientes, pero Carmen vivió por mucho tiempo con los cuatro hijos de su esposo: Christian Eidson Aubry, Patricia Eidson Aubry, Paul Eidson Aubry y Amalia Eidson Aubry. Mercedes Blacker León no se casó y no tuvo hijos. Murió en Lima el 6 de marzo de 1977.

Respecto a Emilia León Mandujano, esposa de Leoncio Blacker Martel, se sabe que convivió muchos anos con una serie de enfermedades producto de su obesidad y murió a inicios de la década de 1940. La genealogía de su familia puede ser consultada en el libro Apuntes sobre cien familias asentadas en el Perú de Juan Miranda Costa.

Foto: Boda de Emilio Blacker León y María Porcell Echevarría en la localidad de Concordia, Entre Ríos, Argentina.

lunes, 23 de febrero de 2009

El deceso de Gavina

El mismo año de la muerte de Manuel Augusto Blacker León se produjo el deceso de su abuela Gavina Martel Reyes. A la edad de 91 años, Gavina dejó de existir en su casa de la calle Ilave el 17 de agosto de 1926. Su defunción fue inscrita por su nieto Carlos Blacker León, quien se declaró “propietario” y “casado”. Esta vez Carlos no hizo ninguna referencia al apellido Alzamora y consignó el nombre de su abuela e, incluso, el de sus bisabuelos: José Dolores Martel y Gertrudis Reyes.

Asimismo, Carlos inscribió a su abuela como viuda de Juan Blacker y añadió que ella era natural de Londres. Sin embargo, este último dato es una errata que se corrige en el mismo documento, consignándose que en lugar de “Londres” se debe escribir “Lima”. Los restos de Gavina Martel Reyes reposan actualmente en el cementerio Presbítero Matías Maestro y la inscripción de su lápida dice “Gavina Vda. de Blacker”.

A las 4 de la tarde del 28 de abril de 1924, dos años antes de su muerte, Gavina Martel testó ante el notario público Francisco Flores Chinarro en su casa de la calle Ilave. Los testigos testamentarios fueron José Figallo, Antonio E. Rocca y Emilio Anselmi, los tres de raíces italianas. Según el documento, Gavina estaba enferma y postrada en cama, pero en pleno ejercicio de sus facultades intelectuales.

Lo que queda claro al revisar el testamento es que Gavina sembró pistas contradictorias sobre su relación con John Blacker hasta los últimos días de su vida. En presencia del notario y los tres testigos, ella declaró que fue “casada con Carlos Blacker” y no hizo ninguna referencia al primer nombre del comerciante inglés al que conoció en Lima a inicios de la década de 1850.

Asimismo, Gavina consigna haber tenido dos hijos: Manuela Blacker de Monteverde y Leoncio Blacker, quien había muerto en 1909. Ella no menciona a sus hijas Aurelia y Natalia, fallecidas sin descendencia, y tampoco hace referencia a su hijo mayor, José Páramo, caído durante la guerra con Chile.

Respecto a este último caso, a lo largo de la investigación no se ha encontrado ninguna información que revele el nombre del padre del primer hijo de Gavina Martel. Aparentemente, José Páramo nunca fue bautizado y tampoco se han hallado rastros de él en los censos de 1860 y 1866. En un primer momento se dudó incluso de su filiación materna, pero existen tres sólidas evidencias que demuestran que fue hijo de Gavina Martel. La primera es una fotografía fechada en septiembre de 1875 en la que José Páramo aparece vestido con uniforme militar. En el reverso de esa fotografía, él escribe la siguiente dedicatoria: “un recuerdo de cariño a mi madre doña Gavina Alzamora de su hijo”. Esta imagen perteneció a Gavina Martel y lleva la firma de “José Z. Páramo”.

La segunda evidencia es la dedicatoria que escribió Leoncio Blacker desde Piura, también en 1875, citando “a sus hermanos José, Manonga y Aurelia”. La tercera evidencia, la más sólida, es la resolución ministerial que otorga a Gavina Martel una pensión por la muerte de su hijo José Páramo en la Batalla de Miraflores. No existen más pistas sobre José Páramo, aunque se sospecha que su segundo nombre fue Zacarías y que fue padre de una niña llamada Emma María Ester Páramo, bautizada en la iglesia de Santa Ana en julio de 1879. La madre de la infante fue Mercedes Quea.

Volviendo al testamento de Gavina Martel, ella declaró como su único bien la finca de la calle Ilave 118 y nombró como sus herederos a su hija Manuela y a sus nietos Alejandro, Carlos, Emilio, Manuel, Mercedes, Elisa, Aurelia, Carmen y Teresa Blacker León, así como a su nieto natural Leoncio Blacker Mascaro. Gavina no menciona a sus nietas fallecidas Luz Amelia Jennie Blacker León y Delia Victoria Blacker Mascaro (ambas murieron solteras y no dejaron descendencia).

En el testamento Gavina indica que fue propietaria de inmuebles en Chorrillos que posteriormente fueron vendidos, sin precisar fecha, a su yerno Juan Monteverde. Asimismo, Gavina manifiesta textualmente: “En honor a la verdad, debo hacer la siguiente declaración: cuando mi hija Manuela compró diversas propiedades en el pueblo de la Magdalena del Mar, manifestó mi citada hija en la escritura de compra que dichas adquisiciones las hacía... con dinero que (yo) le había entregado. Rectificando esta declaración manifiesto que nunca he entregado dinero a mi referida hija, habiéndose efectuado esas compras con dinero exclusivo en su totalidad de mi yerno don Juan Monteverde”.

Lo que queda claro en el testamento es que Gavina Martel estaba decidida a demostrar que las numerosas propiedades de Chorrillos y Magdalena pertenecían en realidad a su yerno y no a ella. Esta versión se reforzaba porque tres villas de Magdalena llevaban los nombres “Monteverde”, “Manuelita” y “San Colombano”.

Se sabe que Gavina Martel nunca tuvo una buena relación con su nuera Emilia León y esa relación se hizo incluso más fría y distante cuando Leoncio Blacker murió en 1909. Parece claro que Gavina, a través de su testamento, trató de evitar que Emilia y sus hijos hereden importantes bienes económicos.

Esta conclusión se desprende del hecho de que los ranchos de Chorrillos y las villas de Magdalena siempre fueron considerados propiedades de Gavina. Incluso, su hijo Leoncio murió en uno de sus ranchos y Emilia con sus hijos vivieron en uno de ellos por muchos años. En total, fueron seis ranchos ubicados en la calle del Tren, hoy conocida como José Olaya.

Por otra parte, Gavina dejó 50 libras peruanas de oro “a su sobrina carnal doña Hercilia Martel” y dejó la misma cantidad de dinero para que “se digan misas en sufragio de su alma en la parroquia del Cercado”. A su nieto Leoncio Blacker Mascaro, quien vivió muchos años junto a ella, le heredó los muebles de la sala de la casa de la calle Ilave, además de un escritorio para que “lo tenga como recuerdo suyo”.

Sobre sus joyas, sus artículos de lujo y su dinero, Gavina no dejó escrita ni una sola palabra. Se presume que la mayor parte la repartió en vida entre su hija Manuela y su nieto Nemesio Leoncio, así como entre sus nietos Blacker-León.

Por otra parte, en la práctica, la última voluntad de Gavina Martel se respetó parcialmente porque poco tiempo después de su muerte se firmó un acuerdo entre Manuela Blacker de Monteverde (*) y la familia Blacker León, cuyos miembros cedían su herencia de la casa de la calle Ilave a cambio de dos ranchos en Chorrillos.

Pocos años después, el acuerdo fue desconocido por los descendientes Blacker León, quienes impugnaron el testamento, lo que generó una prolongada disputa judicial que recién se resolvió en la década de 1970.

Un detalle peculiar en la vida de Gavina Martel es que dejó escritos varios documentos que llevan su firma. Sin embargo, cada documento ha sido escrito con un tipo de letra distinto e incluso las firmas de Gavina Martel no son siempre las mismas. Además, a lo largo de su vida, pareció empeñada en ocultar los detalles de su relación con John Blacker. Es probable que por ese motivo haya usado el apellido Alzamora, al que también se hace referencia en el expediente testamentario, aunque esta vez para aclarar dudas.

Legalmente se estableció que Gavina Martel viuda de Blacker y Gavina Alzamora viuda de Blacker eran la misma persona, aunque el expediente en el que se hace la explicación completa del caso está extraviado.

Foto: Aviso de defunción de Gavina Martel publicado en el diario El Comercio.

(*) Manuela Blacker de Monteverde murió en Lima el 2 de agosto de 1931 a los 76 años de edad. Su esposo, el comerciante italiano Juan Monteverde, murió el 10 de junio de 1944 a los 88 años en su casa de la avenida Pardo 522, en el distrito de Miraflores. La pareja no tuvo hijos y sus propiedades fueron heredadas por los hijos de Leoncio Blacker Martel y Emilia León.

lunes, 26 de enero de 2009

Muerte inesperada

El tercer miembro de la familia Blacker León en casarse fue Manuel Augusto, quien en junio de 1913 contrajo matrimonio con María Edelmira Teodosia Murrieta Suárez, hija de José Murrieta y Rosa Suárez. Manuel Augusto tenía 23 años y ella 35, pero la notoria diferencia de edad nunca fue un problema para la pareja. Ellos tuvieron dos hijos: Augusto Blacker Murrieta y Javier Blacker Murrieta.

Manuel Augusto dedicó parte de su juventud a trabajar en las minas de Cerro de Pasco, donde llegó a hacer unos denuncios que al final no prosperaron. Después de su experiencia minera, él optó por regresar a Lima y tiempo más tarde se trasladó a Chiclayo para trabajar en la hacienda Cayaltí, que a mediados del Siglo XIX, bajo el control de la familia Aspíllaga Anderson, alcanzó la producción anual de azúcar más alta a nivel nacional.

Manuel Augusto viajó a Chiclayo solo, mientras que su esposa y sus hijos permanecieron en la capital. El trabajó en Cayaltí durante una época en la que los hacendados gozaban de un gran poder económico. Las haciendas costeñas se habían convertido en inmensos y modernos latifundios agroindustriales desligados de la economía nacional y cuya producción estaba destinada a la exportación. Usaban maquinaria moderna, créditos del sistema financiero y producían principalmente azúcar. Por ese motivo, estos latifundios fueron conocidos también como plantaciones o ingenios azucareros.

Era la época de “La República Aristocrática” o “el segundo civilismo”, que se había iniciado en 1899. El historiador Jorge Basadre acuñó el término de “República Aristocrática” porque percibió en la elite de poder de inicios del siglo XX actitudes propias de las antiguas aristocracias cortesanas europeas de antiguo régimen. Incluso, Basadre llamó a los hacendados azucareros “barones del azúcar”, resaltando las pretensiones nobiliarias de los oligarcas costeños.

Durante este periodo, el poder político lo ostentó una oligarquía vinculada al Partido Civil, numéricamente reducida, pero compuesta por un conjunto de familias cuyo poder se basaba en la propiedad de la tierra, las propiedades mineras, la banca y el comercio de exportación e importación. En aspectos sociales eran principalmente conservadores, profundamente católicos, paternalistas, abiertamente racistas y cultores de la vida de lujo y ostentación.

Mientras tanto, paralelamente a su trabajo, Manuel Augusto Blacker desarrolló un marcado interés por la política y tanto él, como sus hermanos, fueron resueltos defensores de Augusto B. Leguía, quien ejerció la presidencia del Perú durante dos periodos (1908-1912 y 1919-1930). Al inicio de su carrera política, Leguía también había pertenecido al Partido Civil.

Antes de iniciar su segundo mandato en 1919, Leguía tuvo que enfrentar a una tenaz oposición que lo acusaba de haber ganado irregularmente las elecciones. En ese año las organizaciones de trabajadores habían ganado mucha fuerza e incluso habían logrado que se apruebe la jornada laboral de las 8 horas a nivel nacional.

En vista de la tensa situación, Leguía y sus partidarios decidieron dar un golpe de estado en la madrugada del 4 de julio del mismo año. Leguía asumió el poder como presidente provisional y disolvió el congreso para convocar a un plebiscito destinado a reformar la Constitución. También llamó a elecciones para formar un nuevo congreso que recibió el nombre de Asamblea Nacional, la cual el 2 de octubre de 1919 eligió a Leguía como presidente constitucional por cinco años. El 12 de octubre de 1919 asumió el mando y el 18 de enero de 1920 empezó a regir la nueva Constitución.

Durante los siguientes años, la situación política del país se volvió inestable y violenta. Por eso no sorprende que en una manifestación pública de apoyo al presidente Leguía, Manuel Augusto Blacker haya sido atacado por manifestantes opositores. Recibió una golpiza brutal y quedó inconsciente tendido en el suelo. Fue trasladado a un hospital y a pesar de que ensayó una aparente mejoría durante su internamiento, no resistió mucho tiempo y murió días después.

Manuel Augusto Blacker padecía, además, de tuberculosis, una enfermedad muy común de la época que lo había debilitado físicamente y que agravó después de la golpiza que recibió. El falleció el 30 de octubre de 1926 a los 36 años de edad.

Manuel no fue el primer descendiente de la familia Blacker León que murió. Antes había fallecido su hermana Luz Amelia Jennie Blacker León en extrañas circunstancias. La fecha exacta de su muerte fue el 24 de julio de 1921 y se produjo en la calle Colmena 590. El deceso fue declarado por el farmacéutico Héctor Remy y en la partida de defunción se consigna equivocadamente que la difunta tenía 27 años. En realidad, ella tenía 26 años y era soltera.

Foto: Manuel Blacker León (sentado) flanqueado por sus hermanos Carlos Blacker León y Leoncio Blacker Mascaro.