El 19 de agosto de 1909, cuando su hija menor tenía apenas 2 años de edad, Leoncio Blacker Martel murió en la calle del Tren, número 92, en el distrito de Chorrillos. La defunción fue registrada en la Municipalidad de Chorrillos por su joven hijo Carlos, quien en ese momento se declaró soltero y comerciante.
En la partida de defunción se señala correctamente que Leoncio falleció a la edad de 54 años, mientras que los testigos del deceso fueron el empleado Miguel Fragua y el comerciante Pedro Guimet. Sin embargo, un dato que causa sorpresa es que Carlos Blacker inscribió a su padre como hijo de Juan Blacker y Gavina Alzamora. Esto no sólo significa que la confusión respecto al verdadero apellido de Gavina duró muchos años, sino que el fallecido quedó registrado erróneamente como Leoncio Blacker Alzamora y así permanece en los archivos del municipio chorrillano.
En la partida de defunción se señala, además, que la causa de muerte fue un "epitelioma de cuello", pero en la inscripción posterior, antes del entierro en el cementerio Presbítero Maestro, se anota que la causa de fallecimiento fue una neumonía.
A pesar de que pasó varios días postrado en cama antes de su muerte, Leoncio no dejó testamento. Según fuentes familiares, él trabajaba en ese entonces para su madre como encargado de cobrar los alquileres de las propiedades que Gavina Martel poseía en La Magdalena y Chorrillos.
Su muerte dejó a su numerosa familia en una incómoda posición económica y su viuda, Emilia León, se vio obligada a pedirle ayuda a su suegra, aunque la relación entre ambas no era nada cordial. La madre de Leoncio aceptó apoyar económicamente a su nuera, pero con una reducida mensualidad. En ese momento las niñas Blacker León acudían al colegio León de Andrade, que estaba ubicado en el centro de Lima y que posteriormente se convertiría en el colegio Sophianum.
Por los testimonios recogidos es evidente que Gavina Martel exhibía en esa época una sólida posición económica. Incluso, unos días antes de la muerte de Leoncio, Gavina sufrió un robo en su propia casa de la calle Ilave. Fue un hurto valioso que mereció la atención de la prensa y la noticia se publicó en el diario El Comercio el 5 de agosto de 1909. En la nota periodística se detalla el robo de varias alhajas valorizadas en 1,920 soles de la época y Gavina aparece citada como viuda de Blacker.
La manera cómo Gavina Martel acumuló propiedades y joyas permanece en el misterio. Ella recibía una pensión mensual por la muerte de su hijo José Páramo en la guerra con Chile, pero ese dinero no era prueba suficiente para explicar su buena situación económica. No ha sido posible comprobar si recibió periódicamente dinero del comerciante inglés John Blacker (como ella lo declaró cuando solicitó al Arzobispado de Lima la partida de bautizo de su hijo Leoncio) o si recibió algún tipo de indemnización, aunque existe un documento que podría aclarar algunas dudas.
En ese documento, que data de diciembre de 1888 y que fue encontrado en el Arzobispado de Lima, Gavina señala textualmente lo siguiente: “siéndome necesario absolutamente acreditar mi legitimidad y la de mi difunto hermano don Matías Martel, presbítero de la diócesis de Trujillo, acudí a la parroquia del Sagrario para obtener tanto mi partida bautismal como la de mi referido hermano, pero desgraciadamente ambas matrices no se hallan en los registros de dicha parroquia”.
Gavina agrega que su hermano había fallecido el 26 de octubre de 1888 en la ciudad de Piura “dejando intereses sin heredero”, y acota: “yo como legítima hermana debo hacer míos legalmente esos intereses”.
A los 53 años de edad, Gavina solicitó por primera vez su partida de bautizo y se dio con la sorpresa de que no existía. Para acreditar que decía la verdad tuvo que presentar dos testigos: el agricultor Valentín del Corral y Juan Loyola, amigo íntimo de sus padres. Ambos supuestamente habían estado presentes en su bautizo. Adicionalmente presentó otro testigo: el carpintero Melchor Balbuena, ex vecino de su familia en el barrio de Santo Domingo. Finalmente, Gavina adjuntó como prueba de legitimidad la partida de matrimonio de sus padres.
En corto tiempo, la iglesia aceptó su solicitud y ella quedó registrada en el libro de bautizos de diciembre de 1888 como hija de José Dolores Martel y Gertrudis Reyes. Según el documento, Gavina nació el 19 de febrero de 1835, lo que a lo largo de esta investigación nos ha permitido calcular su edad “oficial”, aunque otro documento deja abierta la posibilidad de que en realidad haya nacido dos años antes, en 1833.
Por otra parte, la partida de bautizo de su hermano Matías se registró recién en 1890 y en ella figura que nació en 1837. Se cree que la inscripción de las partidas bautismales le permitió a Gavina acceder a los intereses dejados por su hermano fallecido, lo que podría explicar, en parte, la posición económica que alcanzó. Decimos “en parte” porque su hermano fue un religioso de rango intermedio y es poco probable que haya amasado una considerable fortuna.
Un hecho anecdótico en esta historia es que como madrina de bautizo de Gavina Martel aparece citada Mercedes Zamora, cuyo apellido es muy similar al que se atribuyó Gavina durante muchos años. Sin embargo, en esta petición al Arzobispado, Gavina extrañamente no hizo ninguna referencia al apellido Alzamora. Por eso sorprende que en 1909, veinte años después de este episodio, su nieto Carlos haya declarado que su padre Leoncio fue hijo de Gavina Alzamora.
Foto: La revista Variedades publicó una fotografía de Leoncio Blacker y una pequeña reseña dando cuenta de su fallecimiento.
martes, 21 de octubre de 2008
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