sábado, 8 de marzo de 2008

Nuevas revelaciones

Después de su matrimonio, en marzo de 1858, John Blacker Thierry y su flamante esposa permanecieron viviendo en la ciudad de Lima. Lo que es un misterio es el rumbo que tomó a partir de ese momento la relación del comerciante inglés con Gavina Martel y sus hijos. No existen mayores pistas al respecto.

Lo que se sabe con certeza es que siete meses después del matrimonio de John Backer con Carmen Espantoso se produjo la muerte de la madre de Gavina Martel. Doña Gertrudis Reyes Torres recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en la Iglesia de San Marcelo el 27 de octubre de 1858. Los documentos hallados sobre su muerte señalan que falleció a los 70 años de edad a causa de una “idropecia de pecho” (sic) y que se pagaron 7 pesos por el “carro” que trasladó el cuerpo al cementerio y 10 pesos por el nicho.

A estas alturas del siglo XIX ya se había difundido ampliamente la costumbre de hacer pública la muerte de un pariente. El deceso se comunicaba a través de anuncios en periódicos o con tarjetas de duelo. Todo funeral había adquirido las características de una gran ceremonia.
Era común que el cortejo fúnebre parta en romería del lugar de velación hacia el cementerio general, acompañado a pie por los deudos y amigos de la familia.

Un funeral no solía pasar inadvertido por dos motivos: el cortejo fúnebre usualmente llegaba hasta la Portada de Maravillas en las afueras de la ciudad y todavía existían las plañideras, mujeres especialmente contratadas para llorar exageradamente durante los actos de velación.

Las plañideras gozaban de prestigio y sus tarifas variaban de acuerdo a la dimensión y tono del llanto; en algunos casos subcontrataban a otras mujeres para que las acompañaran exaltando las virtudes del difunto y lamentando su ausencia.

El cadáver era transportado en un “carro” o carroza fúnebre que, de acuerdo al prestigio social del difunto, podía ser jalado hasta por seis caballos con lujosos ornamentos de color negro. Algunos carros pertenecían al cementerio y los cocheros iban vestidos con un pantalón y levita de paño negro, así como con un sombrero con cucarda. En esa época residía en Lima un fabricante inglés de carrozas llamado Eduardo Black, a quien también se le atribuyó el apellido Blacker en algunas ocasiones.

Después del entierro, la costumbre era retornar a la casa del difunto y acompañar a sus familiares durante largas horas. En algunos casos se servían hasta opíparas comidas. Los duelos duraban un mes y las salidas a la calle estaban restringidas para los familiares directos del difunto. Tampoco se podía hablar en voz alta. Además, se colocaban crespones negros en las puertas de la casa y, en algunos casos, hasta los interiores eran cubiertos por telones negros.

Este tipo de funeral trataba de ser imitado por todos los sectores sociales y muchos ciudadanos pobres hacían enormes sacrificios económicos para cumplir con los requerimientos de la época.
Por las características de los funerales parece obvio que John Blacker se enteró de la muerte de la madre de Gavina Martel.

En ese momento su esposa Carmen Espantoso ya esperaba a su primer hijo, quien nació en Lima el 28 de marzo de 1859. El niño fue bautizado en el Sagrario de la Catedral con el nombre de Juan Carlos Blacker el 16 de julio del mismo año y sus padrinos fueron su tío Miceno Espantoso y su abuela Dolores Oramas de Espantoso.

Foto: Partida de defunción de Gertrudis Reyes Torres, madre de Gavina Martel.

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