domingo, 27 de abril de 2008

Decadencia económica

La mudanza de Gavina Martel y sus hijos a una casa propia en los Barrios Altos coincidió con una época en la que la economía peruana ingresaba en una etapa de marcado declive. Poco tiempo después del censo de Lima de 1866, el presidente Mariano Ignacio Prado fue derrocado por el general Pedro Diez Canseco, quien en 1868 convocó a elecciones populares en las que el coronel José Balta salió elegido como nuevo presidente.

Durante su gobierno, Balta trató de potenciar la explotación y venta del salitre de Tarapacá, y ordenó demoler la muralla que rodeaba Lima con el objeto de expandir la ciudad. Se construyeron vistosas alamedas, espaciosas casas y modernos establecimientos públicos y privados.

Balta también inició una agresiva campaña de construcción de ferrocarriles en distintos lugares del país. Sin embargo, esta última iniciativa, que fue encargada al ingeniero estadounidense Henry Meiggs, produjo enormes gastos que afectaron seriamente la economía nacional.

Las deudas externa e interna aumentaron considerablemente, mientras que el negocio del guano empezaba a decaer porque ya algunos sustitutos aparecían en el mercado rural europeo. Además, la mala administración del Estado peruano a través de los años había provocado que se despilfarraran los empréstitos o adelantos que los consignatarios o casas comerciales entregaban como parte de pago por la exportación del fertilizante natural.

La crisis económica era evidente cuando Balta nombró como ministro de Hacienda a Nicolás de Piérola, quien pidió al Congreso autorización para negociar directamente la venta del guano al extranjero, ya que el sistema de consignaciones presentaba serias irregularidades y perjudicaba al Estado. Así, en 1869, se firmó el “Contrato Dreyfus” con la casa judío francesa Dreyfus & Hnos. El contrato se llevó adelante a pesar de las protestas de los capitalistas nacionales y consignatarios.

La Casa Dreyfus monopolizó la venta del guano y entregó al Estado una gran cantidad de dinero en calidad de adelantos para financiar la construcción de ferrocarriles. De esta forma la deuda peruana creció tanto que, en poco tiempo, se hizo descomunal e impagable. Más tarde, al no poder cumplir con sus compromisos de pago, el país caería en el descrédito internacional y la sensación de crecimiento económico que produjo el boom del guano se detendría casi por completo. Estaba ya terminando lo que el historiador Jorge Basadre llamó la época de la "prosperidad falaz".

Pero la decadencia económica del país fue minimizada por los sectores más acomodados de la sociedad limeña, que mantuvieron sus suntuosos estilos de vida. Mientras tanto, en 1871 hizo su primera aparición el Callao and Lima Gazette, matutino fundado por Robert Allison de la Pacific Steam Navigation Company y editado por Isaac Lawton. Este no fue solamente el primer periódico en idioma inglés, sino también el primer periódico extranjero publicado en el Perú.

También en 1871 se fundó el Partido Civil, abiertamente antimilitarista, y que tuvo como máximo representante al oligarca Manuel Pardo y Lavalle, quien un año más tarde se convertiría en el primer presidente civil del Perú tras sofocarse la sangrienta rebelión de los hermanos Gutiérrez.

De 1871 data, asimismo, la primera pista sólida que se encontró en Inglaterra en torno a la nueva vida del comerciante inglés John Blacker y su familia. El censo inglés de ese año muestra que Blacker residía en una amplia casa, que incluía caballerizas, en el número 12 de la calle Sussex Square, Hyde Park, en Paddington, Londres. Blacker vivía junto a su esposa Carmen Espantoso y tres de sus cuatro hijos: Carmen, Dolores (a quien se le llamaba Dolly) y John. Su hijo mayor, Juan Carlos, de 12 años, era estudiante interno en un colegio privado.

En la casa vivían también ocho sirvientes de distintas nacionalidades, lo que es una clara señal de que la familia había alcanzado una sólida posición económica. Respecto a su ocupación, John Blacker figura en el documento como “merchant, banker”. Es decir, no sólo se declaró comerciante sino también banquero. Al respecto se ha encontrado amplia información que demuestra que la firma de comerciantes de la que era socio en Londres (Isaac & Co) contó entre sus mútiples actividades con operaciones bancarias vinculadas a Latinoamérica.

En Londres existen asimismo varios documentos que dan cuenta de la existencia de organizaciones como el “Isaac & Samuel Merchant Bank” y el "Isaac & Samuel Commission Merchants", cuya oficina principal funcionaba en el número 22 de la calle Great Winchester. Blacker, junto a Benjamin Isaac, era el funcionario más importante de "Isaac & Samuel Commission Merchants", firma que durante muchos años comercializó azufre, materiales de ferretería, ropa y diversos productos con Latinoamérica.

Benjamin Isaac era también cónsul general de Guatemala en Gran Bretaña, hacía negocios con el gobierno de ese país y aparece ligado a una empresa de ferrocarriles en Argentina y a una empresa eléctrica en Australasia. No es descabellado pensar que Isaac & Co se convirtió paulatinamente en una poderosa corporación, ya que el socio principal de la firma, Frederick Simeon Isaac, fue inversionista en el Mercantile Bank of the River Plate en Argentina, así como en una empresa de ferrocarriles en Colombia y mantuvo operativa su compañía en distintos países, entre ellos el Perú. Por si fuera poco, Frederick S. Isaac era también cónsul general de Nicaragua en Gran Bretaña e hizo varios negocios con el gobierno de ese país.

Es obvio que Blacker se hizo socio de una compañía muy importante con intereses en diferentes rubros, lo que le permitió amasar una considerable fortuna. John Blacker era, además, miembro de la prestigiosa Royal Institution of Great Britain, organización dedicada a promover el conocimiento de las ciencias y las letras a través de discursos y conferencias en su exclusivo local de la zona de Picadilly. El comerciante inglés se había inscrito en la institución en 1867 y un año después, en 1868, se había afiliado también a la Zoological Society of London.

Foto: Vista de la plaza mayor de Lima en el año 1870. Archivo Courret.

jueves, 17 de abril de 2008

¿Por qué Alzamora?

En el censo de la ciudad de Lima correspondiente al año 1866 ya no hay ningún rastro del comerciante inglés John Blacker y su familia, mientras que Gavina Martel había cambiado de residencia. De la calle Matavilela se había trasladado a la calle Arica, donde fue registrada nuevamente bajo el nombre de Gavina Alzamora. Esta vez se declaró “casada” y no “viuda”, como lo había hecho seis años antes en el censo de 1860.

Gavina vivía junto a sus hijos, cuyos nombres fueron esta vez consignados de la siguiente manera: Manuela Blaque, Leon Blaque y Aurelia Blaque. Los tres aparecen inscritos como escolares y Manuela tenía ya 13 años; Leoncio, 11; y Aurelia, 9.

Como se comentó en el post anterior, un motivo razonable para explicar el cambio de apellido de Gavina y el de sus hijos es que de esa manera disimulaba su condición de madre soltera. En aquella época cambiarse de apellido era una tarea sumamente sencilla porque el registro civil no tenía mayor importancia y las personas realmente quedaban registradas en las iglesias al momento de ser bautizadas. Además, no existían disposiciones legales que obligaran a acreditar la identidad. En esas circunstancias era fácil cambiar, omitir o aumentar nombres y apellidos.

Respecto al apellido Alzamora no se ha encontrado ninguna pista que lo vincule a Gavina Martel Reyes, aunque se ha hallado que era muy común en esa época y que incluso existía una zona específica en la ciudad conocida con ese nombre. En ese entonces Lima se mantenía rodeada por la muralla de protección que se había construido durante la colonia. Esa muralla tenía nueve puertas de salida y una de ellas era la Portada de Maravillas. Precisamente la zona aledaña a esa portada se conocía como Alzamora y existen documentos que explican los motivos por los que recibió ese nombre.

En Historia Urbana de Lima: Los Barrios Altos 1820-1880, el profesor Alejandro Reyes Flores refiere que en 1819 “existía una casa huerta y tambo a la salida de la Portada de Maravillas conocida como Alzamora”, de propiedad de doña Manuela Alzamora, la que fue arrendada por un plazo de nueve años al teniente coronel don Mariano Zubizarreta en 800 pesos anuales pagados por adelantado.

En una primera etapa de la investigación se pensó que Gavina Martel se atribuyó el apellido Alzamora porque ese era el nombre de la zona donde residía, pero la revisión de los censos y de otros documentos demuestran que ella no vivía en esa área cuando empezó a atribuirse el apellido. Lo curioso es que aproximadamente en 1870 Gavina y sus hijos se mudaron a aquella zona conocida como Alzamora para ocupar una amplia casa en la calle Ilave. Esa casa, que llevó el número 118, fue propiedad de Gavina Martel.

Por otra parte, también es posible que Alzamora haya sido el verdadero apellido de Gavina y que siendo niña haya sido acogida por la familia Martel Reyes. En todo caso, este misterio todavía no ha sido resuelto.

Foto: La niña Aurelia Blacker Martel en una típica fotografía de la época. Cortesía: Nilemón Blacker.

sábado, 5 de abril de 2008

La partida de Blacker

El mismo año que se realizó el censo de 1860, específicamente el 30 de octubre, Carmen Espantoso dio a luz a María del Carmen Blacker, quien a los dos meses de nacida fue bautizada en el Sagrario de la Catedral. La ceremonia se realizó el 8 de diciembre de 1860 y sus padrinos fueron sus abuelos Manuel Espantoso y Dolores Oramas de Espantoso.

La familia de John Blacker aumentó el 19 de marzo de 1862 cuando nació María de los Dolores Blacker. Su bautizo se realizó el 11 de abril de 1862 en el Sagrario de la Catedral y sus padrinos fueron la pareja de esposos Jesús Elías de la Quintana y Francisca Espantoso.

Llama la atención que todos los padrinos y madrinas de los hijos legítimos de John Blacker hayan estado vinculados estrechamente a la familia Espantoso. Ningún inglés recibió ese encargo.
Sólo como una referencia histórica debe señalarse que en aquel 1862 se inició la Guerra de Secesión en Estados Unidos, periodo durante el cual los productores de algodón en el Perú aumentaron significativamente sus ganancias exportando su mercadería a Europa. Este dato es importante porque se ha encontrado información que indica que la firma de la cual Blacker era socio -Isaac & Co- tenía entre sus actividades la exportación de algodón a Inglaterra.

Por otra parte, también en 1862, Ramón Castilla dejó la presidencia en manos del mariscal Miguel de San Román, quien falleció tras permanecer menos de un año al frente del gobierno, posibilitando el ascenso al poder del general Juan Antonio Pezet en 1863.

El nacimiento de María de los Dolores fue la última pista que dejó John Blacker sobre su presencia en el Perú porque él y su familia partieron a Inglaterra entre los años 1862 y 1866 para no volver nunca más al país. Se puede asegurar que en 1866 ya estaban radicados en Londres porque el 6 de octubre de ese año nació en la capital inglesa el cuarto y último hijo del matrimonio. El niño fue bautizado con el mismo nombre de su padre: John Blacker.

¿Por qué Blacker volvió a su país? Es imposible determinarlo, aunque lo más probable es que la firma Isaac & Co le ofreció un cargo más importante en Londres. Estas ofertas de trabajo eran frecuentes en aquella época y muchos ingleses que vivían en Lima tenían la esperanza de volver a su país ventajosamente contratados. Asimismo, esta idea se apoya en un dato aparecido en el diario personal del viajero Heinrich Witt, quien revela que Blacker llegó a convertirse en el funcionario más importante de la respetable firma Isaac & Samuel de Londres.

Otra posibilidad es que motivos personales hayan apurado la partida de Blacker del Perú. El hecho de tener hijos naturales puede haber influido para que la familia de su esposa lo haya presionado a mudar su residencia o para que él mismo haya tomado la determinación de aceptar una oferta para volver a su país. En este último aspecto un hecho puntual puede haber desencadenado el viaje: la muerte de Natalia Blacker.

Como ya se relató en un post anterior, Natalia falleció en diciembre de 1863 en medio de un sospechoso manto de dudas sobre su verdadero apellido, lo que hace suponer que existió una clara intención de no identificar plenamente a la niña.

El error más sorprendente es el que se registra en la lápida, que suele ser un regalo de la familia. En ella se ha escrito el nombre “Natalia Blakar”. El yerro sorprende porque años antes Manuela y Aurelia habían sido bautizadas con el apellido Blacker. Otro hecho desconcertante es que en la lápida se consigna que la niña nació el 28 de julio de 1857, pero su hermana Aurelia nació un día antes del mismo año.

La posibilidad de que hayan sido mellizas se descarta si nos ceñimos al censo de 1860, en el cual Gavina declaró que Aurelia tenía 3 años y Natalia, 2. Si esta información es correcta, Natalia Blacker nació en realidad en 1858, es decir, cuando John Blacker ya estaba casado con Carmen Espantoso. Es posible, incluso, que Gavina haya tenido 5 meses de embarazo cuando Blacker se casó en marzo de 1858.

Existen tantas imprecisiones en los documentos encontrados sobre Natalia Blacker que no es descabellado pensar que cuando la niña cayó enferma Gavina Martel buscó a Blacker para pedirle ayuda. Es posible que él se haya ofrecido a ayudarla a cambio de que se disimule la identidad de la niña. En la partida de bautizo de Natalia se señala como sus padres a “Juan Carlos Blaque y Gavina Zamora”, pero hasta ese momento John Blacker había aparecido citado con un sólo nombre (Juan) en las partidas de bautizo de Manuela y Aurelia. Además, su nombre real era John Lewis Blacker.

En el caso de Gavina Martel se sabe que se atribuía el apellido Alzamora, muy parecido pero no igual a Zamora. Tal vez no se cometió un error al registrar los nombres de los padres de Natalia en la partida de bautizo, sino que la información se dio de esa manera con el propósito de crear cierta confusión.

Otro hecho extraño es que se pagó una cantidad inusualmente alta (40 soles de la época) por la carroza que trasladó el cuerpo de la niña al cementerio general. Este dato provoca sospechas porque no es lógico que se haya desembolsado una suma tan importante por una niña de apellido incierto. Además, la sepultura eclesiástica se efectuó en el convento de La Merced y no en la iglesia de San Marcelo, lo que le daba una categoría superior al funeral.

Una hipótesis es que John Blacker corrió con los gastos del sepelio a cambio de que se mantenga oculto el verdadero apellido de la fallecida. En ese entonces Lima era una ciudad pequeña y la sociedad le daba una importancia exagerada a las apariencias. Es seguro que mucha gente, incluida la familia Espantoso, sabía que Blacker tenía hijos naturales, pero encubrir esa información o mantenerla en secreto les permitía aparentar ser “socialmente correctos”.

En realidad, en esta parte de la historia, se pueden ensayar numerosas teorías. No obstante, lo único cierto y comprobado es que John Blacker se alejó definitivamente del Perú entre los años 1862 y 1866. En el plano nacional, la única seria dificultad surgida en Lima entre esos años fue la guerra con España. Exactamente en 1863 llegó al Callao, bajo el pretexto de una expedición científica, una escuadra española al mando del almirante Hernández Pinzón. Su intención era llegar a Valparaíso, el Callao y luego a California, pero cuando estuvieron en el puerto sureño hubo un incidente entre vascos y peruanos en la hacienda Talambo en Lambayeque, dando como resultado la muerte de un español.

El incidente fue reportado a la escuadra española que rápidamente se trasladó al Perú y en señal de protesta ocupó las guaneras islas Chincha. El gobierno peruano, temiendo un enfrentamiento militar, llegó a un acuerdo a través del tratado Vivanco-Pareja con la finalidad de que la escuadra española desocupe las islas Chincha.

El polémico tratado provocó una ola de protestas en el país. El general Manuel Ignacio Prado tomó las armas en Arequipa y acusó de traidor al presidente Pezet, quien huyó hacia Europa. Prado asumió el poder y anuló el tratado Vivanco-Pareja, formándose una cuádruple alianza entre Ecuador, Perú, Chile y Bolivia para declararle la guerra a España. La escuadra española bloqueó las costas chilenas y bombardeó Valparaíso, pero la armada conformada por buques peruanos y chilenos derrotaron a los españoles en el combate de Abtao y en el definitivo combate del Dos de Mayo de 1866, en el que murió el ministro de guerra José Gálvez.

Foto: Lápida de Natalia "Blakar" en el cementerio Presbítero Maestro de Lima. El apellido y la fecha de nacimiento generan más de una duda.

viernes, 21 de marzo de 2008

Muerte y extraño censo

Un mes después del bautizo de Juan Carlos Blacker Espantoso, otra pérdida importante se produjo en la familia de Gavina Martel. Esta vez falleció su padre. La partida de defunción se registró el 16 de agosto de 1859 y en ella se consignó que José Martel murió debido a un “neurisma” y que “deja 4 hijos”.

A diferencia de su esposa, quien fue velada en la iglesia de San Marcelo, José Martel recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en el convento de La Merced. Se pagaron 10 pesos por el “carro” que trasladó el ataúd al cementerio.

El convento de la Merced era uno de los más reconocidos de Lima y para utilizarlo en funerales había que solicitar una dispensa al cura y a la iglesia correspondiente al barrio del difunto. El cura de la iglesia oficiaba la misa en el convento y era común que resaltara hasta la exageración las virtudes del fallecido.

Adicionalmente, el convento de La Merced contaba con amplios patios para albergar a una gran cantidad de personas. Incluso las monjas solían servir bocadillos entre los asistentes y se repartían pinturas o dibujos del difunto. En esa época había también una tendencia general a enterrar al muerto vestido con una mortaja. Por ejemplo, era muy popular el hábito y la cuerda de San Francisco.

Al año siguiente de la muerte de José Martel, en 1860, se realizó un censo en la ciudad de Lima, en el cual se han encontrado datos sorprendentes en torno a Gavina Martel y sus hijos. Ella vivía en el distrito 2, en la calle Matavilela, en el número 312 de una llamada casa grande que pertenecía a los religiosos del convento de Santo Domingo y que era alquilada por el coronel Lorenzo Gonzales.

Gavina subarrendaba una habitación que compartía con sus hijos y con una sirvienta analfabeta, natural de Huancayo, llamada María Castro. Lo extraño es que Gavina, de 25 años, declaró que su apellido era Alzamora y que era “viuda”. Asimismo, declaró los nombres y edades de sus hijos con un detalle desconcertante: les cambió el apellido. Es así que sus hijos están inscritos en el censo como Manuela Alzamora (7 años), Leoncio Alzamora (5 años), Aurelia Alzamora (3 años) y Natalia Alzamora (2 años).

Hasta el momento ha sido imposible encontrar una pista que explique por qué Gavina Martel se atribuía el apellido Alzamora y por qué se lo atribuyó también a sus hijos en 1860. En este caso particular la confusión se agudiza porque antes de efectuarse el censo tanto Manuela como Aurelia ya habían sido bautizadas como hijas naturales de Juan Blacker. Por eso, ambas ya llevaban el apellido Blacker en los registros eclesiásticos.

Parece evidente que en ese momento Gavina intentaba mantener en secreto la filiación de sus hijos. Una hipótesis es que lo haya hecho por recato personal. Ser madre soltera en esa época podía provocar el rechazo social y, al cambiarse el apellido y declararse viuda, Gavina evitaba dar detalles sobre su verdadera condición de madre soltera.

En ese momento John Blacker vivía en los altos de una casa grande, número 104, en la calle Pileta de la Merced. El principal habitante de la casa era el comerciante francés Silvestre Guiroy y Blacker alquilaba los altos, donde vivía junto a su esposa Carmen Espantoso, su hijo Juan Carlos y dos sirvientes ingleses, uno de los cuales era mayordomo.

En esa calle podía encontrarse también a otros residentes extranjeros como un sastre inglés, dos carpinteros suizos y tres herreros franceses. En el mismo censo de 1860, Blacker, de 38 años, aparece citado por segunda vez en un almacén ubicado en el número 147 de la calle Bodegones. El almacén pertenecía a la firma Isaac & Co, de la cual Blacker era socio. En el mismo almacén se censó a Enrique Calderón o Calderoni, un comerciante de apenas 20 años que vivía en la calle Pilitricas.

En tanto, la familia Espantoso vivía cómodamente en una casa grande, en el número 127 de la calle Mármol de Bronce, que curiosamente estaba ubicada a la espalda de la calle donde vivía Gavina Martel con sus hijos, por lo que sería inverosímil pensar que no se conocían. En los altos de la casa de los Espantoso residía Felipa Avellán y sus hijos. Ella era prima hermana del dueño de casa, Manuel Espantoso Avellán.

En el censo de 1860 también está registrado Carlos Eduardo Stubbs, quien fue testigo de soltería de John Blacker en 1857. Stubbs residía en el número 302 de una casa grande en la calle Melchor Malo. El vivía junto a su joven esposa Manuela Rey de Castro, sus hijos y un amplio séquito de diez sirvientes. En su casa también aparecen ocupando habitaciones un portero francés, un cochero irlandés y un cochero inglés. Parece obvio que Stubbs poseía por lo menos un carruaje, lo que era todo un lujo en aquella época. En esa misma calle se encontraba ubicado el establecimiento de la Casa Gibbs.

Stubbs era hijo de un sastre de Manchester y llegó al Perú a inicios de 1840 con una carta de recomendación para John Hayne, el gerente de la Casa Gibbs de Lima. Hayne envió a Stubbs a Arequipa, donde trabajó bajo las órdenes de Samuel Went distinguiéndose como un excelente empleado.

Sin embargo, Stubbs tuvo un serio malentendido con Went cuando éste se casó en segundas nupcias con Mery Ann Robertson y quiso ayudar a su cuñado Patrick a conseguir un puesto importante en la Casa Gibbs de Arequipa. La discusión con Went ocasionó que Stubbs renunciara a su trabajo y se uniera a los negocios del comerciante alemán Christopher William Schutte.

Al cabo de algunos años, Samuel Went fue llamado a Lima para hacerse cargo de la Casa Gibbs en la capital debido a que John Hayne había decidido volver a Inglaterra. Esta situación provocó una reconciliación entre Went y Stubbs, quien no sólo regresó a trabajar a la Casa Gibbs sino se quedó a cargo del establecimiento en Arequipa.

En 1856 Went se retiró y volvió a Inglaterra con su familia, por lo que Stubbs se trasladó a Lima y se convirtió en jefe de la Casa Gibbs. Según el diario de Heinrich Witt, Stubbs era un hombre
de origen plebeyo, pero de fuerte juicio y sentido mercantil. Aunque durante su gestión la Casa Gibbs perdió la consignación del guano, Stubbs siempre fue muy bien considerado en Inglaterra. Stubbs permaneció en Lima hasta 1862 y luego se trasladó a Londres, donde se incorporó a la Casa Gibbs y llegó a ocupar una alta posición.

Foto: Imagen del censo de Lima de 1860. Sorprendentemente los hijos de Gavina Martel aparecen con el apellido Alzamora en lugar de su verdadero apellido: Blacker.

sábado, 8 de marzo de 2008

Nuevas revelaciones

Después de su matrimonio, en marzo de 1858, John Blacker Thierry y su flamante esposa permanecieron viviendo en la ciudad de Lima. Lo que es un misterio es el rumbo que tomó a partir de ese momento la relación del comerciante inglés con Gavina Martel y sus hijos. No existen mayores pistas al respecto.

Lo que se sabe con certeza es que siete meses después del matrimonio de John Backer con Carmen Espantoso se produjo la muerte de la madre de Gavina Martel. Doña Gertrudis Reyes Torres recibió sepultura eclesiástica con entierro mayor en la Iglesia de San Marcelo el 27 de octubre de 1858. Los documentos hallados sobre su muerte señalan que falleció a los 70 años de edad a causa de una “idropecia de pecho” (sic) y que se pagaron 7 pesos por el “carro” que trasladó el cuerpo al cementerio y 10 pesos por el nicho.

A estas alturas del siglo XIX ya se había difundido ampliamente la costumbre de hacer pública la muerte de un pariente. El deceso se comunicaba a través de anuncios en periódicos o con tarjetas de duelo. Todo funeral había adquirido las características de una gran ceremonia.
Era común que el cortejo fúnebre parta en romería del lugar de velación hacia el cementerio general, acompañado a pie por los deudos y amigos de la familia.

Un funeral no solía pasar inadvertido por dos motivos: el cortejo fúnebre usualmente llegaba hasta la Portada de Maravillas en las afueras de la ciudad y todavía existían las plañideras, mujeres especialmente contratadas para llorar exageradamente durante los actos de velación.

Las plañideras gozaban de prestigio y sus tarifas variaban de acuerdo a la dimensión y tono del llanto; en algunos casos subcontrataban a otras mujeres para que las acompañaran exaltando las virtudes del difunto y lamentando su ausencia.

El cadáver era transportado en un “carro” o carroza fúnebre que, de acuerdo al prestigio social del difunto, podía ser jalado hasta por seis caballos con lujosos ornamentos de color negro. Algunos carros pertenecían al cementerio y los cocheros iban vestidos con un pantalón y levita de paño negro, así como con un sombrero con cucarda. En esa época residía en Lima un fabricante inglés de carrozas llamado Eduardo Black, a quien también se le atribuyó el apellido Blacker en algunas ocasiones.

Después del entierro, la costumbre era retornar a la casa del difunto y acompañar a sus familiares durante largas horas. En algunos casos se servían hasta opíparas comidas. Los duelos duraban un mes y las salidas a la calle estaban restringidas para los familiares directos del difunto. Tampoco se podía hablar en voz alta. Además, se colocaban crespones negros en las puertas de la casa y, en algunos casos, hasta los interiores eran cubiertos por telones negros.

Este tipo de funeral trataba de ser imitado por todos los sectores sociales y muchos ciudadanos pobres hacían enormes sacrificios económicos para cumplir con los requerimientos de la época.
Por las características de los funerales parece obvio que John Blacker se enteró de la muerte de la madre de Gavina Martel.

En ese momento su esposa Carmen Espantoso ya esperaba a su primer hijo, quien nació en Lima el 28 de marzo de 1859. El niño fue bautizado en el Sagrario de la Catedral con el nombre de Juan Carlos Blacker el 16 de julio del mismo año y sus padrinos fueron su tío Miceno Espantoso y su abuela Dolores Oramas de Espantoso.

Foto: Partida de defunción de Gertrudis Reyes Torres, madre de Gavina Martel.

martes, 4 de marzo de 2008

El matrimonio

Sólo tres meses después del nacimiento de su hija Aurelia en 1857, John Blacker Thierry se comprometió a contraer matrimonio con otra mujer. En octubre de 1857 se abrió en Lima un expediente matrimonial mixto porque el novio era protestante y la novia católica.

En ese expediente Blacker aparece con su nombre de pila castellanizado (Juan) y además señaló los nombres castellanizados de sus padres: Alejandro Blacker y Susana María Thierry. Ambos habían nacido en Alemania y ya habían fallecido. Alexander Blacker Burrows murió el 12 de octubre de 1841, mientras que Jane Susan Marie Thierry Borkenstein falleció el 12 de febrero de 1848.

En el expediente matrimonial John Blacker se comprometió a educar a los hijos de su unión conyugal bajo el credo católico y presentó tres testigos de soltería. El primero fue el acaudalado comerciante inglés Carlos Eduardo Stubbs, en ese momento gerente de la Casa Gibbs de Lima. Otro testigo fue George Hodges Nugent(*), quien se desempeñaba como vicecónsul británico en Arica, y finalmente se presentó Carlos Eggert, de origen alemán, quien era empleado de la Casa Gibbs, firma para la que había trabajado antes en Tacna. Años más tarde Eggert sería gerente director de la Peruvian Guano Company.

Los tres testigos juramentaron bajo el rito protestante, mientras que el novio presentó también un certificado expedido por el consulado británico en Lima para acreditar su soltería. El documento fue firmado por el representante inglés John Barton, quien años antes, en 1852, figuraba junto a los hermanos Blacker como uno de los socios del “British Whist Club”.

Por otra parte, hasta ese momento, John Blacker no tenía hijos naturales registrados en la iglesia porque sus hijas Manuela, Aurelia y Natalia fueron bautizadas en fechas posteriores a su matrimonio, que se efectuó el 28 de marzo de 1858.

La novia fue Carmen Espantoso Oramas, de 19 años, natural de Guayaquil e hija de Manuel Domingo Espantoso Avellán y Dolores Oramas Izaguirre. Los Espantoso Oramas, de origen ecuatoriano, constituían una de las familias más influyentes de la sociedad limeña del siglo XIX y tenían una sólida posición económica. Manuel Domingo Espantoso Avellán había sido gobernador de Guayaquil hasta 1845 cuando estalló una rebelión que lo obligó a renunciar para facilitar la “segunda Independencia” de Ecuador.

La inestabilidad política en su país hizo que Espantoso viaje con su familia al Perú, donde se estableció y se dedicó a la actividad comercial naviera en sociedad con otros familiares. Fue íntimo amigo del presidente peruano Ramón Castilla y se tiene registro de que en una partida de naipes entre ambos Espantoso ganó 9 mil soles, una cifra exorbitante para la época. Sin embargo, así como ganaba grandes sumas, Espantoso también perdía importantes cantidades de dinero debido a su exagerada afición a los juegos de azar.

Una vez superada la crisis política de 1859 que puso al Ecuador en peligro de desaparecer como Estado independiente, Espantoso regresó a su país como Jefe Supremo de Cuenca. Pero poco tiempo después regresó al Perú, donde falleció en 1873 tras una larga enfermedad. La noticia de su muerte fue ampliamente difundida en la prensa limeña de la época.

En el plano personal, Manuel Espantoso Avellán estuvo casado, en distintos momentos de su vida, con dos hermanas, hijas del panameño Francisco de Oramas y Romero, y de Petra Antonia del Carmen de Izáguirre y Echanique. Espantoso se casó por primera vez con María Francisca de Oramas e Izáguirre, quien falleció en Guayaquil el 27 de octubre de 1827 al dar a luz a su primogénito: Domingo Miceno Espantoso de Oramas. Seis años más tarde, en 1833, Espantoso contrajo matrimonio con la hermana menor de su difunta esposa, María Dolores de Oramas e Izáguirre, quien fue a la postre la madre de la esposa de John Blacker.

Foto: Carmen Espantoso Oramas, esposa de John Blacker. Foto cortesía Carlos Espantoso.

(*) Una década más tarde un hecho que marcaría la vida de George Hodges Nugent fue el terremoto y posterior maremoto que azotó Arica el 13 de agosto de 1868. La casa de Hodges Nugent fue totalmente destruida, pero el vicecónsul británico y su familia pudieron escapar con vida corriendo hacia una zona alta del pueblo. Posteriormente, sin bienes materiales, Hodges Nugent se sumó a los trabajos de reconstrucción del lugar. Años más tarde, después de la Batalla de Arica, el vicecónsul inglés fue el encargado de reconocer el cádaver de Francisco Bolognesi a pedido del general chileno Baquedano. Cuando Arica pasó a manos chilenas, Hodges Nugent no abandonó la localidad y permaneció allí hasta el fin de sus días. Sus restos reposan en el cementerio municipal de Arica. Hodges Nugent tuvo un hermano, Peter, quien fue vicecónsul inglés ad honorem en Iquique. Otros miembros de la familia Nugent tuvieron activa participación comercial en Tacna durante la segunda mitad del Siglo XIX.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Nombre misterioso

En los primeros meses de la investigación genealógica sobre los Blacker en el Perú se estableció que el comerciante inglés John Blacker Thierry y Gavina Martel Reyes tuvieron tres hijos, pero esta información resultó incompleta tras encontrar en los registros parroquiales un nuevo nombre ligado a la pareja.

En los libros antiguos de la iglesia de San Marcelo está inscrita la partida de bautizo de Natalia Blaque Zamora, natural de Lima y bautizada -a los 6 años de edad- el 7 de diciembre de 1863. En la partida se consigna que la niña ya había sido bautizada antes por caso de necesidad y que el bautizo lo efectuó un padre del convento de San Agustín.

El dato que llamó la atención en el documento es que como sus padres figuran Juan Carlos Blaque y Gavina Zamora. La coincidencia en los nombres de pila (Juan y Gavina) condujo a seguir esa pista basados, además, en dos premisas puntuales: La primera, era común que en esa época se cometieran errores a la hora de escribir los apellidos extranjeros, lo que podría explicar la aparición de Blaque en lugar de Blacker; mientras que la segunda premisa se apoyaba en el apellido de Gavina Zamora porque, a lo largo de la investigación, se han encontrado una serie de documentos en los cuales Gavina Martel Reyes aparece como Gavina Alzamora, Gavina Martel de Alzamora, Gavina Martel y Alzamora o Gavina Martel del Alzamora. Asimismo, su nombre aparece escrito indistintamente con “v” intermedia (Gavina) o con “b” intermedia (Gabina).

Esta confusión de apellidos se registra incluso en la partida de defunción de Leoncio Blacker Martel, donde su nombre figura como Leoncio Blacker Alzamora, y también en las partidas de nacimiento y defunción de Aurelia Blacker Martel, cuyo apellido materno también aparece como Alzamora.

Es así que analizando la pista de Natalia Blaque Zamora se encontró que ella murió apenas 16 días después de su bautizo y que en su partida de defunción fue inscrita como Natalia Blacar. La defunción se registró el 23 de diciembre de 1863, vísperas de Navidad, señalando que la muerte se produjo a consecuencia de una “fiebre al cerebro”.

Hasta ese momento la verdadera identidad de la niña continuaba sin aclararse y el desconcierto durante la investigación aumentó cuando en la Beneficencia de Lima se encontró que fue registrada como Natalia Blancar antes de su entierro. Además, se pagaron 40 soles por la carroza que trasladó sus restos al cementerio general, una cifra inusualmente alta para esa época.

Finalmente, en el cementerio Presbítero Maestro, se halló su lápida, donde su nombre figura como Natalia Blakar. Es decir, solamente durante el mes de diciembre de 1863 se escribió el apellido de la niña de cuatro maneras distintas: Blaque, Blacar, Blancar y Blakar.

En un principio, con esta confusa información, era imposible determinar con exactitud la filiación de la infante, pero las dudas terminaron cuando se tuvo acceso al censo de la Municipalidad de Lima correspondiente al año 1860. Natalia fue hija de John Blacker y Gavina Martel.

Pero este no fue el único caso que arrojó dudas sobre el real número de hijos que tuvieron John y Gavina. Un dato similar surgió cuando se encontró información relacionada a un tal Lorenzo Blacker en los registros parroquiales de la iglesia de San Marcelo. El nombre de Lorenzo Blacker, natural de Lima y de oficio comerciante, aparece en una partida de bautizo del 15 de agosto de 1879 como padre de un hijo natural llamado Rosendo Blacker Ramírez.

Las dudas sobre los orígenes de Lorenzo Blacker se fundamentaban en el hecho de que fue padre en 1879. Es decir, tomando como referencia ese año, era válido deducir que nació en Lima en la década de 1850, época en la que precisamente tuvo lugar la relación entre John Blacker y Gavina Martel. Adicionalmente, un hermano de Gavina, nacido en 1830, se llamaba también Lorenzo.

Lo extraño del asunto era que se trataba de la única documentación encontrada sobre Lorenzo Blacker. No se encontraron más pistas sobre él ni sobre su hijo Rosendo en parroquias, libros, censos, municipalidades o cementerios. Sin embargo, las dudas se aclararon cuando se siguió la pista de la madre del pequeño, Carmen Ramírez, quien era natural de Iquique, territorio peruano que posteriormente pasaría a manos chilenas.

En Iquique se descubrió que en 1870 fue nombrado administrador principal de correos un funcionario llamado Lorenzo T. Black, quien permaneció viviendo en esa ciudad por varios años y luego fue comerciante en Lima. Es decir, en la iglesia de San Marcelo se cometió un error al escribir el apellido Blacker en lugar de Black.

En esa época los registros civiles no se consideraban importantes y los hijos se registraban únicamente en las iglesias. En el caso de los hijos naturales, los errores eran frecuentes porque éstos usualmente no eran llevados a bautizar ni por el padre ni por la madre. Habitualmente eran llevados a las iglesias por familiares o vecinos de la madre, quienes además daban verbalmente la información sobre el nombre de los progenitores, lo que en muchos casos inducía a errores.

Esa falta de precisión al momento de registrar los bautizos de los hijos naturales puede servir también para entender todas las dudas que surgieron inicialmente en torno al exacto número de descendientes que tuvieron John Blacker Thierry y Gavina Martel Reyes porque ellos nunca se casaron.

Foto: Partida de nacimiento de Natalia Blaque Zamora, cuyo nombre verdadero fue Natalia Blacker Martel.