La vida del comerciante inglés Alexander Blacker Thierry en el Perú transitó por un camino totalmente diferente al seguido por su hermano John. Como se consignó al inicio de esta investigación, uno de los primeros rastros de la presencia del apellido Blacker en el país involucra a Alexander, cuyo nombre castellanizado aparece en la partida de bautizo de Enrique Eduardo Higginson Carreño. El documento data del 18 de octubre de 1850 y en él Alejandro Blacker figura como padrino. El bautizo se realizó en la iglesia San Simón y San Judas Tadeo del Callao y los padres del niño fueron Enrique Higginson Andrews y María Natividad Carreño.
Este último dato es el primero de una serie de pistas que llevan a pensar que Alexander Blacker llegó al Perú a mediados del Siglo XIX con el apoyo y amparo de la familia Higginson, cuyos miembros ocupaban un lugar visible en la sociedad de aquella época.
Después de establecerse en Lima por un par de años, Blacker se trasladó en 1852 al puerto de Paita, donde transcurrió la mayor parte de su vida. Esta decisión también se produjo por influencia de los Higginson debido a que el patriarca de la familia, Charles Higginson, radicaba en el puerto piurano, donde funcionaba su propia compañía y era, además, encargado del viceconsulado inglés.
Charles Higginson era un comerciante inglés que había nacido el 15 de julio de 1778 en Chester, Islas Orientales, pero que había vivido en Sudamérica desde inicios del Siglo XIX. En Buenos Aires existe registro de la presencia de Higginson en 1811 cuando el comerciante británico adquirió junto a Robert Hunt un extenso terreno propiedad de don Francisco de Paula Illescas para levantar un establecimiento dedicado a la salazón de carnes.
No ha sido posible determinar cuánto tiempo permaneció Higginson en Argentina, pero lo que se sabe es que en 1817 ya se había mudado a Chile. El inglés Samuel Haigh, en su libro Sketches of Buenos Ayres and Chile, señala que en 1817 había aproximadamente una docena de ingleses viviendo en Santiago y que la mayoría de ellos había llegado procedente de Buenos Aires tras la batalla de Chacabuco, que ocurrió el 12 de febrero de 1817 y que fue decisiva para la independencia de Chile.
Se presume que Higginson fue uno de esos ingleses porque su presencia en Chile en 1817 está plenamente confirmada por un documento encontrado en los archivos del Consulado, que era como se conocía al tribunal comercial chileno en ese entonces. En noviembre de 1817 el Consulado notó que el almacén de Charles Higginson había vendido al por menor “dos piezas de algodón”, por lo que ordenó el cierre inmediato del local comercial y el embargo de todos sus productos.
Unos días después, Higginson envió una carta de disculpa por haber roto la ley y explicó que él no se encontraba en su almacén al momento de la venta y que la responsabilidad había sido de uno de sus empleados. Muy pronto, el Consulado ordenó la reapertura del almacén y el levantamiento del embargo a sus productos.
Otra documentación encontrada sobre la presencia de Higginson en Chile certifica que en la ciudad de Santiago, junto a Diego O’Brien, formó la compañía Higginson, O’Brien & Co, mientras que en Valparaíso fue socio de la firma Guillermo Taylor & Co.
Por otra parte, en 1819 Charles Higginson era el comerciante extranjero que adeudaba mayor cantidad de dinero a la Administración de Aduanas de Chile (31,299 pesos y 1 ¾ reales). No obstante, este dato demuestra también que era el más activo.
El mismo año, Higginson dirigió una petición al senado chileno como apoderado de Samuel Gibson, un oficial inglés al servicio de la escuadra chilena que apoyaba la guerra de independencia en el Perú. En su solicitud, Higginson pedía una licencia para que el bergantín Tiber, de propiedad de Gibson, sea dedicado al comercio de madera de cabotaje. Higginson solicitaba que el bergantín sea autorizado a trasladarse a Talcahuano para recoger un cargamento de madera que luego sería distribuido en los puertos de Valparaíso y Coquimbo.
Aunque en la resolución final el senado chileno reconoce que “Higginson ha suplido jenerosamente (sic) hasta 40,000 para auxilio de la escuadra nacional”, la petición fue rechazada porque el cabotaje era una actividad reservada a los chilenos.
Poco tiempo después, Higginson se dirigió nuevamente al senado solicitando esta vez autorización para transportar cobre por vía marítima desde Huasco a Coquimbo, pero el senado tampoco aceptó su solicitud.
En 1821, dos años después de estos intentos fallidos, Higginson anunció la disolución de las firmas de las que era socio: Higginson, O’Brien & Co de Santiago y Guillermo Taylor & Co de Valparaíso.
Poco después de la desaparición de ambas firmas, Higginson se trasladó al Perú atraído por las nuevas posibilidades comerciales que prometía la independencia.
En Paita fundó la firma Higginson & Co, que comercializaba todo tipo de servicios y artículos navales, así como algunas manufacturas locales. Además, Higginson se dedicó durante un tiempo a la exportación de productos exóticos tales como cochinilla, orchilla, concurango y ratania.
A pedido de la industria ballenera de Massachussets, Higginson estuvo al frente del consulado de Estados Unidos en Paita desde enero de 1835 hasta mediados de julio de 1839. Posteriormente se convirtió en vicecónsul británico. Durante gran parte del siglo XIX, Paita fue un punto de recalada clave para las embarcaciones dedicadas a la caza de ballenas. Esta actividad impulsó la economía de la zona de una manera significativa y permitió la llegada de un alto número de inmigrantes extranjeros.
En el plano personal, Charles Higginson se casó con la inglesa María Andrews presumiblemente en Argentina , y tuvo siete hijos: Charles (Carlos), Caroline, Mary, Henry (Enrique), William (Guillermo), Eliza y Emily.
El hijo mayor, Charles, nació en Buenos Aires, aproximadamente en 1808. El trabajó por muchos años en las oficinas de la Casa Gibbs en Lima como asistente de Charles R. Pflucker y luego, en 1845, se trasladó a Paita para asumir el control del negocio familiar, ya que su padre había decidido dedicarse únicamente a sus obligaciones en el consulado británico.
El hijo mayor permaneció por varios años al frente del negocio bajo la asesoría de su padre, quien murió el 5 de noviembre de 1852. Sorprendentemente, un día antes de la muerte de Charles Higginson, su hija Eliza Higginson Andrews contrajo matrimonio con Alexander Blacker Thierry. En aquel momento Blacker tenía 27 años, mientras que Eliza -que había nacido en Valparaíso el 17 de diciembre de 1821- tenía 31. En su diario personal, el viajero alemán Heinrich Witt describe a Eliza Higginson como “bien parecida” y revela que la conoció durante un baile ofrecido por Mr. Green en 1845.
Dos meses después de su matrimonio y de la muerte de su suegro, Alexander Blacker se convirtió en el nuevo vicecónsul de la monarquía británica en Paita. La carta que envió a Inglaterra informando sobre la toma de posesión de su cargo está fechada el 1 de enero de 1853. En ese momento la reina Victoria ya llevaba 16 años en el trono.
El cargo de vicecónsul en Paita no era particularmente atractivo en términos económicos. Por ejemplo, Blacker cobraba un salario de 100 libras esterlinas al año, mientras que la cabeza del cuerpo diplomático inglés en Lima, S. H. Sullivan, percibía un salario de 1,700 libras esterlinas anuales. La diferencia era abismal, pero el cargo de vicecónsul le daba a quien lo ocupaba mayor influencia con las autoridades locales y un mejor status social en su comunidad.
Pero Blacker no solamente heredó el viceconsulado, sino también el negocio de la familia Higginson. En 1853, su cuñado encargado de la compañía, Charles Higginson Jr, decidió traspasarle la firma para viajar a Londres, donde llevó una vida disipada de soltero viviendo en una casa club. Alexander Blacker le enviaba regularmente pagos derivados de los intereses que generaba el negocio en Paita.
Foto: Partida de bautizo de Enrique Eduardo Higginson, cuyo padrino fue Alejandro Blacker en 1850. Una de las pistas más antiguas de la presencia del apellido Blacker en el Perú.
martes, 19 de mayo de 2009
miércoles, 6 de mayo de 2009
Los Blacker Mascaro
Nemesio Leoncio Blacker Mascaro fue el primogénito de Leoncio Blacker Martel. Nacido en 1880, en plena guerra con Chile, Nemesio Leoncio vivió gran parte de su infancia y juventud en la calle Ilave junto a su abuela Gavina Martel.
Se han recogido diferentes versiones provenientes de fuentes orales que señalan que Gavina decidió “adoptar a la fuerza” a su primer nieto. Nemesio Leoncio, junto a su hermana Delia Victoria Blacker Mascaro, vivían en casa de su padre, quien aceptó hacerse cargo de los dos hijos naturales que había tenido con Josefina Mascaro Lozano cuando ella inició una relación sentimental con Rosendo Fernández.
Sin embargo, Nemesio Leoncio y Delia Victoria no tuvieron una vida fácil en la casa de su padre porque su madrastra Emilia León no les daba el mejor trato. Una sorpresiva visita de Gavina Martel a la casa de su hijo sirvió para que encontrara a su nieto mayor mal vestido, descuidado y dedicado a labores domésticas. Nemesio Leoncio tenía aproximadamente 7 años y no asistía al colegio. Furiosa, Gavina decidió llevarlo a vivir con ella. Delia Victoria siguió el mismo camino. A partir de este hecho, la relación entre Gavina Martel y Emilia León se deterioró por completo.
Impulsado por su abuela, Nemesio Leoncio se dedicó a los estudios. Fue alumno en el prestigioso Liceo Internacional que dirigía el doctor Germán Leguía y Martínez, y terminó la educación secundaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Posteriormente estudió medicina, siguió una especialización en cirugía general y se recibió en 1915 después de una larga preparación.
Poseedor de un carácter impredecible e irascible, Nemesio Leoncio fue controlado y engreído por su abuela, quien fue la persona que encaminó su carrera profesional. El llegó a convertirse en un médico reputado y formó un hogar con Irene Funes Torres, quien vivía en la calle Huari, a la espalda de la calle Ilave, en Barrios Altos.
Irene conoció a Leoncio cuando ella ayudaba en las tareas de la casa a Gavina Martel. En principio, Gavina se opuso tenazmente a la relación sentimental entre su nieto e Irene, quien era madre soltera de tres hijos. Gavina deseaba ver a Nemesio Leoncio casado con una mujer de la alta sociedad y no podía aceptar que se haya fijado en la persona que la ayudaba en las labores de la casa. Finalmente, a pesar de la oposición de su abuela, Nemesio Leoncio e Irene decidieron formalizar su relación y tuvieron ocho hijos.
En el mejor momento de su vida profesional, la muerte sorprendió a Nemesio Leoncio Blacker Mascaro, quien tenía 52 años cuando falleció el 20 de junio de 1933. Su hermana Delia Victoria Blacker Mascaro había muerto veinte años antes. Atacada por una feroz tifoidea, ella dejó de existir el 23 de diciembre de 1913. Era soltera y tenía 26 años. Ambos hermanos fallecieron en el hospital Italiano.
Después de la muerte de Nemesio Leoncio, su familia perdió totalmente el contacto con la rama Blacker León e incluso se inició una larga disputa judicial por las propiedades inmobiliarias de la familia. La madre de Nemesio Leoncio y Delia Victoria, Josefina Mascaro Lozano, contrajo finalmente matrimonio con Rosendo Fernández y tuvo un hijo, también llamado Rosendo, quien fue un destacado notario que murió sin dejar descendencia.
Foto: Anuncio de defunción de Delia Victoria Blacker Mascaro publicado en el diario El Comercio en 1913.
Se han recogido diferentes versiones provenientes de fuentes orales que señalan que Gavina decidió “adoptar a la fuerza” a su primer nieto. Nemesio Leoncio, junto a su hermana Delia Victoria Blacker Mascaro, vivían en casa de su padre, quien aceptó hacerse cargo de los dos hijos naturales que había tenido con Josefina Mascaro Lozano cuando ella inició una relación sentimental con Rosendo Fernández.
Sin embargo, Nemesio Leoncio y Delia Victoria no tuvieron una vida fácil en la casa de su padre porque su madrastra Emilia León no les daba el mejor trato. Una sorpresiva visita de Gavina Martel a la casa de su hijo sirvió para que encontrara a su nieto mayor mal vestido, descuidado y dedicado a labores domésticas. Nemesio Leoncio tenía aproximadamente 7 años y no asistía al colegio. Furiosa, Gavina decidió llevarlo a vivir con ella. Delia Victoria siguió el mismo camino. A partir de este hecho, la relación entre Gavina Martel y Emilia León se deterioró por completo.
Impulsado por su abuela, Nemesio Leoncio se dedicó a los estudios. Fue alumno en el prestigioso Liceo Internacional que dirigía el doctor Germán Leguía y Martínez, y terminó la educación secundaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Posteriormente estudió medicina, siguió una especialización en cirugía general y se recibió en 1915 después de una larga preparación.
Poseedor de un carácter impredecible e irascible, Nemesio Leoncio fue controlado y engreído por su abuela, quien fue la persona que encaminó su carrera profesional. El llegó a convertirse en un médico reputado y formó un hogar con Irene Funes Torres, quien vivía en la calle Huari, a la espalda de la calle Ilave, en Barrios Altos.
Irene conoció a Leoncio cuando ella ayudaba en las tareas de la casa a Gavina Martel. En principio, Gavina se opuso tenazmente a la relación sentimental entre su nieto e Irene, quien era madre soltera de tres hijos. Gavina deseaba ver a Nemesio Leoncio casado con una mujer de la alta sociedad y no podía aceptar que se haya fijado en la persona que la ayudaba en las labores de la casa. Finalmente, a pesar de la oposición de su abuela, Nemesio Leoncio e Irene decidieron formalizar su relación y tuvieron ocho hijos.
En el mejor momento de su vida profesional, la muerte sorprendió a Nemesio Leoncio Blacker Mascaro, quien tenía 52 años cuando falleció el 20 de junio de 1933. Su hermana Delia Victoria Blacker Mascaro había muerto veinte años antes. Atacada por una feroz tifoidea, ella dejó de existir el 23 de diciembre de 1913. Era soltera y tenía 26 años. Ambos hermanos fallecieron en el hospital Italiano.
Después de la muerte de Nemesio Leoncio, su familia perdió totalmente el contacto con la rama Blacker León e incluso se inició una larga disputa judicial por las propiedades inmobiliarias de la familia. La madre de Nemesio Leoncio y Delia Victoria, Josefina Mascaro Lozano, contrajo finalmente matrimonio con Rosendo Fernández y tuvo un hijo, también llamado Rosendo, quien fue un destacado notario que murió sin dejar descendencia.
Foto: Anuncio de defunción de Delia Victoria Blacker Mascaro publicado en el diario El Comercio en 1913.
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