Como ya se señaló en un post anterior, Manuela Blacker Martel nació en marzo de 1853, mientras que dos años más tarde, el 1 de marzo de 1855, nació su hermano Leoncio. Eran tiempos de profundos cambios en la historia del Perú. En aquel 1855 Ramón Castilla derrocó al presidente José Rufino Echenique, a quien precisamente le había cedido el poder en 1851.
Con el retorno de Castilla a la presidencia entró en vigencia la ley que abolió la esclavitud y se anuló el tributo obligatorio que debían pagar los indígenas, mientras que en el aspecto urbano se impulsó la creación de la empresa de agua potable y se dieron los primeros pasos para mejorar la salud pública porque Lima era una ciudad que vivía en constante riesgo de sufrir epidemias. Precisamente, en 1854, un año antes del nacimiento de Leoncio, se había producido una epidemia de fiebre amarilla que causó pánico y más de dos mil muertos en la capital.
Al no existir un apropiado servicio de desagüe, la mayoría de calles de la ciudad tenían acequias y albañales de poco fondo donde se depositaban desperdicios, así como las deyecciones de personas y animales. El funcionamiento del ferrocarril no significó que las mulas, los burros y los caballos dejasen de ser un útil medio de transporte. Además, los campesinos solían conducir por la ciudad rebaños de vicuñas y alpacas llevando diferentes productos. Todos esos animales evacuaban sus excreciones en las calles y en las acequias, que no sólo emanaban olores desagradables sino se desbordaban con facilidad, provocando serios riesgos para la salud.
El agua limpia que se consumía en Lima provenía del río Surco y de un manantial formado por filtraciones del río Rímac, pero no llegaba a las casas a través de tuberías. Las cañerías subterráneas conducían el agua a las piletas y fuentes públicas que se ubicaban en plazas y plazuelas. De aquellas piletas y fuentes, los aguadores tomaban el agua que luego vendían a pie o montados sobre el flaco lomo de sus mulas, con dos barriles llenos que hacían contrapeso. Los vecinos también podían tomar libremente el agua de las fuentes, mientras que algunas casas tenían pozos de agua subterránea o acequias.
En esa época el concepto de higiene y salud pública recién empezaba a adquirir importancia, lo que era además una muestra de los nuevos tiempos que se vivían en la capital a partir de la riqueza generada por el guano. En octubre de 1855 el gobierno concedió a Thomas Wheelock un privilegio por 50 años para llevar agua a las casas a través de cañerías, contrato que posteriormente el concesionario transfirió a Manuel Mariano Basagoytia, quien se convirtió en accionista principal de la "Empresa de Agua".
Por otra parte, el 5 de mayo de 1857, cuando Leoncio Blacker tenía dos años de edad, Lima siguió su camino hacia la modernidad con la inauguración del sistema público de alumbrado a gas. Por orden del presidente Castilla se encendieron 400 lampadarios que alumbraron el Palacio de Gobierno y cuatro cuadras a la redonda en medio de la curiosidad y alegría general.
Sólo dos meses después de aquella inauguración, el 27 de julio de 1857, Gavina Martel Reyes dio a luz a una niña que recibió el nombre de Aurelia Blacker. Ella fue bautizada en la parroquia de San Marcelo el 7 de mayo de 1858, a los 9 meses y días de nacida. En la partida de bautizo se consigna que la niña ya había sido bautizada antes, por caso de necesidad, por el presbítero José María Chumpitaz.
Esta situación puede parecer extraña, aunque la explicación se encuentra en una costumbre de la época. Si una persona tenía amistad con el cura de la iglesia correspondiente a su barrio, no era insólito que le pidiera que acuda a su casa a “ponerle agua bautismal” al recién nacido, sobre todo si el niño tenía algún problema de salud o algún brote infeccioso se había presentado en la ciudad.
El cura acudía a la casa del feligrés de su iglesia, efectuaba una ceremonia sencilla, apuntaba en un pequeño papel los datos del niño y posteriormente registraba el bautizo en los libros de la iglesia. No obstante, en fecha posterior, el niño tenía que ser llevado obligatoriamente a la iglesia para recibir “óleo y crisma”. Este fue el caso de Aurelia Blacker.
También en 1857 el Salón de Comercio y la Biblioteca Inglesa de Lima, institución que ya era conocida simplemente como Bolsa o club Inglés, se trasladó a la casa del ciudadano Pedro Terry, en la calle Melchor Malo, donde siguió operando con sus más de cien miembros inscritos. Unos años antes esta institución había funcionado bajo la presidencia de Samuel Went.
Foto: Leoncio Blacker Martel a los 20 años de edad. Imagen tomada en Piura.
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